miércoles, julio 09, 2008

EL REFUGIO DEL ALBA O CÓMO REMANGARSE EL ALMA









Rut Raposo Buzón es una amiga, Psicóloga, que un diá decidió dedicar su vida a Dios. Actualmente se habla mucho de la deshumanización que nos inunda. No hace falta poner ejemplos lejanos en la geografía, sino ver cómo los valores humanos van deteriorándose día a día. Una vez ya puse el ejemplo, triste, dramático, de aquella vecindad que descubre una mañana por un desagradable olor que una habitante de su barrio ha fallecido sola en su casa. Llevaba varios días muerta y nadie la había echado de menos. Esta noticia nos llega una y otra vez a través de los informativos, síntoma inequívoco de las muchas carencias de las que adolece una sociedad enferma. Pero no todo es podredumbre. Hay personas todavía dispuestas a remangarse el alma para ayudar a los demás a que sigamos caminando por esta Vida. De ahí surgió la idea de dar a conocer cómo en un rinconcito de Portugal hay una serie de persona que hacen una labor titánica y callada. De ahí esta entrevista con Rut Raposo Buzón, nació en Barcelona de manera circunstancial, pero es sanluqueña y ciudadana del mundo. Yo le aplicaría a ella la frase que adopté hace muchos años de que "mi patria es mi memoria". Pues Rut es así.


¿Qué te llevó a decidirte a estudiar finalmente Psicología?



Pues desde adolescente tenía muy claro que con mi vida quería ayudar a otras personas en aquello que pudiesen necesitar. A la hora de decidir qué estudiar, además de ser una carrera que me fascina, pues me pareció que podría ser más útil y ayudar a los demás si me preparaba mejor para ello.

¿Cómo surge tu relación con Ágape?



Cuando llegué a Sevilla para estudiar en la Universidad me uní a un grupo de 4 amigos que estaban comenzando un proyecto social. Este se trataba de un Centro de Ayuda Social en el que pretendíamos conectar a personas que necesitaban algún tipo de ayuda con voluntariado que pudiesen ayudarles. La organización Ágape nos dio apoyo y respaldo para realizar este proyecto.

¿Qué es Ágape?



Es una organización internacional cristiana. Está presente en más de 200 países y tienes labores muy diversas desde proyectos sociales, apoyo a países subdesarrollados, programas para adolescentes en las escuelas (como el proyecto Basta de Matones en varias ciudades de España, que intenta disminuir la violencia juvenil), programas de desarrollo personal para jóvenes en Universidades, seminarios de orientación al matrimonio para parejas de novios, materiales para familias y asesoramiento a matrimonios que pasan por crisis, escuela para padres, actividades culturales a través de la música, deporte, cine, dando un apoyo a los artistas (músicos, deportistas,...),... Tiene como modelo la vida de Jesús, y procura ayudar al crecimiento integral de cada persona (física, emocional, espiritual).



Después llega tu etapa portuguesa. ¿Por qué El Refugio del Alba?

Pues El Refugio del Alba fue un sueño de este grupo de amigos que hablé que comenzamos el Centro de Ayuda Social en Sevilla. De esto hace 11 años, yo aún estaba en mi segundo año de psicología. Un fin de semana que pasamos en Sanlúcar de Barrameda uno de nosotros lanzó la pregunta de qué es lo que nos gustaría hacer con nuestra vida. Así comenzamos a dibujar en una pequeña pizarra lo que era nuestro sueño... un hogar donde acoger a niños que no tienen familia. Pensamos en llamarlo El Refugio del Alba, oramos diciéndole a Dios que si Él quería que ese sueño se cumpliese nosotros estábamos dispuestos a hacer nuestra parte, firmamos el dibujo y nos hicimos una foto. Lo único que teníamos era el piso en Sevilla donde vivían dos de nosotros. Hicimos un proyecto con eso y se lo presentamos a la organización Ágape para que nos respaldara. Nosotros no lo sabíamos, pero esta organización tenía una finca en Portugal (cerca de Oporto) con una casa que era igual que la que habíamos dibujado en la pizarra. Ágape nos ofreció ese espacio para comenzar el hogar, así que los cinco decidimos que iríamos a Portugal conforme terminásemos nuestra carrera, pues aún estábamos estudiando. Fue un tiempo de preparación y burocracia, pero en menos de tres años ya teníamos con nosotros a los primeros niños.

