Miguel Delibes es abrazado efusivamente por el Rey Juan Carlos en un acto oficial
Le encontré por vez primera sentado en su despacho en la Estación Biológica de Doñana, en Sevilla, allá por 1991. Porque o estaba ahí o estaba en el campo, realizando estudios de alguna especie. Luego se embarcó hacia Río de Janeiro, en la Cumbre de la Tierra, representando a la Comisión Española junto a Fernando González Bernáldez, entre otros. Y de allí vinieron con el concepto “desarrollo sostenible” en una carpeta llena de documentos.
Miguel dirigía los trabajos científicos que se hacían en Doñana y otras partes del mundo como Director de la Estación desde 1.988. Su trato desde el primer día afable y me acogió con una hospitalidad fuera de lo común. Desde entonces yo no he dejado de prestar atención a sus ideas como Doctor en Biología. La cuestión era que ese “desarrollo sostenible” que se acuñó oficialmente en 1.992 en la Cumbre de la Tierra había que darle forma sobre el terreno y aplicarlo. De ahí surgen sus primeras ideas, derivadas de su colega Fernando González Bernáldez, de “desparquerizar los parques”. Es decir, los espacios protegidos no podían mantenerse como cotos cerrados a la sociedad próxima; había que contextualizarlo en las exigencias sociales y frenar o dar salida a la gran presión social del entorno de los Parques Nacionales principalmente.
El entorno, los lugareños que toda la vida habían vivido de esos terrenos colonizados por la Administración Publica estaba creando desde hace años una creciente tensión reflejada en problemas hidrológicos, por los cultivos intensivos, contaminación excesiva, furtivismo. Y a toda esa gente no se le podía dar la espalda desde Doñana, porque los biólogos se consideraban intrusos por los habitantes del entorno. No crean que este asunto se ha solucionado, pero Miguel Delibes de Castro entendía que esa dicotomía entre conservación y desarrollo en los Parques y su entorno poblacional había que buscarle una solución alejada de extremismos que no se orientara hacia un lado ni otro, sino hallar la convivencia entre todos y que se trabajara desde el Parque por facilitar el desarrollo de las localidades limítrofes y que estas mismas localidades entendieran el trabajo de los científicos.
Hasta el año 1.996 estuvo Miguel Delibes de Castro en esas cuestiones al frente de la Estación Biológica de Doñana, sin abandonar sus tareas en distintos lugares del Planeta investigando, desde una perspectiva un tanto novedosa, como la “Biología de la Conservación”. Las especies, casos del lince ibérico, una de las especies que mejor conoce, junto a otros mamíferos, tampoco se podían estudiar sin observar el ecosistema donde habitan y los peligros antrópicos, del ser humano, sobre sus hábitats. Ese es el gran reto que tiene desde hace años: ¿Cómo conseguir que estas especies puedan vivir en unos ecosistemas demasiado alterados por múltiples factores?. Miguel Delibes está considerado hoy a nivel internacional uno de los mejores biólogos de la conservación.
Le encontré por vez primera sentado en su despacho en la Estación Biológica de Doñana, en Sevilla, allá por 1991. Porque o estaba ahí o estaba en el campo, realizando estudios de alguna especie. Luego se embarcó hacia Río de Janeiro, en la Cumbre de la Tierra, representando a la Comisión Española junto a Fernando González Bernáldez, entre otros. Y de allí vinieron con el concepto “desarrollo sostenible” en una carpeta llena de documentos.
Miguel dirigía los trabajos científicos que se hacían en Doñana y otras partes del mundo como Director de la Estación desde 1.988. Su trato desde el primer día afable y me acogió con una hospitalidad fuera de lo común. Desde entonces yo no he dejado de prestar atención a sus ideas como Doctor en Biología. La cuestión era que ese “desarrollo sostenible” que se acuñó oficialmente en 1.992 en la Cumbre de la Tierra había que darle forma sobre el terreno y aplicarlo. De ahí surgen sus primeras ideas, derivadas de su colega Fernando González Bernáldez, de “desparquerizar los parques”. Es decir, los espacios protegidos no podían mantenerse como cotos cerrados a la sociedad próxima; había que contextualizarlo en las exigencias sociales y frenar o dar salida a la gran presión social del entorno de los Parques Nacionales principalmente.
El entorno, los lugareños que toda la vida habían vivido de esos terrenos colonizados por la Administración Publica estaba creando desde hace años una creciente tensión reflejada en problemas hidrológicos, por los cultivos intensivos, contaminación excesiva, furtivismo. Y a toda esa gente no se le podía dar la espalda desde Doñana, porque los biólogos se consideraban intrusos por los habitantes del entorno. No crean que este asunto se ha solucionado, pero Miguel Delibes de Castro entendía que esa dicotomía entre conservación y desarrollo en los Parques y su entorno poblacional había que buscarle una solución alejada de extremismos que no se orientara hacia un lado ni otro, sino hallar la convivencia entre todos y que se trabajara desde el Parque por facilitar el desarrollo de las localidades limítrofes y que estas mismas localidades entendieran el trabajo de los científicos.
Hasta el año 1.996 estuvo Miguel Delibes de Castro en esas cuestiones al frente de la Estación Biológica de Doñana, sin abandonar sus tareas en distintos lugares del Planeta investigando, desde una perspectiva un tanto novedosa, como la “Biología de la Conservación”. Las especies, casos del lince ibérico, una de las especies que mejor conoce, junto a otros mamíferos, tampoco se podían estudiar sin observar el ecosistema donde habitan y los peligros antrópicos, del ser humano, sobre sus hábitats. Ese es el gran reto que tiene desde hace años: ¿Cómo conseguir que estas especies puedan vivir en unos ecosistemas demasiado alterados por múltiples factores?. Miguel Delibes está considerado hoy a nivel internacional uno de los mejores biólogos de la conservación.
Miguel Delibes en la sede de Sevilla de la Estación Biológica de Doñana, durante una de mis entrevistas para TV.
Recientemente ha sido nombrado por la Junta de Andalucía el máximo responsable de los estudios del lince ibérico en Andalucía. Ha recibido numerosos premios de prestigio a lo largo de su carrera profesional . Desde hace años nos une una larga amistad y le debo mucho por su continua motivación para que comprenda la dinámica de los ecosistemas e incorporar las reflexiones que saco de todo ello a mis estudios.
Manuel J. Márquez Moy
No hay comentarios:
Publicar un comentario