Francisco Mora es Doctor en Neurociencia y Catedrático de Fisiología Humana
Hace muchos años que dentro de la Educación Ambiental me especialicé en la Interpretación del Paisaje. Una disciplina que me ha ido ayudando a entender mejor la relación del ser humano con la Naturaleza de la que formamos parte. Los resultados me han servido para después trabajar en cuestiones referentes a la Gestión del Medio Ambiente. Incluso para ir desgranando un mundo complejo de las vinculaciones emocionales del ser humano con los paisajes y ambientes culturales donde se mueve, han sido necesarios muchos años de paciente observación de los mecanismos de funcionamiento del cerebro ante diversos estímulos externos. Con ello descubrí para mí la Neurobiología y gracias a la ayuda de Javier de Felipe, del Instituto Ramón Y Cajal de Madrid y otras personas he podido comprender mejor todo ese mundo neurocientífico realmente apasionante. Desde hace años me he ido topando con personas con psicopatologías que mi intuición me decía que no se debían a problemas unicamente neurológicos, de defectos en los neurotransmisores. Ahí estaban también los genes.
Pero sinceramente había cosas que tampoco me cuadraban. Me resultaba extraño que la enfermedad esquizofrénica, o la que he observado más recientemente en un amigo que tristemente se me ha ido, que padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), no tuvieran nada que ver con los genes. Pero yo pretendía llegar aún más lejos. Todos tenemos el mismo genoma, pero ¿ por qué desarrollamos unos ciertas patologías y otros no?. Evidentemente por errores genéticos en unos individuos y en otros no, pero la cuestión es más compleja. El caso es que a través de Francisco Mora, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, he podido acercarme al denominado Ambioma. Este artículo de Francisco Mora nos puede ayudar a entender mejor todo estas puertas que se están abriendo a la ciencia. (Manuel J. Márquez Moy)
Pero sinceramente había cosas que tampoco me cuadraban. Me resultaba extraño que la enfermedad esquizofrénica, o la que he observado más recientemente en un amigo que tristemente se me ha ido, que padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), no tuvieran nada que ver con los genes. Pero yo pretendía llegar aún más lejos. Todos tenemos el mismo genoma, pero ¿ por qué desarrollamos unos ciertas patologías y otros no?. Evidentemente por errores genéticos en unos individuos y en otros no, pero la cuestión es más compleja. El caso es que a través de Francisco Mora, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, he podido acercarme al denominado Ambioma. Este artículo de Francisco Mora nos puede ayudar a entender mejor todo estas puertas que se están abriendo a la ciencia. (Manuel J. Márquez Moy)
Cada ser humano es una consecuencia, cambiante en el tiempo, de la interacción entre una dotación genética única y una serie de experiencias, también única, en el mundo. Y es por ello que el hombre no viene predeterminado al mundo. Y es de ésta manera además que, en alguna medida, el hombre puede soñar en una libertad que le permite hacerse a sí mismo. A ello, que no es nuevo, hay que añadir hoy otra dimensión de trascendencia no imaginable. Y es ésta. Nadie en el mundo viene predeterminado a padecer ninguna enfermedad mental, ni tampoco ninguna otra enfermedad compleja, poligénica, sea ésta una esquizofrenia, Alzheimer o Parkinson, una arteriosclerosis, una hipertensión, ciertos tipos de diabetes o cánceres y junto a ellas una muy larga lista de enfermedades.
Cierto que el ser humano puede nacer, y de hecho este es el caso, con genes mutados o alelos de genes que predisponen a padecer las enfermedades mencionadas. Pero esto no es suficiente, en absoluto, para que haya aparición clínica de estas enfermedades que llamamos complejas y que son las más. Para que ello ocurra es necesario que esos genes mutados, en su acción e interacción entre ellos y con otros genes, interaccionen a su vez con el medio ambiente que rodea al individuo y sus estilos de vida y haga que la enfermedad se exprese
.
