sábado, noviembre 04, 2006

¿POR QUÉ SE DESTRUYE SANLÚCAR?





En los últimos cinco años hemos perdido un gran valor patrimonial. El negocio del ladrillo no quiere entender de arte e historia.


Casi lo hemos dejado por imposible. Cuando me refiero a que "hemos", estoy incluyendo al Aula de Investigación Histórica GERIÓN, a particulares comprometidos con la causa y algunas asociaciones y poco más. Aquí se está mareando la perdiz con legislaciones, permisos de obras inconcebibles, inoperancia e incapacidad institucional (por lo visto) de una y otra parte. Unos porque no exigen con severidad que se cumpla la legislación vigente, -con ciertos vacios para estos nuevos tiempos, que también hay que decirlo-, y otros porque impunemente campan a sus anchas derribando casas catalogadas o sin catalogar.

Entiendo que muchos se pregunten qué hacemos con tanta casa o edificio antiguo que cuesta un pastón rehabilitarlo, y que el dueño o dueños no están dispuestos a soportar los gastos de su mantenimiento ruinoso o de restauración. Yo siempre hago la misma comparación con el patrimonio natural, con los espacios naturales protegidos. Tenemos una red de áreas protegidas sobre el papel inmensa, aunque sobre el terreno sea una cosa bien distinta. Un ejemplo claro lo tenemos con los incendios de este verano en la geografía ibérica. No arde todo por un cigarrillo mal apagado. Arde tanta extensión de terreno por falta de labores de prevención en los montes, hoy solitarios y casi deshabitados. Y los árboles autóctonos han sido sustituídos por cultivos de árboles que nada tenían que ver con el paisaje, además de otros muchos asuntos que no voy a tratar aquí.

Y la conciencia ciudadana en general del porqué se protegen estos espacios no crean que está muy clara. Porque no se trata sólo del lince que es una especie en peligro de extinción con una belleza inusitada la razón por la que hay que proteger las especies y los espacios naturales. Pero eso no se ha sabido transmitir a la población. Y otro tanto ocurre con el patrimonio histórico-artístico. No se trata de que tal edificio sea viejo y ahí habitó en siglos atrás un personaje ilustre, y esa sea la razón de proteger e impedir que se pierda tal o cual edificio. Me temo que la población en general no ha terminado de captar las razones del interés colectivo que tiene un patrimonio como Sanlúcar. Y perdonen si generalizo.

La protección tiene mucho que ver con nuestra memoria colectiva, con la integración social e identificación con la cultura que nos hizo y nos sigue haciendo posibles. Tiene que ver que conservando el Castillo de Santiago sanluqueño nos entendemos mejor como humanos. Después o a su vez vendrán los datos históricos de la fecha en la que se construyó, de qué sucesos ocurrieron en diferentes contextos históricos. En definitiva, creo que estamos ante un "analfabetismo cultural sobre nuestro patrimonio histórico y natural atroz", y a los hechos constatables me remito. Unos ciudadanos, aunque busquen argumentos políticos, mafiosos o de otra índole, que puede haberlos, no permitiría que el patrimonio sanluqueño nos lo estén derribando ante nuestros ojos y nosotros- me incluyo- miremos para otro lado.

Comprendo que muchos no sepan qué hacer, pero no me puedo creer que la gran mayoría se mantenga indiferente porque no encuentren solución al negocio del ladrillo que está hipotecando para siempre y arrancando de nuestra memoria una parte importante de lo que somos. Sanlúcar de Barrameda, y no exagero, hace unos años podría haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, otra cosa es cómo hubiésemos llevado a cabo el desarrollo de la ciudad con ese significativo nombramiento, pero seguro que no derribando casas, bodegas y palacetes, amén del patrimonio inmaterial, todas esas costumbres del habla, y labores antiquísimas que se están extinguiendo para siempre. ¿O alguien pone en duda todavía que Sanlúcar de Barrameda, sin mirarnos al ombligo, fué una de las poblaciones más importante de la Historia Medieval y Moderna de Europa?.


Manuel J. Márquez Moy (Octubre de 2.005)

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