sábado, julio 09, 2011

"COMPAÑÍA" por Bárbara Alpuente









Vengo de una comida en la que me he bebido toda la producción de Rioja existente en mi comunidad, así que a partir de aquí escribo borracha y que sea lo que Dios quiera (hip). Imagino que no soy la única a la que le ha pasado eso de enamorarse de alguien que no se enamora de ti. ¿No? Si a vosotros nos os ha pasado que sepáis que a mí tampoco…Era por hablar de algo…Centrémonos entonces en esos pobres desgraciados que se han visto atrapados en un desencuentro emocional alguna vez. Lo que de verdad quiero saber es el porqué del sufrimiento al no ser correspondido. Más allá del despecho, el ego, la rabia, la humillación, la tristeza, el vacío…Vale, igual no hay que ir mucho más allá para entenderlo, pero insisto, ¿qué sucede en el fondo?






Pues lo de siempre: el terror a la soledad, que en cada rechazo aumenta y se hace más palpable. Ya he escrito alguna vez sobre el miedo a la soledad y es un poco pobre repetirme, pero no soy yo la que habla, es el alcohol y también tiene derecho a expresarse. ¿ Y sabéis por qué creo que ese terror es la base de todo esto? Porque nos aliviaría mucho saber que, a pesar de que la relación no prospere, ese individuo insensato que ha osado rechazarnos ¡a nosotros! En realidad si nos ama, pero, comienza aquí el Greatest Hits de excusas para no asimilar un rechazo: “Es muy tímido y no es capaz de expresar lo que siente, tiene un bloqueo emocional y no es capaz de expresar sus sentimientos, tiene miedo al compromiso, está en un momento muy distinto al tuyo, es que es muy infantil, acaba de salir de una relación tormentosa, tiene demasiado trabajo, es que le das miedo…” (Me niego a creer que le dé miedo a ningún hombre, a no ser que le persiga con un picahielos por la casa…que todo se andará). O sea, que nos aliviaría mucho saber que, aunque la compañía no sea física, hay alguien ahí para nosotros.






Por eso creo que necesitamos más que nos amen a amar, por eso creo que necesitamos más que quieran estar con nosotros a querer estar con los demás. Por eso mantenemos relaciones muertas, intentando revivir ese aliento agónico con tal de contar con el otro. Por eso existen “amistades” basadas en la inercia o enfangadas en el tedio, o supuestos amigos que no te cuidan y a los que no cuidas pero que siguen llamándote para las cenas navideñas. Igual es el momento de asumir que uno está más solo de lo que creía. Y asumirlo con libertad y transparencia, con la recompensa de saber que respiras honestidad en tu entorno y te alejas de la congestión de la supervivencia más básica. O incluso igual es el momento de entender que uno está más acompañado de lo que cree cuando se ha quedado supuestamente solo.






Lo siento, no soy capaz de expresarlo con más lucidez, pero intuyo que tiene sentido ( de no tenerlo, discupad mi torpeza etílica). Desde la inconsciencia a la que me empuja, animo enérgicamente a que esta vez le echemos un poco de valor y salgamos de la ficción social y el espejismo afectivo. Salgamos del escondrijo vital y pongámonos a prueba. Quizá en ese solitario silencio consigamos escuchar, por fin, el rumor de nuestra propia compañía. Brindo con una última copa (hip). ¡Va por vosotros!.




Bárbara Alpuente es Guionista de TV, Escritora y Columnista de la Revista "Yo Dona"

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