jueves, junio 21, 2007

SE PRESENTÓ EL LIBRO “EL ABANICO DE NÁCAR” ANTE UN NUMEROSO PÚBLICO



La razón de la asistencia masiva en el día de ayer a la presentación del último libro de Paco Márquez Hidalgo en las Bodegas Caydsa pudo deberse a muchas circunstancias. Se me ocurre que la primera de ellas pudiera deberse al cartel que componía dicha presentación: un Narciso Climent siempre seguido por un grupo numeroso de incondicionales por su trayectoria y su buen hacer, un Luis García Garrido, Viceconsejero de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, perseguido por todos, propios y extraños, por su gran profesionalidad y calidad humana, tan escasa en la clase política, Paco Márquez (un quevedesco a la nueva usanza), e Irene García, la nueva Alcaldesa que asistía a su primer acto cultural como primera Regidora del Ayuntamiento y que va dando testimonio del aire fresco que se respira en la ciudad desde el 27 de Mayo.

En definitiva, dejémonos de disquisiciones. La cuestión era la presentación de un libro necesario en estos tiempos de tanta pala y ladrillo, para volver la mirada a un capítulo importante de la Historia de Sanlúcar de Barrameda. A estas alturas, con el acto de ayer, quizás muchas más personas sepan ya quién fue Pepita Tudó. De eso trata el libro. Quizás como dijo Paco Márquez se trate más bien de una biografía novelada con dos protagonistas claves: la citada Pepita Tudó y Manuel Godoy.


Narciso Climent hizo una exquisita exposición didáctica sobre el contenido del libro y el estilo del autor extremeño afincado en Sanlúcar













Sobre el libro y su estilo literario habló el Catedrático Narciso Climent que en su intervención encuadró el trabajo dentro de las novelas históricas, tan de moda hoy día. Pero con el aditamento especial de la picaresca española representada en la figura de Josefa Tudó. No en vano, es ella la que habla en primera persona sobre sus Recuerdos de su vida licenciosa, nacida de la necesidad junto a sus hermanas y su madre Catalina de salir de la pobreza, del hambre, utilizando las artimañas al alcance de sus manos y su cuepo para coquetear nada más y nada menos que con la Corte de principios del siglo XIX. Allí se encontró con Manuel Godoy y la mediocridad aristocrática de la época.

Se rumorea desde hace tiempo, aunque con escasa documentación, que Pepita Tudó vivió en Sanlúcar de Barrmeda. Concretamente en una casona que estaba situada hasta hace poco en la Calle Delcalzas, y calle Misericordia. Algunos autores se inclinan por afirmar que probablemente fue una casona que utilizaba para pasar largas temporadas. En honor a la verdad es casi normal que Pepita no aparezca en archivos de ese periodo, pues su vida tan escandalosa para la época que le tocó vivir no le dió ese protagonismo para aparecer su nombre en legajos de aquel tiempo, aunque se codeara con Goya, Godoy, Cayetana de Alba, Carlos IV, o Leandro Fernández de Moratín.


De izda. a dcha. en la imagen Paco Márquez, el autor, Irene García, Luis García Garrido, y Narciso Climent.













Tuve ocasión con su último propietario, el entonces ya octogenario Julio Hidalgo de visitar la casa y hacer un documental sobre ella en 1.997, en la Serie de TV “Sanlúcar, paso a paso”. Julio, ya fallecido, me enseñó una casa abandonada pero con aires de haber tenido una floreciente vida en tiempos atrás. Muebles desvencijados, dormitorios con cuadros y fotografías carcomidas por la humedad. Un jardín selvático. Julio era consciente de la importancia del inmueble, incluso porque fue su casa desde niño y me recordaba sus memorias cuando su madre y sus hermanos se escondían bajo la mesa de la cocina cuando la Guerra Civil llegó a Sanlúcar.
De todos modos, aun siendo pocos los documentos de aquélla época del XIX hacen pensar que la Tudó anduvo por Sanlúcar y se hospedó en esa casona.



Casi todo el nuevo Equipo de Gobierno estuvieron presentes en el acto. En la imagen, Mª José Valencia, Inma Muñoz, Rafael Louzao y Juan Pérez Vega











El contexto de la prsentación de este libro se sitúa en las labores del Centro de Rehabilitación de Viviendas que la Junta de Andalucía tiene en la calle Mesón del Duque. Y con este libro se pretendía transmitir a los habitantes de Sanlúcar de Barrameda la importancia de la conservación del casco histórico, porque queramos o no, está asociado a historias que se prestan hoy día a la literatura, como el caso de “El abanico de nácar”, pero también a la Historia con mayúsculas de esta tierra, que ha venido guardando celosamente su memoria entre las callejuelas de la calle Cuna, o la calle Cristo de las Aguas, o la Fuente Vieja. El conocer esta historia y su vinculación a nuestro patrimonio, a nuestros antepasados, y a nuestros presentes, a las personas que hoy habitan esas casonas, casas de vecinos, o viviendas modestas contribuiría a la felicidad de todos. Aunque para eso, como bien señaló Luis García Garrido, hay que procurar y luchar no sólo por conservar ese patrimonio y rehabilitarlo, sino conseguir que la gente que lo habitan sean también felices en esos mismos lugares donde nacieron y han vivido desde su infancia o juventud. Y esa felicidad se consigue incorporando comodidades para personas de cierta edad, para los comercios, para la juventud, para que no huyan del casco histórico, sino que vean esos espacios incluso como zonas privilegiadas de la ciudad.

La Alcaldesa se comprometió en seguir en esa línea de recuperación y evitar las demoliciones, al igual que criticó con severidad tanto vandalismo inmobiliario Narciso Climent, harto, al igual que tantos de que el ladrillo mantenga esa batalla contra la cultura.


Leer “El abanico de nácar” puede ayudarnos a entender ese mensaje y a crear vínculos emocionales con la historia y los edificios históricos de nuestra ciudad y con su gente.

Manuel J. Márquez Moy











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