El escritor, Catedrático de Filosofía, José Antonio Marina
Llevo años dándoles vueltas a uno de los asuntos que más me preocupan desde todas las perspectivas y temáticas: La Educación. Sea la Educación Ambiental, la Educación en valores, la problemática de la Educación en el ámbito familiar, en los centros docentes. Parece que es algo que a esta sociedad se nos está escapando de las manos y se percibe claramente mayores signos de agresividad principalmente en un sector de los adolescentes y juventud y también en adultos. Siempre a todo aquél que le ha interesado todo lo relativo a la Educación, educere (sacar todo lo bueno que tiene cada individuo, cada persona), en sus cualidades irremplazables y exclusivas de cada uno, aconsejaba el libro de Fernando Savater: "El valor de educar", o bien "Las semillas de la violencia" del Dr. Rojas Marcos.
Curioso es que haya padres que "dimitan" de su labor educativa con respecto a sus hijos, como el caso de la madre asturiana que saltó a los medios de comunicación hace poco tiempo. Muchos otros, me preocupan más, se muestran insumisos incluso. Puedo entender y comprender a ambas partes dentro del núcleo familiar, y también dentro de los centros con toda la carga de tensiones que existen en la mayoría de los casos. Siempre me interesó la Educación. Hubo un libro que me marcó de adolescente "Lo pequeño es hermoso" del economista Schumacher. Él planteaba que la solución al caos planetario en todos los sentidos era una mayor y mejor educación. De ahí nació mi Programa de Investigación "Diálogos con la Naturaleza" y "Las Huellas de la Memoria".
Para entender y comprender a la sociedad de hoy se requiere una larga meditación y experiencia práctica con los protagonistas directos, que vamos a dejarlos por ahora en el entorno familiar, entorno escolar y de amistad o grupo de calle. Me ha costado muchos años para comprender el lenguaje en el que una gran mayoría de adolescentes se comunican. Es un lenguaje a veces lleno de gestos, no verbal, de intensa emotividad confusa (la que provoca la propia edad más la externa).
Me ha parecido y me parece fuera de lugar todas las críticas que se han vertido sobre la nueva asignatura que se pretende incluir en el curriculum escolar de Educación para la Ciudadanía, y peor aún las arremetidas contra el Filósofo y Escritor José Antonio Marina, probablemente uno de los mejores filósofos de cabecera de este país.
Llevaba días intentando darle cuerpo a un artículo para transmitir la necesidad imperiosa de la asignatura y todo lo que conlleva. Pero me he topado con una entrevista realizada al propio Marina donde deja bastante claro el sentido de la asignatura y del libro de texto que ha escrito para tal fin. Evidentemente he preferido que sean sus propias palabras las que aclaren "el ruido" montado en torno a algo que veo tan natural como contribuir a la educación desde los centros docentes. Él mismo ha afirmado en multitud de ocasiones que la educación es una cuestión que compete a toda la tribu, es decir, desde la familia hasta los vecinos del barrio. Es una labor colectiva. Nuestros hijos son los hijos de todos, de esta sociedad, y la sociedad debería hacer un esfuerzo por colaborar en la difícil tarea de que las nuevas generaciones acepten y asuman una serie de responsabilidades y valores de convivencia. Y ese es un ejercicio lento, paciente y eficaz.
No podemos tratar a los jóvenes con una actitud de marginalidad, como si fueran de otro planeta. Sus costumbres, actitudes y personalidad la han venido aprendiendo de todo lo que han vivido a su alrededor, desde que nacieron, desde sus hogares y barrios. Si abordáramos estos temas con el tiempo que se merecen desde un clima de serenidad seguro que resolveríamos muchos conflictos sociales de hoy día.
A continuación os dejo con la entrevista a José Antonio Marina.
(Manuel J. Márquez Moy)
Hace sólo dos años que escribió un libro titulado “Por qué soy cristiano”, pero hoy se enfrenta a duros ataques por ser el autor de un manual de la nueva asignatura que rechazan los obispos. A pesar de todo, quiere que se debata mucho y seriamente sobre este asunto.
