miércoles, enero 07, 2009

LA ALCALDESA DE SANLÚCAR Y SUS ÍNTIMOS POLÍTICOS SE HAN QUEDADO EN UNA NUBE DE CRISTAL, CON EL “SÍNDROME DE STENDHAL” O FROTÁNDOSE LAS MANOS



Hay que reconocer que José Luis Rodríguez Zapatero cautiva o es capaz de producir un efecto casi mesiánico por donde va, en las distancias cortas. No me extraña el silencio, a pesar de las fiestas navideñas, que hay en la ciudad desde que el pasado 31 de Diciembre inaugurara oficialmente la “Casa del Pueblo”, para que “la honraran y dignificaran atendiendo a todos los ciudadanos sin distinción”, según comunicó poniendo acento en la frase el Secretario General del PSOE. Es como si Zapatero hubiera obrado un milagro y reducido a minucias y meros cotilleos de peluquería lo que otros hemos visto durante un soporífero año y medio de gestión municipal horrendo como gigantes cervantinos.

Sin embargo, Irene García y sus más íntimos se han frotado las manos porque ha alcanzado el cenit político de manera momentánea declarando a Zapatero como su ángel de la guarda. Y como Zapatero es alguien dadivoso y educado, le ha prometido que va a cuidar de Sanlúcar de Barrameda.

Lo que no sé es cuánto durará este idilio político próximo al síndrome de Stendhal (escritor francés del siglo XIX), esa enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo,, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte, según una definición clásica, que en este caso ha podido ser la presencia física con el aura y el don de oratoria sublime de Zapatero el día de la histórica inauguración, y que haya dejado a más de uno o una de los asistentes con tan magna ensoñación.
Aunque cuando la hartible crisis caiga en una depresión sin fondo conocido, vamos a ver a dónde llegamos. Por lo pronto, y no es poco, un buen número de sanluqueños se van a beneficiar de los aguinaldos de Zapatero y Chaves. Lo malo es que no hay para todos, como antes, pero ahora con el verde esperanza desteñido y harapiento para jóvenes, padres y madres de familias que se verán en situaciones dramáticas, como ya está ocurriendo. ¿Y qué culpa tengo yo de la crisis?- dirá Irene García. Insisto una y otra vez. Sanlúcar de Barrameda tiene tres crisis, tres. La internacional, la nacional y una endémica, autóctona que arrastramos desde hace lustros, que es la local. Y como hay tanto caos, ya la gente, la ciudadanía, no distingue la una de lo otra, es decir, las facturas de las comidas de Marco Antonio Caballero (PP), con los activos tóxicos comprados en el exterior por Emilio Botín. La diferencia es que el Gobierno de Zapatero ha dado dinero para que Emilio Botín pague sus deudas cuando el plazo ya estaba apurando, y a Marco Antonio no sé quién le pagará sus comidas.

Pero entre este río revuelto de tanta crisis Irene García y sus íntimos políticos se frotan las manos porque qué mejor escudo para sus desatinos, y fracasos para ampararse utilizando como excusa inmejorable que si las cosas no salen bien y no progresan en Sanlúcar es debido a la crisis. Y uno se va silbando bajito pensando que la crisis nuestra, de aquí de Sanlúcar, la de toda la vida, aún no se ha afrontado porque no le ha dado la gana a Irene García y al Comité de Empresas y Junta de Personal del Ayuntamiento, que si bien han acertado en ciertas cosas, falta que nos expliquen a los ciudadanos muchas cuestiones en cuanto a la economía municipal, que ésa si tienen el deber de explicarnos con puntos y comas.

Sólo es eso, que no es poco.


Manuel J. Márquez Moy

1 comentario:

  1. Anónimo8:52 p. m.

    Qué idílico Rojo y Negro de Sthendal los carruajes donde se acomodaban el señor y la dama en un ambiente negro pero no de sombras si no de amor evanescente como las rosas que no son negras

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