domingo, junio 21, 2009

SI YO FUERA PRESIDENTA por Bárbara Alpuente

Ayer dediqué la mañana a arreglar cosas. Es decir, a contratar a gente para que arregle cosas. Primero, llega al fontanero, que ya venía cabreadito de casa, así que le enseño dónde está el problema y me dirijo a abrir al electricista, que viene con un gran entusiasmo a arreglarme cuatro enchufes. Luego, llega el que repara el horno. Por alguna razón, todos me tratan como si yo fuera idiota y hacen un esfuerzo sobrehumano para comunicarse conmigo, abren mucho la boca al hablar, como si tuviera que leerles los labios para llegar a distinguir una base de enchufe mixta de una base de enchufe americana. El reparador de hornos me dice muy serio, compungido, con un gran dolor en su corazón: “Me temo que se han fundido las resistencias”.


Me habla como si yo hubiera perdido a un familiar en el quirófano y él fuera el cirujano encargado de darme la noticia, y luego me dice: “¿Sabes lo que son las resistencias?”. Pues mire, no, ¿pero acaso sabe usted lo que es un anagrama, una alegoría, una aliteración, una anáfora? (me extendería más, pero todavía no he pasado de la A).


Y el fontanero me grita: “Te arreglo esto también? Aunque te va a salir un poquito más caro”. Yo, en cuanto oigo un poquito más caro, se me disparan las alarmas y me centro repentinamente en su discurso. El del horno farfulla cabreado: “¿Cómo está esto así?, ¿aquí viven vándalos o qué?”.


Sí, no se lo había dicho, pero han pasado por aquí estos típicos vándalos que hacen la guerra a base de poner a tope los hornos eléctricos hasta fundirlos, usando el grill a diestro y siniestro, como bestias, ¡eso sí que es hacer una revolución y no lo que hizo Lenin con los bolcheviques!. Yo quería que coincidieran todos los técnicos para quitármelo de encima, pero no había contado con que el del horno no pueda trabajar si el electricista desconecta la luz y, asimismo, el fontanero no va a ver un carajo si esto sucede, así que era una cuestión de prioridades que yo debía decidir. ¿Qué arreglo primero: la cisterna, el horno o los enchufes?. Momentos de tensión, parece una secuencia del Oeste, los tres en silencio, mirándose amenazadoramente, y con las pelusas de mi pasillo pasando por delante como si fueran las bolas de paja del desierto. Y, entonces, yo cojo el toro por los cuernos y digo solemne: “¿Alguien quiere un café?”.

Me miran resignados y, sorpresivamente, aceptan con amabilidad mi invitación. Consigo que el ambiente se relaje y acaban charlando sobre los riesgos y problemas de sus respectivos oficios. No es por echarme flores, pero si he podido lidiar con esta situación extrema, creo que tengo conocimiento de sobra para ser presidenta del Gobierno…¿Cada cuánto son las elecciones?.

Bárbara Alpuente es guionista de TV y columnista de Yo Dona

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