Cierto que el ser humano puede nacer, y de hecho este es el caso, con genes mutados o alelos de genes que predisponen a padecer las enfermedades mencionadas. Pero esto no es suficiente, en absoluto, para que haya aparición clínica de estas enfermedades que llamamos complejas y que son las más. Para que ello ocurra es necesario que esos genes mutados, en su acción e interacción entre ellos y con otros genes, interaccionen a su vez con el medio ambiente que rodea al individuo y sus estilos de vida y haga que la enfermedad se exprese
.
El medio ambiente influye,no sólo en nuestras emociones, sino en nuestros genes para que se desarrollen incluso ciertas patologías.
De ello, y como corolario, se deduce una idea realmente revolucionaria. Y ésta es que el ser humano podría vivir sin las enfermedades más importantes que nos acechan si conociésemos esos determinantes ambientales, decisorios, y que hemos venido llamando, con la intuición de mi buen amigo López Rejas, el ambioma. El concepto de ambioma que se ha definido como "el conjunto de elementos no genéticos, cambiantes, que rodean al individuo y que junto con el genoma y proteoma conforman el desarrollo y construcción del ser humano o pueden determinar la aparición de una enfermedad", es el gran desconocido de la ciencia actual. Y es claro que es el elemento determinante, como ya se ha señalado, de que aparezca una determinada serie de enfermedades.
La base más elemental nos la proporciona el simple análisis. Dos gemelos univitelinos, monocigóticos, con el mismo genoma, es decir, con exactamente los mismos genes, uno puede ser esquizofrénico o padecer Alzheimer y el otro no. Es claro pues que algo fuera del genoma ha determinado la aparición de la enfermedad. El ambioma es muy complejo. No se trata sólo de todo aquello tan abstracto que significa por ejemplo la emoción y los sentimientos en el ambiente familiar o en el colegio, o del estrés sin más en el puesto de trabajo, o de fumar o no, o tomar sal o no o de hacer ejercicio o regular la ingesta de alimentos o someterse a un proceso de aprendizaje nuevo y exigente todos los días. Esta nueva área de conocimiento, el ambioma, nos llevará a darnos cuenta que tiene ingredientes que influyen, y a veces poderosamente, en el individuo y en su desarrollo a lo largo de toda la vida.
Desde antes del nacimiento y las incidencias del propio parto, la infancia, pubertad, adolescencia, juventud y adulto o durante y también y principalmente el proceso de envejecimiento. Y que en todos esos procesos hay ventanas temporales, "plásticas", de acción de ese ambioma que pueden durar sólo minutos y que pueden ser decisivos en el desarrollo de una función y tal vez también en el desarrollo de esas enfermedades de las que venimos hablando. Hay ya datos recogidos en el BioBank U.K. Study en el que han participado medio millón de ciudadanos británicos indicando qué aspectos concretos de ese medio ambiente en su interacción con un determinado genoma, predispone al individuo a potenciar el padecimiento de un gran espectro de enfermedades.
Pero no es todo esto lo que me ha llevado a escribir este artículo, que también, sino a intentar llevar a la sociedad y que conozca, que el ser humano tiene un grado, nunca antes imaginado o pensado, de libertad ante sus propias enfermedades. Que nadie viene predeterminado por nacimiento o condición a padecer enfermedades importantes o sólo muy pocas y que el ambiente no sólo causa las enfermedades infecciosas o los traumatismos y sus consecuencias, sino también las enfermedades degenerativas más importantes y que las adquirimos en nuestro devenir por el mundo.
Se nos abren nuevas ventanas a la sociedad con una medicina verdaderamente predictiva, hoy todavía no imaginable y con un grado de responsabilidad individual cada vez más fuerte que cambiaran lo que conocemos en nuestro mundo actual una vez que conozcamos, y que todavía apenas conocemos, aquello que venimos llamando ambioma. Quedémonos hoy sólo con la idea de que no son nuestros genes los que de modo inalienable y determinista nos hacen sufrir y padecer el calvario de nuestras enfermedades.
Francisco Mora es colaborador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"