viernes, febrero 08, 2008

¡A LA PLAYA!




Estas dunas de la Algaida de Sanlúcar, del hoy Espacio Natural de Doñana, proceden de las playas de Sanlúcar de unos siglos atrás.







Muchos han descubierto que la playa puede ser un lugar de ocio, un valor turístico y el lugar desde donde se puede mirar a la “otra banda”; y si llevas unos prismáticos descubrir cómo gamos, ciervos o jabalíes se mueven por el litoral de Doñana, a la altura de la Punta de Malandar. Y digo que muchos lo han descubierto porque aunque hubo gente que siempre reivindicó la playa como un espacio ecológico más, aparte de las marismas, la Algaida, los Pinares de Bonanza, el siempre olvidado Alto de las Cuevas, y otras zonas, -habían científicos e investigadores que nos acercamos desde hace más de 20 años a ver el curioso Acantilado del Espíritu Santo, todo un museo vivo de la geología sanluqueña- sólo se reconocía como un lugar de veraneo. Se investigaba también en la playa de las Piletas el proceso de formación de las dunas costeras, que constituían un maravilloso tren –así conocido técnicamente- de pequeños montones de arena, muy calcáreos, procedentes del desgaste, del desmoronamiento tras el batir de las olas, mar adentro de la roca ostionera, que es la que conforma la siempre peligrosa Barra del Guadalquivir. Pero es ahora cuando se ha descubierto que la playa es más rentable como lugar no sólo donde urbanizar de manera brutal, como se ha venido haciendo, sino que guarda unos recursos que pueden llegar a ser una mina. Aunque cuidado con los especuladores de los negocios verdes y ecológicos, que a veces son incluso los tecnócratas, como lo hicieron con los Parques Nacionales y Naturales, que ahora van con la zarpa hacia las energías renovables y el litoral.
(Abajo a la izda) Reconstrucción de cómo pudo ser el batir de las olas contra las rocas ostioneras que disgregaba los fondos de la broa del Guadalquivir arrastrándolos hasta la playa.
















Barra de fondos arenosos y rocosos que durante miles y millones de años, han ido aportando la arena para que tras ir acumulándose en un lugar donde rompían las olas poco a poco hicieran posibles extensiones de arena. Arenas, que como casi todo el mundo sabe hasta mediados del siglo XV ocupó las primeras playas de Sanlúcar en todo lo que es la línea que divide justamente el Barrio Alto del Barrio Bajo.


Una vez que el mar se fue retirando por el movimiento de las placas continentales a través de regresiones y transgresiones hasta casi el lugar que ocupa hoy, el oleaje y el viento de Poniente (SO) permitía que la arena que era arrastrada hasta la orilla siguieran formando playas. Tal acumulación de arena que con el transcurrir del tiempo creó un proceso curiosísimo, que comenzaba con las dunas embrionarias, las más cercanas a la orilla, hasta dunas de treinta metros, tierra adentro en dirección NE (Noreste) constituyendo auténticos desiertos.

Muchas plantas anuales, o algún pecio o piedra o concha, permitía ese espléndido espectáculo de la Naturaleza llamado tren de dunas. Una tras otra. Creándose día a día, sin prisas, mientras en el camino crecían entre las dunas secundarias alhelí de mar, ombligo de Venus, cardos, y en las de mayor tamaño el barrón, juncos, y cuanto más tierra adentro, las dunas iban adquiriendo mayor tamaño y eran más las especies vegetales que las colonizaban. En el hoy Acantilado del Espíritu Santo, había un bosquete espeso, antes incluso del desaparecido Castillo. Un bosquete mediterráneo de grandes arbustos, donde según los Archivos Ducales de Medina Sidonia, habitaban lobos (para sorpresa de muchos), allá por el siglo XVI-XVII. Curiosamente los últimos que vivieron en la Algaida de Sanlúcar estuvieron hasta el siglo XVIII.


Gráfico aproximado del recorrido de las dunas desde la playa hacia el interior, donde en su último estadio son fijadas por un bosquete, en el caso de Sanlúcar, mediterráneo. (Clickear en el gráfico para ampliar). Sólo es para hacerse una ligera idea.






Pero volviendo a las dunas, a medida que avanzaban tierra adentro, estas dunas móviles iban adquiriendo mayor tamaño y la vegetación era cada vez mas apretada, variada, y de matorrales más consistentes. Pero no olvidemos que este proceso se incrementa a partir del siglo XV, que es cuando la retirada lenta y paulatina del mar, desde la actual calle Regina, Bretones, Divina Pastora, va dejando una extensísima planicie arenosa, inmensa. Entonces el viento de Poniente y los demás procesos geológicos y biológicos comienzan una y otra vez a formar los trenes de dunas, que llegan a alcanzar la actual Algaida y los Pinares de Bonanza (antes denominados de Barrameda). Es decir, las dunas hoy presentes en estos Pinares, nacieron en la desembocadura del Guadalquivir, a la altura de la actual Playa de la Jara o de la Media Legua, o la Playa de las Piletas. Hoy sólo quedan testimonios de aquel proceso ecológico, con pequeñas dunas con barrón en la Playa de las Piletas. Toda la urbanización en los años cincuenta y sesenta del siglo XX del Cabo Noval, Cerro Falón, Mazacote, acabaron evidentemente con este proceso natural al interponerse en el paso natural del avance de las dunas. En otro momento seguiremos con crónicas y procesos ecológicos de las playas de Sanlúcar.




Dunas testimoniales en la Playa de las Piletas donde empezaban a formarse los trenes de dunas móviles















Manuel J. Márquez Moy

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