domingo, enero 28, 2007
LA LAVANDA O EL CANTUESO DE LOS PINARES DE BONANZA
La Lavanda o también llamada vulgarmente Cantueso (Lavandula stoechas), es una de las especies características de los Pinares de Bonanza, especialmente en la Dinamita en Sanlúcar de Barrameda. Crece en pinares formando parte del matorral espigado de no más de 1 metro de altura con flores, tallos y hojas con un aroma especial y ese color violáceo de sus flores. Se sabe que la presencia de tantas especies aromáticas en estas latitudes de montes mediterráneos son mecanismos curiosos de defensa ante las horas de insolación y las altas temperaturas primaverales y veraniegas. De ahí el aroma que desprende el mirto o arrayán, el lentisco, el romero, los mismos pinos. Las Lavandas son todo un mundo en sí mismas.
Ya comenté en su día la posibilidad en Sanlúcar de Barrameda del cultivo de Lavanda para crear aceites o crear plantaciones para diferentes utilidades:
- miel de lavanda con sus respectivas colmenas
- usos medicinales para exportarla a laboratorios
- usos aromáticos para colonias y perfumes
Me consta que siempre ha habido algún viejo naturalista que las ha aprovechado las silvestres de la Dinamita para uso tradicional.
Tengo un inmenso recuerdo de mis eternos paseos por la Dinamita, lo poquito que queda de los Pinares de San Jerónimo y los Pinares del Faro o la Duquesa donde crecen entre los arenales y las grandes dunas. Está prohibida la recolección en cantidades numerosas. No está mal algún ejemplar para uso particular. Recuerdo sentado en los arenales observando horas estas plantas, y los tojos, y retamares.
Es una lástima que un pinar con un valioso eucaliptal, y un encinar-el único que queda en el término municipal- lleno siempre de agallas (protuberancias que salen en las hojas como arma de defensa de los propios árboles), que son viejos, pequeños y retorcidos, vestigios de antiguos árboles autóctonos de lo que fueron los Pinares de Barrameda, nombre que recibían estos Pinares en siglos atrás cuando estaban unidos con los de la Algaida, por estar también en el poblado de Barrameda.
Es curioso cómo un Pinar lleno de historia y con un paisaje muy propio de los montes mediterráneos litorales haya estado abandonado y siga abandonado tanto tiempo.
Habría que paralizar la usurpación de terrenos por parte de los vecinos, definir de una vez por todas la titularidad de los terrenos, gran parte municipal, y a partir de ahí desarrollar un proyecto auténtico para toda esa masa forestal destartalada por la basura, la ocupación ilegal por invernaderos y casas de lujo. Pero sólo hay que tener una voluntad de los gestores políticos, que no es poco para los tiempos de vacuidad que vivimos.
Manuel J. Márquez Moy
Etiquetas:
Biología de la Conservación,
Las Huellas de la Memoria
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