Javier Otero Pedro Corro
15/06/07
¿Qué se juega en la asignatura de Educación para la Ciudadanía?
J. A. Marina.-Cada vez que aparece cualquier problema social (la droga, los embarazos adolescentes, los accidentes de tráfico, la violencia en las aulas o en la familia) la sociedad se vuelve a la escuela para pedir que eduque a los niños en la convivencia, en valores cívicos, en valores éticos. La escuela tiene obligación de hacerlo. De manera que no va en contra de la familia, no va en contra de la religión. Al contrario, va a favor de todo ello, porque su marco obligatorio son los derechos humanos. Y es rarísimo que alguien pueda oponerse a que se enseñen los derechos humanos y su cumplimiento en la vida de todos los días.
Monseñor Cañizares, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, quien se ha convertido en uno de los grandes detractores de esta nueva asignatura
¿Y se entromete en la conciencia moral de los alumnos, como dicen sus detractores?
J. A. Marina.-¿Quién ha dicho que la escuela no debe formar la conciencia moral? Hay un campo para la moral privada y un campo para la moral social. De esto trata esta asignatura. Vamos a dar unos principios éticos cívicos basados en los derechos humanos. Desde el principio ha habido un mal planteamiento. Cuando se empezó a hablar de la asignatura hubo algún grupo de laicistas que dijo “ahora sí que vamos a hacer una educación laica”. Y antes de que aparecieran los programas hubo alarma en la jerarquía eclesiástica, que lo vio como un camino para limitar la enseñanza de la Religión. Pero no tiene nada que ver. Esta es una asignatura de ética.
¿El problema está en que los que se oponen a la asignatura no participan de los mismos principios éticos?
J. A. Marina.-Una cosa son las morales religiosas y otra es una ética que debe valer para todas las morales. Los derechos humanos protegen a todas las religiones. Debemos señalar un marco ético de valores universales donde todas las religiones se encuentren cómodas, mientras no entren en contradicción con los derechos humanos. Necesitamos una ética universal.
¿Será que los obispos no comparten algunos valores de esa ética universal?
J. A. Marina.-No creo. Creo que están en una postura de desconfianza. Eso sí, intentando mantener la exclusiva de la educación moral. Pero creo que hay algo más. Una parte importante de los contenidos se daban ya en la asignatura de Ética. ¿Por qué no habían protestado antes? De hecho, hay voces como la Federación de Religiosos de la Enseñanza, que la ven compatible con su proyecto educativo. Creo que es una desconfianza infundada.
¿Qué le parece que los obispos digan que la asignatura impone el relativismo moral?
J. A. Marina.-No puede imponer el relativismo moral porque tiene que defender los derechos humanos, que es un marco ético fundamental y universal, o el de la Constitución, que es un marco ético muy riguroso. Yo les pediría a los obispos que, en vez de enfrentarse, dieran su impulso a esta asignatura.
¿Es malo, como dicen los obispos, que se evalúe la conciencia moral de los alumnos?
J. A. Marina.-¿Cómo no vamos a entrar en la valoración moral? Es que están confundiendo las cosas de tal manera... Debemos fomentar la conciencia cívica de nuestros alumnos. Enseñarles que hay comportamientos buenos y malos, justos e injustos, decentes e indecentes. ¿Qué quieren? ¿La neutralidad ética del sistema educativo? Eso sí que es relativismo moral.
¿Hay en su libro algo que contradiga la doctrina de la Iglesia?
J. A. Marina.-Nada.
¿Y el capítulo sobre la homofobia?
J. A. Marina.-Lo que dice el programa es que debemos fomentar el pensamiento crítico contra prejuicios como el racismo y la homofobia. No está haciendo el elogio de la homosexualidad, no se habla del matrimonio homosexual. Algunos obispos cogen el rábano por las hojas y dicen que al usar la palabra homofobia se está introduciendo una ideología de género. Esto, sin duda, plantea un problema a la Iglesia, que ha fundado toda su moral, en especial su moral sexual, en el concepto de naturaleza en el sentido más biológico. Se sienten preocupados en un tema serio de filosofía ética que es ¿dónde se funda la norma moral, en la naturaleza humana entendida como biología, o entendida como razón? ¿Por qué no debatimos este asunto seriamente?
