sábado, octubre 04, 2008

LOS TURDETANOS, SEGÚN EL PROFESOR DIEGO RUIZ MATA



Diego Ruiz Mata (en la foto), en unas canteras del s. XV en la Sierra de San Cristóbal, durante el rodaje que hicimos de una serie. Toda la zona está llena de una necrópolis fenicia. El Profesor y Arqueólogo Diego Ruiz Mata es uno de los máximos expertos internacionales en la cultura fenicia y tartésica, siendo Director desde hace más de 25 años del Yacimiento Arqueológico del Castillo de Doña Blanca. Presentamos aquí una serie por capítulos para ayudarnos a entender mejor el mundo "turdetano" en este área próximo a Doñana.
Este artículo trata de la cultura turdetana, su época de formación, extensión por Andalucía Occidental, los textos de Estrabón y contrastación con los datos arqueológicos y aspectos de su cultura material. Parto de la base de que los turdetanos son los continuadores de los tartesios, o de los grupos sociales del mundo orientalizante, y no hay razón alguna para ver en ellos un origen en la cultura griega o cartaginesa. El término de turdetano es empleado por los historiadores griegos y romanos a partir del siglo III a.n.e., lo que no supone un pueblo distinto al anterior de época orientalizante, sino una nueva situación tras una momentánea crisis, que principalmente afectó a la región onubense, pero no a la Bahía de Cádiz. No hay razón para verlos como elementos étnicos distintos a los anteriores, sino situaciones políticas y socioeconómicas distintas. Al contrario de lo que puede parecer, según algunos autores, desde finales del siglo VI a.n.e. el Bajo Guadalquivir y la Bahía gaditana vivió un momento de esplendor, como se advierte en el registro arqueológico.
En este trabajo se aborda, mediante diferentes estratigrafías conocidas, entre las que destaca las del Castillo de Doña Blanca, las fechas de sus comienzos y de su disolución e interacción en los siglos de la República romana. Se discute asimismo la tesis de la fundación de Itálica, hacia el 206 a.n.e., y los trabajos estratigráficos efectuados especialmente en el Pajar de Artillo, cuya fecha de comienzo no queda muy clara y puede dudarse de su cronología inicial y secuencia estratigráfica. Sucede lo mismo con otros materiales turdetanos hallados en otras excavaciones en la ciudad romana de Itálica.
Los demás puntos se refieren a ejemplos y sistemas urbanos de ciudades turdetanas, sistemas de fortificaciones, casas de campo, factorías de salazones, aspectos económicos y los tipos cerámicos más característicos que definen esta etapa histórica y sus diferentes fases. Por último, el problema tan debatido de las necrópolis y el hallazgo de las tumbas turdetanas de la ciudad de Mesas de Asta. Se alude escuetamente al problema de los libiofenicios, mencionadas en las fuentes, defendidos por algunos autores como habitantes de la zona, cuyas huellas no se advierten en el Bajo Guadalquivir.
Se pretende, en suma, en este trabajo analizar algunos de los puntos esenciales de esta época tan importante y activa, desde puntos teóricos de sus significados políticos, sociales y económicos, como factores de desarrollo y de transformación de las estructuras de época orientalizante. Los trabajos efectuados en el Castillo de Doña Blanca han sido de gran importancia para delimitar el tiempo y la cultura material turdetana, siendo hasta ahora el poblado más importante para abordar este problema.

INTRODUCCIÓN
Pese al interés de los turdetanos en el proceso protohistórico del Bajo Guadalquivir, los estudios hasta ahora han sido parcos y no se posee aún gran conocimiento de ellos en muchos aspectos de su cultura material, socioeconómicos y de proyección ideológica. Incluso no hay uniformidad sobre el origen y formación de esta cultura, y no se han precisado del todo las fases que la conforman. Tan escasa dedicación a esta época histórica se debe en el Bajo Guadalquivir a que se ha oscurecido por el interés hacia Tartesos y a la época orientalizante, adonde se han dirigido todos los esfuerzos de la mayoría de los investigadores de la protohistoria. No obstante, en estos últimos años, se ha acumulado una información suficiente para abordar siquiera los aspectos de la extensión de esta cultura, su periodización, el elenco tipológico cerámico y retazos de su arquitectura. Algunos aspectos son los que vamos a abordar sobre la Turdetania y turdetanos.
En la actualidad trabajo sobre un libro que tratará, además de estas cuestiones, la economía, innovaciones tecnológicas y estructuras sociales. Me detendré por tanto sólo en algunos puntos que me han parecido de interés, dentro de la complejidad de estas sociedades históricas prerromanas, que pervivieron durante la mayor parte de la época republicana romana.
La hipótesis que sostengo, en lo referente a su origen étnico, es que los turdetanos, o tartesio-turdetanos, como también podría denominárseles, habitaron prácticamente la misma zona de los tartesios, que son sus continuadores y su cultura surgió como resultado de nuevas condiciones económicas y políticas, tras la supuesta crisis del siglo VI a.n.e. Podemos hablar de ellos desde la segunda mitad del siglo VI hasta época romana, y en mi opinión no constituyeron una realidad intrínsecamente distinta a la tartesia, y ni púnicos, o cartagineses, y en el caso de la Baja Andalucía ni los griegos tuvieron un papel relevante en su formación. La visión etnocéntrica helenizante, esgrimida tantas veces como factor indispensable para la formación de la cultura ibérica, desde posiciones también difusionistas, no tienen cabida en esta región, pese a la evidencia de los contactos comerciales en los siglos V y IV a.n.e. Lo cual no significa una sociedad cerrada, sino enmarcada en un contexto cultural y económico muy amplio, en una red de relaciones comerciales y políticas, que actualmente se podría definir un “sistema mundo” (“world system”) de gran complejidad.
Los turdetanos son los descendientes de las gentes de época orientalizante, asentados en ese mismo territorio, en una coyuntura socioeconómica distinta, en la que Gadir debió jugar un papel de importancia, sobre todo como centro comercial tras la pérdida de los mercados orientales, e incluso de mercados peninsulares. Pero también se advierte una reorientación, tanto en los sistemas de producción como en los destinos de los productos hacia nuevos mercados del Mediterráneo central y norte de África. Las razones económicas ya no son necesariamente los metales –sobre todo la metalurgia de la plata desde los siglos VIII al VI a.n.e.– sino en los productos agropecua­ rios y pesqueros, como tendré ocasión de mencionar.
Diego Ruiz Mata, colaborador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"

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