¿El que seáis un grupo de cristianos evangélicos pensáis que retrae a mucha gente o al contrario?. Lo pregunto porque desgraciadamente las ONGs no pasan por buenos momentos en lo que a la confianza de los ciudadanos se refiere.



Pues no sé. Creo que ni una cosa ni otra. Creo que lo que realmente le importa a la gente es el trabajo que realizamos y si los niños están bien y están teniendo aquello que necesitan. Comprendo que el hecho de que haya personas que se han aprovechado de ONGs para sus propios intereses haga que la gente pierda la confianza. Lo que creo que ayuda es el hecho de que nuestro hogar está relativamente cerca y en cualquier momento se puede visitar, conocer a los niños, y confirmar que se está haciendo un buen trabajo.

El día que surgió el Proyecto (clickear en la foto)
¿A qué se dedicáis principalmente?


A dar a estos niños lo que más necesitan: amor y una familia donde puedan sentirse seguros y crecer en todas las áreas de sus vidas. Son niños que vienen de familias muy desestructuradas y que han pasado por situaciones muy dolorosas, desde negligencia hasta maltrato o abuso. El estado portugués retira la custodia de sus padres y estos niños vienen a vivir a nuestro hogar. El trabajo es de lo más diverso, pues tienes que estar 24 horas con ellos, todos los días del año, ayudándoles a superar todo lo vivido y en todo lo que necesitan. Sobre todo, lo que más necesitan estos niños es seguridad y mucho cariño.

¿Qué te ha supuesto trabajar hasta ahora en un proyecto tan comprometido socialmente?



Pues muchas cosas… Una es dejar mi país y venir para Portugal, estando lejos de mi familia y amigos ahí. También requiere entrega y tener que negarte a ti mismo muchas veces. Aunque por otro lado, también supone recibir muchos abrazos y sonrisas, ver cómo el rumbo de estas vidas está cambiando, ver la esperanza de estos niños restaurada,… lo que te hace sentir que todo el esfuerzo y entrega merece realmente la pena.

¿Cómo se puede colaborar?



De muchas maneras. Aunque los niños vienen a través del estado portugués, al mismo tiempo, hasta ahora, no hemos recibido ninguna ayuda económica por parte de la Seguridad Social portuguesa. Apenas parte de la financiación de dos furgonetas que necesitábamos. Todos los gastos del hogar y los niños están sostenidos por donativos y colaboradores. Una manera como se puede colaborar es económicamente.
También se puede colaborar organizando recogida de alimentos no perecederos o materiales que necesitemos, y llevándolos hasta el hogar.
O con voluntariado, viniendo al Refugio y ayudando al equipo en el hogar.

¿Cuántas personas estáis bajo la responsabilidad del Refugio del Alba?



El equipo está formado por personas con diferentes funciones. Hay dos mujeres que están trabajando más en el área de alimentación y limpieza, un equipo de educadores entre los que están el Director y su mujer, que es profesora y da apoyo educativo a los niños, yo soy responsable por el departamento psicológico, y hay una persona más que hace el turno de noche. En total somos 9, aunque hay más personas que ayudan como voluntarios en diferentes tareas.

¿Piensas que cada día hay mayor compromiso o participación e incluso conciencia real de los ciudadanos hasta el punto de traducirse en hechos concretos, o hay demasiada pasividad?



Creo que en general hay una conciencia y un deseo de ayudar e involucrarse en proyectos sociales, aunque el estilo de vida que llevamos cada vez dificulta más el llevar eso a la práctica. Pienso que hay muchas necesidades por suplir, y necesitamos el esfuerzo de todos para ayudar a que este mundo sea un poco mejor.




Manuel J. Márquez Moy

1 comentario:

  1. Anónimo5:53 p. m.

    Hasta hace pocos años, vivió un sanluqueño que también se remangaba entre los perolos de un albergue de transeúntes, junto al mercado sur de Quito (Ecuador).

    Entregó su vida a los indios que venían desde la sierra a la capital andina buscando oportunidades. Dio cobijo y alimento a los guerrilleros enfermos y hambrientos de "Alfaro Vive Carajo" que lentamente abandonaban la clandestinidad y la selva. Y a otros cientos de indigentes que deambulaban por el mercado buscando algo que comer.

    Lástima que no sea a estos paisanos solidarios, Antonio y Rut, a quienes se les rinda homenaje, sino a otros, que sin ser sanluqueños, se les recuerda por lo contrario.

    Un saludo.

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