lunes, julio 16, 2007

ME PASA ALGO




La otra noche, sobre las dos, fuí a dar una vuelta al paseo marítimo. Quería observar cosas. La conducta de muchos jóvenes que andaban por todos lados. Aquí y allá. La mayoría formaban pequeños corros con botellas de alcohol y refresco a sus pies, mientras charlaban en una noche de sábado templada. Otros lo hacían junto a un coche con música estridente, y otros también con la música a unos decibelios aceptables. Había una pareja andando de Polícías Nacionales. La circulación era un tanto caótica. Adelantamientos indebidos y algunos con buen comportamiento con sus ciclomotores. Más al fondo había dos parejas de Policías Locales. Se quejaban del caos. Paraban una y otra vez a coches que circulaban con la "discoteca incorporada". Pero según me comentaban, se sentían desbordados. Con un solo coche y atentos por si surgía algún caso urgente en otro extremo de la ciudad.



Algunos apelaban al cumplimiento de la Ley con los botellódromos correspondientes. Ya he hablado en muchos casos de que esa no es solución, es un parche, un "no sabemos qué hacer con esto" y los metemos como borregos en un establo. Evidentemente hay coincidencias en la conducta que percibimos. Todos haciendo botellona. Pero la realidad de cada uno de ellos es todo un mundo. Coinciden quizás en la edad, en situaciones comúnes, aunque cada uno las expresa como puede y con quien puede. No siempre confían en la pandilla y ni siquiera en sus padres, nada raro. Algunos incluso se esfuerzan lo inimaginable para no ser marginados por el grupo: beben sin querer, consumen en muchos casos, no todos, sustancias tóxicas sin querer, mantienen relaciones sexuales por miedo a ser rechazados por sus iguales. No todos son agresivos y violentos, en definitiva, son jóvenes y eso es lo único que les une desde mi punto de vista. Para ejemplarizar lo que afirmo, tras muchos años andando con jóvenes adolescentes y analizando sus costumbres y conductas transcribo hoy una carta, donde por razones de guardar la intimidad, no hace falta decir el nombre de su autora. Joven de 15 años, con dudas. Problemas matrimoniales de sus padres. Hice la labor de tutor suyo con el consentimiento de la madre, porque ya estaba en un alto riesgo de consumo de drogas. Había empezado con el hachís, sin que ella sospechara de que yo lo sabía y había empezado a coquetear con la cocaína. Para mí la carta cuando me la entregó fue estremecedora. Os la dejo de ejemplo de cómo puede llegar a pensar una joven de 15 años, que si no encuentra apoyo emocional positivo, pues tristemente lo hará en otros apoyos nocivos. Mi nombre ha sido sustituído por el pseudónimo de "Eduardo". Para completar algunos datos contextuales, la joven estuvo a punto de quedar embarazada por tres veces. Y sin el conocimiento de sus padres había viajado varios fines de semana a Cádiz y Puerto de Santa Mª en un coche con presuntos amigos de juerga hasta el amanecer. Sé que todo es muy discutible, por lo del los deechos y deberes, pero quisiera en otro artículo analizar esos aspectos con mayor profundidad.





















Dos imágenes del pasado fin de semana en el Paseo Marítimo
Carta testimonial (Documento Huellas "Adolescentes")
"ME PASA ALGO. Hoy, ayer, mañana....todos estos días son muy raros. Hay algo que falla, me agobio, no sé qué hacer, no pienso...no consigo escuchar mi interior.
- La pelea de mi hermano ha sido grave, mucho. Esta familia baja, baja y baja, no hay fondo, pienso que esto es peor que lo que pasó ayer, pero mañana pasa algo peor de lo que pasó hoy.
- Tengo novio, ¿novio?. Es alguien a quien empiezo a querer, parece buen chico y que está bien conmigo. ¿Ha borrado a Antonio?. Sí, por fin. Ahora no pienso en él, sólo me trae malos recuerdos y una preocupación, no profunda, si no más bien superficial, quizá sea mejor estar lejos de él, lo es.
- Me acaba de llegar un mensaje de EDUARDO, otra vez miedo de lo que me diga, pero ¡¡parece que tengo miedo a todo!!, a que me descubra que no soy tierna, ni dulce, ni buena...todo eso sólo me lo levantan sus ojos, cuando los miro me transformo, me hace feliz aunque a veces peleemos, los dos sabemos que hay “algo”, que tenemos que estar juntos...

Eduardo y yo....es raro todo esto, él sigue unos conceptos de amistad muy raros. Yo quiero ser su amiga, hablar con él, verlo, saber qué está haciendo en algún momento, que me aconseje, que CONFÏE EN MI, que no se parezca a mis padres.

Tengo 15 años, y él 33 creo, y él ya sabe lo que es vivir, ya tiene “sus palos daos”,
Pero yo empiezo a florecer ahora; creo que me quiere demasiado y por eso se preocupa tanto, pero a veces agobia un poco. Soy sincera pero no del todo, no me abro lo bastante; con nadie lo hago, casi nadie sabe lo que llevo dentro, ni siquiera yo.

Eduardo me quiere y sé que él me ayuda, me gustan sus charlas, me hacen pensar....
Yo quiero ser de una manera, y no lo consigo. Hago cosas, o pienso cosas, y después digo: “Pero esto a qué viene?”. Kiero estar tranquila, pero me pngo muy nerviosa, Kiero ser amiga, pero no lo demuestro, kiero decir algo y no sé hablar, kiero conocer a mi corazón, a mi alma, a mi interior, pero ellos no me kieren, me cierran las puertas. Una vez escuché que hay que conocerse a sí mismo para conocer a los demás.
-El mundo; es muy raro, a “mi gente” les caigo bien, creo. ¿Y mis amigas?. No tengo, sólo 2 ó 3. ¿Por qué no puedo hacer amigos? ¿Por qué soy orgullosa? ¿Por qué soy como soy?. Voy a tener que poner cartelitos por todas partes para recordar cómo quiero ser; yo lo pienso y después vuelvo a las andadas.
Últimamente lo hago todo, aprovecho al máximo el tiempo, ¿cómo se va a acabar el tiempo?. Tengo que tranquilizarme, un poco. Kiero vivir sola, encerrarme en mi cuarto con mi música y mi tabaco. Yo sola. Sin nadie que me haga ni feliz, ni daño alguno. Yo sola. SOLA.
Pero no puedo hacer eso, ¿o sí? ¿cómo?.
Hoy me he dado cuenta de una pequeña cosa: yo salgo por la tarde, pero cuando llego a mi casa pienso que me debería haber quedado aquí. ¿por qué?. No tengo ni idea. Mañana es el concierto de OT y hoy te he echado de menos."






Se pueden sacar muchas conclusiones de esta carta, pero por ahora sólo me gustaría que se pensara un poco en que cada joven que está en esa botellona tan molesta para todos, la responsabilidad no es únicamente de un numeroso grupo que adquieren los mismos comportamientos, pero con distintos sentimientos. Y que también hay terrazas en las que otros muchos toman sus copas tranquilamente. El problema principal que yo veo es que en otros tiempos las sustancias tóxicas que hoy circulan en estos entornos antes quedaba sólo relegada a ambientes más marginales, y hoy se han generalizado ante toda la población. Basta que la autoestima, los apoyos emocionales falten para que el riesgo de convertirse en adictos a estas sustancias sea un hecho.






Manuel J. Márquez Moy (Coordinador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria")

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