Es una joven que conocí hace muchos años, inquieta por las cosas de la Vida, con mayúsculas, que disfruta con la brizna de una hierba que ha florecido con pequeñísimos pétalos y largos estambres, que es capaz de mirar al horizonte y soñar con un mundo mejor y que se esfuerza en que eso se convierta en realidad cotidiana. Familiar, fiel amiga, consejera, sensible, creativa. A veces encontrarse en este mundo de la informática en estos tiempos de vértigo con la familiaridad que transmite con las cosas pequeñas, con esos valores entrañables que hoy se han desvirtuado y cambiado por un código de convivencia social asustadizo, distante, frío, caótico, parece como un espejismo en la red de esta Era de la Información. En un período de entreguerras, te topas con lenguaje sencillo con una receta con olor a poesía, clásica por reiterativa, pero que parece como recuperada de un desván al que hace tiempo que la sociedad no sube. Y Sofía, esta joven cañaílla casada con un joven alemán y que habitan en el norte de Alemania tienen tres niños estupendos y, al menos a mí, entrar en su blog o web es como si entrara en el calorcito humano de un hogar.
Sofía y su familia pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos popularmente como mormones. Un gran sector de la población mundial los considera una secta, por lo que la gente los mira como gente rara, pero son personas con sus filias y sus fobias, como todo el mundo, y entienden la Vida de una manera muy especial para ellos. Quizás deba de pedirle a Sofía que un día nos escriba un artículo sobre los mormones, porque aunque yo me relaciono mucho con ellos desde hace muchos años y conozco buena parte de sus doctrinas, creo que ella está mucho más capacitada para hablar con mayor propiedad sobre ello.
Me gusta mucho la Historia del mormonismo, de sus orígenes e investigar sus pensamientos y costumbres.
A ellos les debo que un buen día volviera a orar, uno de los temas que más me atraen de la religiosidad. Dicen de todos modos que este va a ser el siglo de la muerte de las religiones y en el que la gente asumirá las ciencias como una forma de afrontar los misterios de la Vida con otras herramientas- si se les puede llamar herramientas a las distintas religiones-. La oración en su sentido más profundo de cualquier modo siempre me ha parecido una de las mayores experiencias que puede vivir el ser humano. Un día escribiré sobre la oración, y las diferencias que hay con el rezo, aunque aparentemente parezcan lo mismo.
Pues Sofía es la responsable de que desde 1.993 yo ore todos los días y ya os explicaré esto que puede parecer toda una excentricidad fuera de lugar y de los tiempos que corren.
Pues para aquéllos que quieran saborear el olor a hogar, a ese aire de ingenuida e inocencia cocido a fuego lento pueden visitar la web de Sofía: http://www.consejos-de-omaita.es . Una dirección que evidentemente nos recuerda a esos ambientes sureños de la Baja Andalucía.
viernes, febrero 16, 2007
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