sábado, julio 21, 2007

MARCHANDO UNA DE SEROTONINAS por Manuel J. Márquez Moy

En la imagen se muestra lo que es una sinapsis, la descarga de información de una neurona a otra, en este caso de Serotonina, donde aparecen también los receptores de esta sustancia básica

















Gracias a nuestro Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal y a sus grandes descubrimientos de los sistemas neuronales hoy se pueden producir muchos avances científicos que nos permiten diagnosticar y conocer las razones de ciertas patologías. Algo que no entiendo bien es el por qué con la que está cayendo, respecto a los numerosos problemas de adicciones y otras patologías derivadas del consumo de sustancias tóxicas, drogas en general entre la población, no se termine por divulgar al menos cómo funciona o altera estas sustancias que se consumen de manera abusiva el funcionamiento del cerebro.

Cada vez que se me presenta la ocasión en distintos foros educativos, en conferencias, o cursos, aprovecho cuando viene a colación explicar de manera muy didáctica, sin entrar en demasiados tecnicismos el funcionamiento del cerebro. Es un asunto apasionante, y no cabe duda que nuestro cerebro es una gran mecanismo natural perfecto.

Cuando uno escucha hablar de las neuronas, los neurotransmisores, las sinapsis, se encuentra con tres elementos o recursos básicos para explicar cómo afecta a nuestro cerebro el consumo de las diferentes drogas. En todo esto tiene mucho que ver una sustancia llamada serotonina que inhibe nuestro propio cerebro, regulando una cantidad enorme de conductas nuestras, el sueño, la alimentación, el placer , el bienestar. Dependiendo de nuestras conductas la serotonina se libera en el cerebro a través de la sangre y riega las neuronas por medio de los neurotransmisores en forma de sinapsis. La sinapsis no es más que las descargas eléctricas (por el sodio y potasio básicamente) y químicas que permiten la comunicación entre las diferentes neuronas.



Santiago Ramón y Cajal, (1852-1.934) a quien le debemos que sus descubrimientos fueran la base de la moderna neurobiología.


















Pues bien, la serotonina, en mayor o menor medida es un elemento esencial que permite nuestra evolución como especie. Efectivamente, hay estudios que demuestran que cuanto mayor capacidad tenemos de generar grandes cantidades de serotonina más posibilidades tenemos de adaptarnos a nuevas situaciones ambientales, aunque este asunto lo dejaremos para otra ocasión, ya que también tiene que ver con el consumo de drogas por parte de nuestros primitivos hasta hoy para ir superando etapas difíciles durante la evolución ante los desafíos del entorno planetario.


Si tomamos, por ser concretos, drogas de éxtasis, repetidas veces, estamos alterando gravemente la función de los neurotransmisores ocupados de inhibir y liberar la serotonina a los diferentes receptores del cerebro que necesitan de esta. Cuando la excitación producida por los estímulos externos de consumo de droga degenera los neurotransmisores encargados de la función correcta del cerebro, es como si “reventara” el neurotrasmisor, o se exprimiera excesivamente. La falta de serotonina , por ejemplo se está estudiando cada vez más, está asociada a los estados de ansiedad, a ciertas depresiones, a psicosis, a estados paranoicos, a trastornos alimentarios, a alteraciones del sueño, a trastornos sexuales, a la fibromialgia, al ritmo cardíaco. Está comprobado que la luz, por ejemplo, activa la serotonina, de ahí que en verano estimule la actividad sexual, y el ánimo. En cambio en otoño-invierno, estamos más propensos por falta de serotonina a las depresiones. Por ello muchas medicaciones son estimulantes del neurotransmisor para que libere la serotonina y nos haga sentirnos mejor, pero no se debe abusar de ellos, para no atrofiar la función serotoniana de manera natural.

Estoy cada día más convencido que si tuviéramos la información precisa nos pensaríamos más hacer uso de drogas, que afectan también a otros neurotrasmisores liberadores de otras sustancias como las endorfinas, las dopaminas, responsables con su carencia de algunos casos de esquizofrenia.

Me aterra pensar cómo con total inconsciencia muchos preadolescentes, adolescentes y jóvenes consumen diferentes tipos de drogas para buscar un mayor placer, sin saber las consecuencias a veces irreversibles. Siempre me gusta insistir en ello, nuestro cerebro es tan perfecto que es capaz de liberar por sí mismo sustancias más fuertes que la propia morfina, sin tener que recurrir a ninguna droga, como es el caso de las endorfinas que genera espontáneamente nuestro propio sistema neurológico.

Pero por lo visto hay que estudiar una carrera universitaria para que de una vez por todas nos expliquen estas cosas. Esto ha sido sólo un breviario. Quizás, y no es la primera vez que escucho esta teoría, la sociedad de hoy necesite del consumo de estas drogas para adaptarse a las exigencias externas del entorno, pero un animal siempre lo hace de manera moderada y por necesidad, y es más que discutible que muchos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes consuman estas sustancias para dar un salto evolutivo.


Manuel J. Márquez Moy, miembro de la Sociedad Española de Biología Evolutiva (SESBE)

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