domingo, junio 28, 2009

TRASTORNO por Bárbara Alpuente


Tengo un “déjà vu". He salido a pasear por esta ciudad a la que aprecio bastante y me la he encontrado abierta y desangrada casi por todas las zonas que he recorrido. ¿A qué me recuerda esta situación de exceso de obras simultáneas en Madrid?. Sí, hombre, espera, si esto ya lo he vivido…¿Cuándo fue?. ¿Fue el año pasado? ¿El anterior? ¿O fue el otro? ¡No! ¡Fueron todos ellos! ¡Esto es un cachondeo!. Bueno, ya está bien. ¿Ahora qué es? ¿Qué estáis buscando? ¿A quién os habéis dejado dentro? ¿Cuánto dinero sacáis abriendo y cerrando calles? Tengo la sensación de que el Ayuntamiento puede hacer lo que quiera sin necesidad de dar explicaciones. Cualquier día entrarán en nuestras casas dos operarios vestidos con un mono (a mí si van con mono ya me lo creo todo) y nos dirán: “Tenemos que llevarnos todas las televisiones de plasma, órdenes de Gallardón”. Y como no sabemos de qué coño están hablando, diremos: “Adelante, llévensela, y si quieren además yo les entrego mi primer hijo varón cuando lo tenga”.

A mí me alegra mucho que estas obras signifiquen creación de empleo para muchos trabajadores, pero no estoy segura de que sea la forma más apropiada. Es como contratar a Penélope en un taller de corte y confección. Según termina su trabajo, lo deshace y vuelve a empezar. Pues sí, tendrá trabajo muchos años, ¿pero a costa de qué?

Si al menos levantaran ciertas zonas para habilitar un carril bici supondría un cambio real para la ciudad. Pero no, esto suena a capricho, a negocio, a decisión napoleónica de un alcalde que no quiere a su ciudad. Imagino que este hombre sufre, entre otras cosas, un trastorno obsesivo simétrico agudo. Llega a la Plaza de Colón, se detiene en silencio y dice: “No, no, no, la estatua tiene que estar un pelín más a la derecha”. Su acompañante contesta: “No, Alberto, si ya está en el centro”. Y él insiste con los ojos fuera de las órbitas: “¡No, eso no es el centro, centro!”. Y venga a abrir otra vez. Su acompañante opina con sentido común: “Alberto, esto es una locura y un capricho absurdo”. Entonces, Alberto le recuerda la cifra que cobra a fin de mes y el compañero con sentido común agacha la cabeza musitando: “¿Y quién no se merece un capricho de vez en cuando? ¿eh?, ¿quién?”. Mientras tanto, nosotros esquivamos los escombros para llegar al otro lado y hacernos gymkhanas con los taxistas: “Para evitar Serrano subimos por aquí, y luego para evitar Sol atravesamos por aquí…Sí, creo que en dos o tres horas habremos conseguido llegar a esa esquina”.

Decía Javier Marías el otro día que lo que quieren es que abandonemos la ciudad. Estoy de acuerdo, y propongo que nos hagamos fuertes. Propongo que resistamos el calvario, no debemos dejar sola a esta ciudad en manos de un alcalde insensible, por favor, es ahora cuando más nos necesita. Es muy fácil amar cuando las cosas están bien, pero el amor real también se demuestra cuando las cosas están mal. ¡ Y Madrid está muy mal! Dice el eslogan olímpico eso de yo tengo una corazonada, bien, pues cualquier habitante de esta ciudad, tras pasear un rato por sus torturadas calles, llega a casa más cerca de sufrir un ataque cardíaco.


Bárbara Alpuente es Guionista de TV y columnista de Yo Dona

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