viernes, diciembre 15, 2006
EL ALTO DE LAS CUEVAS, UN RINCÓN DE LA SELVA PRIMITIVA DE SANLÚCAR
Si no se dijese que este lugar pertenece a Sanlúcar de Barrameda, pudiera confundirse con las selvas neotropicales de Sudamérica.(Pulsar en la foto para verla a mayor tamaño)
Siempre me pareció un lugar con cierto aire de misterio. Crecí prácticamente entre el barro rojo modelado con formas caprichosas por la naturaleza del agua de la lluvia y por el viento. En el óxido de hierro de su composición química podía leer la historia de la evolución geológica de toda esta área. La glaciación de Würm, hace unos 18.000 años, tuvo que ver mucho con la presencia en Sanlúcar de Barrameda y en las tierras de Huelva con estos barros diluviales del Alto de las Cuevas.
Cuentan que tal nombre de esta zona le viene dado por las hondonadas y grandes oquedades que el tiempo se encargó de ir esculpiendo entre el suelo ferruginoso mezclado con apretados matorrales de lentiscos, acerolos, espinos blancos y jaras, donde habitaron los primeros gitanos que fueron apareciendo por Sanlúcar allá en los siglos XVI y XVII. Mientras tanto, Fernando de Guillamas y Galiano nos describía en el XIX este lugar como un monumento natural paradisíaco “donde el corazón se ensancha y la imaginación crece”.
No olvidemos que de las entrañas del Alto de las Cuevas rezumaba el manantial del Chorrito, bajo lo que fueron las ermitas de Ntra Sra. De las Cuevas (hoy desaparecida) y que al parecer en su día albergó al actual Cristo de la Expiración, primitivo de las Aguas, y la de San Diego de Alcalá.
Detalle de una de las zonas donde se puede observar la caprichos escultura natural del viento y el agua. (pulsar en la foto para ver la foto en un mayor tamaño)
Barros diluviales, ferruginosos procedentes de la sedimentación del Guadalquivir hace unos cuantos miles de años. En estas lides tuve el mejor maestro, erudito como pocos y que me enseñó a amar aún más las grandes maravillas de la historia, la geología o el clima, como fue D. Isidro García del Barrio Ambrosy. A él le gustaba llamar a esta zona del Alto de las Cuevas “el cañón del colorado, pero en pequeñito”. Y suficientes razones de peso tenía para afirmarlo alguien como él que había estado en la meca de los geólogos: el Gran Cañón del Colorado.
Bajo esta barranca estuvo situado el Convento de San Francisco “el Viejo” hasta Enero de 1.700.
Así que lugar sacro, agrícola, y donde el Guadalquivir ha dejado parte y huella de su dilatada historia.
Hoy me gusta pasear por este paisaje vinculado a todo lo que ha sido el desarrollo de mi vida. Ha sido maltratado por el desarrollismo, quedando arrinconado y aprisionado entre urbanizaciones. Pero de la rica historia de este lugar , casi selvático, todavía me hablan los retazos que quedan de su fisonomía primigenia, entre un matorral espeso que se resiste a desaparecer, con un alcornoque centenario vigilando el horizonte de Doñana.
El Alto de las Cuevas fue lugar obligado para viandantes, peregrinos, hortelanos, franciscanos, santos, carreteros y truhanes. Espero que me dejen seguir disfrutando de la arquitectura natural de esta zona que está todavía por descubrir y conservar.
Ascender por su rugosa barranca hasta perderme en el misticismo de sus matices antropológicos como un ermitaño que busca refugio lejos del mundanal ruido.
Manuel J. Márquez Moy
Etiquetas:
Biología de la Conservación,
Silencios
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