La antigua casa salinera de Santa Teresa en las Marismas de Bonanza y un hermoso paisaje de un caño con toda una espesura de barrón (Spartina densiflora)
Nuestra área de actuación se ve condicionada por la presencia de un parque natural que se encuentra en el ámbito de Doñana y las respectivas Marismas del Guadalquivir.
Sanlúcar de Barrameda ha sido una población que tradicionalmente ha consumido durante siglos los recursos naturales que el Coto de Doñana ofrecía. No olvidemos que la capital del Ducado de los Medina Sidonia hasta mediados del siglo XVII estuvo precisamente en Sanlúcar, aunque la influencia de esta casa nobiliaria tuvo gran repercusión en la zona que nos ocupa hasta principios del siglo XX, un período de tiempo largo si nos remontamos a los orígenes del linaje de los mismos, la época de los Guzmanes, allá en el siglo XIV, cuando se crea el Condado de Niebla. Y es que en la otra banda del río existían posesiones de la Casa de Guzmán, de los señores de Sanlúcar, desde el 9 de Octubre de 1.369, que es cuando se crea el Condado de Niebla, primer título nobiliario que los reyes de Castilla conceden a un andaluz.
Estas tierras de la otra banda del río se completaron con la adquisición de Almonte en 1.450 por la misma Casa de Guzmán, instituyéndose por vez primera el conocido camino de Sanlúcar a Niebla (Huelva), o camino Condal que cruzaba el Coto que más tarde se llamaría de Doñana, y por el que transitaban viandantes, carruajes, jinetes y rebaños de ganado, sobre todo sanluqueños que se dedicaban a aprovechar los recursos de estos montes con el permiso expreso de los Guzmanes. Este camino Condal, se convertiría no muy tarde en el hoy famoso Camino del Rocío que aprovecha esta Cañada Real que va desde Las Marismillas a la aldea de El Rocío para realizar sus romerías y peregrinaciones. Es decir, estamos hablando de un período de seis siglos aproximadamente en los que Sanlúcar, a través de esta casa nobiliaria son propietarios del Coto de Doñana. Madera, carbón, leña, miel, aves y otros animales, son muchos de los recursos que han aprovechado los sanluqueños del hoy Parque Nacional, o Espacio Natural de Doñana.
Y por otro lado tenemos las zonas de la Algaida y las Marismas de Sanlúcar, lugares de contínua actividad por parte de la población sanluqueña. Actualmente esa vinculación directa de aprovechamiento económico tradicional ha sido sustituída por la hoy llamada industria turística, principalmente desde que el Coto de Doñana fuera declarado parque nacional en 1.969, lo que ha conllevado numerosas restricciones para los usuarios y lugareños; e igualmente en el caso de la Algaida y las marismas de Bonanza, que fueron declaradas parque natural en 1.989, aunque en este caso con limitaciones con respecto a su uso, menos severas que en el parque nacional.
La flor del Jaguarzo en el Pinar de la Algaida
Sanlúcar de Barrameda ha sido una población que tradicionalmente ha consumido durante siglos los recursos naturales que el Coto de Doñana ofrecía. No olvidemos que la capital del Ducado de los Medina Sidonia hasta mediados del siglo XVII estuvo precisamente en Sanlúcar, aunque la influencia de esta casa nobiliaria tuvo gran repercusión en la zona que nos ocupa hasta principios del siglo XX, un período de tiempo largo si nos remontamos a los orígenes del linaje de los mismos, la época de los Guzmanes, allá en el siglo XIV, cuando se crea el Condado de Niebla. Y es que en la otra banda del río existían posesiones de la Casa de Guzmán, de los señores de Sanlúcar, desde el 9 de Octubre de 1.369, que es cuando se crea el Condado de Niebla, primer título nobiliario que los reyes de Castilla conceden a un andaluz.
