miércoles, marzo 28, 2007

EL AYUNTAMIENTO DESTROZA UNA PARTE IMPORTANTE DE LA ZONA DE MAYOR VALOR CIENTÍFICO DEL PINAR DE LA ALGAIDA
















La llamada zona de "Las Cabrerizas" en el Pinar de la Algaida, incluído en el Espacio Natural de Doñana se ha dañado muy seriamente el conjunto de uno de los ecosistemas más interesantes del monte. Esta zona es de especial importancia por su valor ecológico. Con esto me quiero referir que la función que en interrelación contínua desarrollan suelo, herbáceas, arbolado, fauna es de vital necesidad para la conservación de la biodiversidad de este área de Doñana en Sanlúcar de Barrameda.























Uno de los álamos blancos descuajados











El Ayuntamiento de la localidad concede cada cierto tiempo licencias para la tala de pinos o eucaliptos para el aprovechamiento de los ciudadanos, previo pago de sus correspondientes tasas. Normalmente se concede con facilidad los eucaliptos, ya que progresivamente, esta especie alóctona, introducida en España a finales del XIX y principios del XX, perjudicial en muchos casos, no todos, se van sustituyendo por especies naturales de este paisaje de monte mediterráneo.




En cuanto a los pinos se suele seleccionar algunos muy dañados, pero en una cantidad mínima de cinco o diez ejemplares.










Un lirón careto, habitante habitual de esta zona





Hay lugares del Monte destinado para este cometido de talas para el aprovechamiento maderero. Pero el Ayuntamiento ha tenido la desagradable idea de conceder la licencia, no entiendo todavía por qué, de la tala de eucaliptos en esta zona de las Cabrerizas, donde como he introducido el ecosistema está interrelacionado de una manera muy óptima para la conservación del medio. Estos eucaliptos de gran porte, con la responsabilidad del Guarda Municipal, han sido talados llevándose por delante a unos ejemplares de álamos blancos centenarios (Populus alba), que cumplían una función de cobijo para una interesante fauna. Además corresponden a una repoblación efectuada en el siglo XVII, siendo el cobijo de varias especies de rapaces nocturnas, topillos, reptiles, zorros, tejones, ginetas, lirones caretos y una gran población de ruiseñores.















El autillo, otro de los moradores de esta alameda, principalmente utiliza como zona de cazadero de los numerosos topillos, musarañas, y ratones.










El lugar era y es uno de los más deliciosos del monte, con características semejantes a los llamados bosques galerías, pues es donde más variedad de especies diferentes concurren en un apretado matorral situado en el denominado ecotono, zona de transición entre dos ecosistemas diferentes, como es el caso del mundo impresionante de la marisma y los numerosos vericuetos del monte y con el nivel freático muy cerca de la superficie.





















Uno de los ejemplares centenarios que todavían quedan que le dan un aspecto selvático al monte, donde ascienden por su viejo tronco candiles, madreselvas, clemátides, zarzaparrillas y nuezas.




Es incomprensible que hasta en cuestiones tan delicadas como la gestión del medio ambiente natural se cometa este tipo de atropellos. Y para aquéllos que vean lo mismo en un paisaje marismeño que en el pinar, sólo recordarles que es una de las zonas más interesantes desde el punto de vista científico. Ya en décadas atrás, cuando el agua invadía en los cincuenta-sesenta del siglo XX este área concreta, existía en estos álamos unas "pajareras", tipo a las que hoy se conocen mundialmente que están presentes en los alcornocales de Doñana, en la otra banda. En ella instalaban sus nidos las ardeidas (diferentes tipos de garzas).



El máximo responsable de esta salvajada es el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, pero el caso es que hemos perdido para siempre estos centenarios álamos de la zona también conocida como "Los Álamos de Enmedio" y algún ejemplar también en el "Refugio de Don Fabio", nombres vernáculos propios de la zona.
















La rugosidad de la corteza y su color oscuro delata la vejez del álamo blanco. En la imagen otro de los álamos blancos descuacajados tras la caída de los eucaliptos talados encima de su porte.


Manuel J. Márquez Moy























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