Pero la Iglesia católica no está acostumbrada a debatir sobre su doctrina.
J. A. Marina.-En este libro, y seguro que tampoco en otros de esta asignatura, no hay absolutamente nada que atente contra la religión cristiana. A no ser que se diga que fomentar el pensamiento crítico es ir en contra de la religión. ¡Claro que debemos fomentar el pensamiento crítico!
¿No cree que los obispos sí consideran que fomentar el pensamiento crítico va en su contra?
J. A. Marina.-Pero no voy a hacer juicios de intenciones, porque en este asunto se están haciendo demasiados.
Pero la Iglesia católica no está acostumbrada a debatir sobre su doctrina. En este libro, y seguro que tampoco en otros de esta asignatura no hay absolutamente nada que atente contra la religión cristiana. A no ser que se diga que fomentar el pensamiento crítico es ir en contra de la religión. ¡Claro que debemos fomentar el pensamiento crítico!
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¿No le parece que los obispos no comparten algunos de estos valores?
J. A. Marina.-Entonces, allá ellos. Es una oposición que no me explico. Porque no hay materia. Están creando miedo. Están fomentando una especie de sentimiento de victimismo en los cristianos, haciéndoles sentir que existe una campaña contra ellos. Yo no lo pienso. Creo que los cristianos deberían aprovechar esta asignatura para elevar el nivel ético de la sociedad. Sería un modo vigoroso de evangelizar.
¿Les ha influido a los obispos la crispación por los numerosos frentes abiertos con el Gobierno?
J. A. Marina.-En este asunto hemos sido víctimas de una crispación política de más envergadura.
¿Quizá el problema es que por primera vez en la escuela se entra en los temas importantes y actuales?
J. A. Marina.-Sin duda alguna. Los cursos que se daban de Ética eran muy teóricos. Era la Historia de las Teorías Éticas. Ahora vamos a bajar a los problemas muy concretos. Por ejemplo, yo trato el problema de la fidelidad. Es un valor absolutamente necesario para la convivencia. Si haces promesas, las cumples. Necesitamos que los alumnos conozcan qué es lo fundamental para ser un buen ciudadano. La ética empieza con buenos sentimientos y termina conociendo la estructura política donde vivimos y la necesidad de participar en ella.
¿Es defendible la objeción de conciencia a la asignatura?
J. A. Marina.-A mí me parece que quien crea que esta asignatura ofende a su conciencia, hará muy bien en objetar, sabiendo que tienen que justificar su postura. Eso es bueno para el debate social. Pero creo que no van a encontrar absolutamente ninguna razón. Además, deberán pensar que puede afectar seriamente a sus hijos. Si no van a clase, ¿qué van a hacer? No van a tener el título sin aprobar esta asignatura. Y la decisión acabará tomándola un juez, tal vez al cabo de dos o tres años. ¿Cómo se organizará esto? Me parece que hay otros medios jurídicos de protestar sin perjudicar a los chicos. Y animar a los padres para que colaboren en esta asignatura.
Si publican manuales de esta asignatura editoriales católicas, ¿los que están en contra son el sector ultraconservador?
J. A. Marina.-Creo que sí. Ahí se unen tres grupos conservadores muy fuertes: parte del Episcopado, la Concapa y el Foro de la Familia. Tienen todo el derecho a exponer sus opiniones, pero creo que deben hacerlo en un debate abierto. Algunos hablan hasta de perversión de menores.
¿Siente que se está intoxicando?
J. A. Marina.-Claramente, sí. Si ese es el tono del debate... Yo estoy dispuesto a debatir con quien sea con la calma suficiente. Lo que no puedo soportar son descalificaciones ofensivas sin ningún argumento.
Fuente de la Revista Tiempo