Estas tierras de la otra banda del río se completaron con la adquisición de Almonte en 1.450 por la misma Casa de Guzmán, instituyéndose por vez primera el conocido camino de Sanlúcar a Niebla (Huelva), o camino Condal que cruzaba el Coto que más tarde se llamaría de Doñana, y por el que transitaban viandantes, carruajes, jinetes y rebaños de ganado, sobre todo sanluqueños que se dedicaban a aprovechar los recursos de estos montes con el permiso expreso de los Guzmanes. Este camino Condal, se convertiría no muy tarde en el hoy famoso Camino del Rocío que aprovecha esta Cañada Real que va desde Las Marismillas a la aldea de El Rocío para realizar sus romerías y peregrinaciones. Es decir, estamos hablando de un período de seis siglos aproximadamente en los que Sanlúcar, a través de esta casa nobiliaria son propietarios del Coto de Doñana. Madera, carbón, leña, miel, aves y otros animales, son muchos de los recursos que han aprovechado los sanluqueños del hoy Parque Nacional, o Espacio Natural de Doñana.
Y por otro lado tenemos las zonas de la Algaida y las Marismas de Sanlúcar, lugares de contínua actividad por parte de la población sanluqueña. Actualmente esa vinculación directa de aprovechamiento económico tradicional ha sido sustituída por la hoy llamada industria turística, principalmente desde que el Coto de Doñana fuera declarado parque nacional en 1.969, lo que ha conllevado numerosas restricciones para los usuarios y lugareños; e igualmente en el caso de la Algaida y las marismas de Bonanza, que fueron declaradas parque natural en 1.989, aunque en este caso con limitaciones con respecto a su uso, menos severas que en el parque nacional.
La flor del Jaguarzo en el Pinar de la Algaida
Por lo tanto, contamos con todo un territorio reservado para mantener la biodiversidad de unos ecosistemas necesarios para nuestra supervivencia en el planeta, pero que se encuentra inmerso en un entorno social que no termina de asimilar y asumir (cuestión de educación) el significado que tienen estas labores de conservación que se vienen ejerciendo en estos espacios naturales protegidos.
Si se quiere conservar el Espacio Natural de Doñana, la sociedad más próxima a estos enclaves necesita comprender que estas zonas protegidas por intereses ecológicos pueden convertirse en auténticos motores del desarrollo de la zona, pero mientras que esta compleja idea se madura actuando en diferentes frentes, habrá que gestionar las compensaciones que la Administración debe ofrecer a las poblaciones que viven influenciados por la protección de estos espacios naturales.
Si se quiere conservar el Espacio Natural de Doñana, la sociedad más próxima a estos enclaves necesita comprender que estas zonas protegidas por intereses ecológicos pueden convertirse en auténticos motores del desarrollo de la zona, pero mientras que esta compleja idea se madura actuando en diferentes frentes, habrá que gestionar las compensaciones que la Administración debe ofrecer a las poblaciones que viven influenciados por la protección de estos espacios naturales.
La vera de la Marisma de Sanlúcar tapizada de manzanillas
La ética conservacionista no es aún un argumento suficiente para que la sociedad se ocupe de vivir en armonía con los parques nacionales o naturales con los que políticos y científicos “colonizan” las tierras de ciertos municipios. O dicho de otro modo, crear y mantener una calidad de vida por medio de espacios naturales protegidos en territorios con una economía deprimida cuesta dinero. Un dinero que no se puede exigir por ahora a los habitantes de estos municipios que se ven “invadidos” por este “nuevo colonialismo ecológico”. Evidentemente esta es la perspectiva general con la que los municipios han venido observando la política de conservación llevada a cabo en este territorio de la comarca de Doñana durante estos últimos cuarenta años.
Si además la misma comunidad internacional está interesada en conservar el patrimonio ecológico y cultural del mundo de Doñana, refrendada por la UNESCO con la declaración en 1984 del Parque Nacional como Reserva de la Biosfera, y en 1.994 como Patrimonio de la Humanidad, la contrariedad entre los habitantes del entorno aumenta, ya que éticamente van asumiendo la importancia de contar en su territorio con estas reliquias, pero no ven la rentabilidad económica que posibilite la prosperidad del municipio. De ahí el rechazo progresivo de Sanlúcar de Barrameda a participar en la política de gestión de Doñana, puesto de manifiesto, por ejemplo, en su autoexclusión del Plan Director Territorial de Coordinación de Doñana (PDTC) en 1.996, aunque este hecho dé lugar a diversas interpretaciones en las que no vamos a entrar.
