Los dragados se harán durante veinte años consecutivos.
Ya son muchos años acechando sobre el Guadalquivir el Proyecto de la Nueva Esclusa y el consiguiente dragado del río. Si bien esto del dragado se está silenciando, lo que sí podemos afirmar que a pesar de las numerosas presiones por la comunidad científica de Doñana, arroceros, sindicatos, y colectivos conservacionistas y ecologistas, que incluso se agruparon en una Plataforma en contra del monstruoso proyecto llevando una denuncia a la misma Bruselas, a la Comunidad Europea, la Autoridad Portuaria de Sevilla, dependiente del Ministerio de Fomento, ya han comenzado este mes de abril con los trabajos pertinentes de las compuertas de la Esclusa. Estos trabajos han sido adjudicados a los Nuevos Astilleros de Sevilla, con un presupuesto que alcanza los 600 millones de euros para los próximos tres años en su primera fase. Los trabajos actuales incluyen las puertas de la esclusa que son de 42 metros de ancho, 20,3 de altura y seis de espesor y la distancia entre paramentos interiores de las puertas, que es de 253 metros, según datos del proyecto de nuevos accesos al Puerto (Fase I-Esclusa), adjudicado por la Autoridad Portuaria a la UTE formada por FCC, Azvi y Sedra.
Un centenar de trabajadores participarán en los trabajos de las compuertas, según fuentes del comité de empresa de Astilleros, que afirmaron que "en cuestión de días empiezan las obras", ya que sólo están pendientes de que "entre el material pedido a Acerinox para empezar a construirlas".
La esclusa pretende relanzar y promocionar como puerto internacional turístico y comercial el Puerto de Sevilla. Si bien el proyecto desde el punto de vista comercial tiene su interés para todo el área, no ha reparado en las graves consecuencias que tendrá para los cultivos de arrozales de las marismas sevillanas, para el caladero del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda y para las flotas pesqueras de los muelles y puertos onubenses y gaditanos.
Este antiguo proyecto viene coleando desde principios de los noventa, el cuál se ralentizó ante la gran presión social creada, y las vacilaciones,con el nuevo cambio de Gobierno en el 2.004, cuando Cristina Narbona, como Ministra de Medio Ambiente, dijo que habría que tener prioridad con la conservación de Doñana y sus marismas y, por lo tanto, la desembocadura del Guadalquivir. Aparte habría que hacer hincapié en los tramos del bajo Guadalquivir donde se realizan dragados, como casos de Bonanza, sin la realización de los previos estudios de Impacto Ambiental. El proyecto del dragado completo del Bajo Guadalquivir contempla hasta una profundidad de 6 a 8 metros, para facilitar la entrada hasta el puerto de buques de mayor tamaño y por un período ininterrumpido de 20 años de contínuas extracciones del fondo de todo el Bajo Guadalquivir, hasta la Piedra de Salmedina, aunque se esperan controles minuciosos según las alegaciones aprobadas oficialmente al Estudio de Impacto Ambiental, como controles de salinidad, épocas del año para dichas actuaciones que no coíncidan con períodos reproductores, repoblación de márgenes y la prohibición del vaciado de los fondos en las ambas orillas.
Ya hubo un famoso dragado en 1.983 del que todavía estamos acusando sus efectos, ya que en aquél tiempo no existían legalmente los Estudios de Impacto Ambiental.
El caso es que no se pueden tener datos precisos de todos los perjuicios que causarán estos nuevos accesos al Puerto de Sevilla, con lo que se hace imprevisible el alcance de los daños para la economía de la pesca y la biomasa del estuario.
Manuel J. Márquez Moy
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