Si además la misma comunidad internacional está interesada en conservar el patrimonio ecológico y cultural del mundo de Doñana, refrendada por la UNESCO con la declaración en 1984 del Parque Nacional como Reserva de la Biosfera, y en 1.994 como Patrimonio de la Humanidad, la contrariedad entre los habitantes del entorno aumenta, ya que éticamente van asumiendo la importancia de contar en su territorio con estas reliquias, pero no ven la rentabilidad económica que posibilite la prosperidad del municipio. De ahí el rechazo progresivo de Sanlúcar de Barrameda a participar en la política de gestión de Doñana, puesto de manifiesto, por ejemplo, en su autoexclusión del Plan Director Territorial de Coordinación de Doñana (PDTC) en 1.996, aunque este hecho dé lugar a diversas interpretaciones en las que no vamos a entrar.
La belleza inacabable de los paisajes marismeños no son argumentos suficientes para conservar estos paisajes. Los habitantes del entorno no terminan de asimilar la importancia de estos espacios y cómo se puede compaginar con el desarrollo, y más en lugares tan deprimidos económicamente como Cádiz y Huelva.___________________________________________________________________
También es cierto que Sanlúcar de Barrameda no ha sabido o no ha sido capaz de ver en Doñana un valor añadido para el desarrollo del municipio, aprovechado únicamente en muy contadas ocasiones como un reclamo turístico. Actualmente las zonas protegidas en Sanlúcar de Barrameda (Parque Natural) y el conjunto de la población está recibiendo ciertas atenciones promovidas por la Administración, que se concretan en la puesta en marcha de rutas fluviales a través de una embarcación turística, el Real Fernando, el Centro de Interpretación de Doñana, hoy totalmente infrautilizado, dependiente de EGMASA, y el Centro de Recepción de Doñana “Fábrica de Hielo”, que también ha agotado su interés, que gestiona la Junta de Andalucía. Y por otro lado tenemos el “Plan de Dinamización Turística” , fruto del desastre ecológico de la rotura de una de las balsas de las Minas de Aznalcóllar (Abril 1.998), que ha tenido graves repercusiones en la imagen de nuestra ciudad , además de las actuaciones que recientemente están tratando de realizar la Fundación Doñana 21 para agilizar la economía sanluqueña fomentando el desarrollo sostenible en el entorno de Doñana, sin ninguna trascendencia.
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Manuel J. Márquez Moy, Coordinador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"
También es cierto que Sanlúcar de Barrameda no ha sabido o no ha sido capaz de ver en Doñana un valor añadido para el desarrollo del municipio, aprovechado únicamente en muy contadas ocasiones como un reclamo turístico. Actualmente las zonas protegidas en Sanlúcar de Barrameda (Parque Natural) y el conjunto de la población está recibiendo ciertas atenciones promovidas por la Administración, que se concretan en la puesta en marcha de rutas fluviales a través de una embarcación turística, el Real Fernando, el Centro de Interpretación de Doñana, hoy totalmente infrautilizado, dependiente de EGMASA, y el Centro de Recepción de Doñana “Fábrica de Hielo”, que también ha agotado su interés, que gestiona la Junta de Andalucía. Y por otro lado tenemos el “Plan de Dinamización Turística” , fruto del desastre ecológico de la rotura de una de las balsas de las Minas de Aznalcóllar (Abril 1.998), que ha tenido graves repercusiones en la imagen de nuestra ciudad , además de las actuaciones que recientemente están tratando de realizar la Fundación Doñana 21 para agilizar la economía sanluqueña fomentando el desarrollo sostenible en el entorno de Doñana, sin ninguna trascendencia.
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Manuel J. Márquez Moy, Coordinador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"