Sí, me gusta el mundo de los toros, la tauromagia, pues nací prácticamente en el albero de una plaza de toros, en Sanlúcar de Barrameda, entre la época de José Martínez "Limeño" y Paco Ojeda, entre los 60 y los 80. Es un mundo peculiar, con reminiscencias ancestrales a las que un día le dedicaré un reportaje. Pero hoy he encontrado alguien que para los taurómacos, explique y ponga las cosas en su sitio en cuanto a José Tomas, un torero, que queramos o no, está marcando época. José Tomás ha tenido que lidiar también con ese mundillo mafioso que existen en muchas profesiones. Los Polancos y PRISA en esta ocasión no se han salido con la suya, y José Tomás ha respondido con un gesto que en mi opinión le honra. Torear en Madrid sin tener que pasar por la retransmisión en directo de sus dos corridas firmadas, aunque fuera de abono. (Manuel J. Márquez Moy)
Está claro que la postura adoptada por José Tomás de cuestionar las reglas establecidas por el sistema endogámico de la fiesta, aclarando conceptos, defendiendo intereses propios de los toreros y poniendo al empresario en el lugar que realmente le corresponde, ha sacado de quicio al oligopolio reinante. A ellos, a los pocos que lo dominan, y también a algunos críticos que conviven y viven, magníficamente por cierto, con el sistema imperante. ¿Qué sentido tiene que haya una crítica que interviene en la organización y el reparto de prebendas y no en la defensa del aficionado? ¿Qué es eso de que un crítico ataque a un torero por el sólo hecho de no aceptar el juego que le impone un empresario? La crítica mínimamente ética (¡ay, la ética en tantas cosas!) debería limitarse a decir lo que está bien o mal durante la corrida o a investigar e intervenir en los fluidos del sistema para apuntar soluciones. Criticar la actuación personal de un torero no es de recibo. ¿Qué les va en ello? ¿Cuánto se juegan?Es cierto que los mecanismos de gestión de la fiesta siempre han estado dominados por poca gente y además por gente celosa de lo que entienden como verdades esenciales. Por eso el esoterismo domina sobre la claridad, por eso muchos de nosotros, consciente o inconscientemente, hemos contribuido con nuestra actitud a aportar argumentos al oscuro epicentro de lo taurino. Es hora, siempre lo fue y ahora que Tomás nos brinda una opción llamativa, de ahondar en esa madeja estéril para desenredarla, eliminar nudos innecesarios, aportar transparencia y dedicar los impulsos de gestión a favorecer los auténticos intereses de toreros, aficionados y empresarios.
La foto. Cuando JT anunció la reaparición todos fueron prestos a hacerse la foto con el torero de Galapagar a Barcelona al tiempo que se les llenaba la boca con las bondades de la plataforma de defensa de la fiesta. Cuando han visto que para defender la fiesta había que predicar con el ejemplo, siendo más sinceros, comenzaron a desprestigiarla. ¡Qué ruines, puñeta! Pero todavía no habían dado la verdadera dimensión de su naturaleza. Ellos, los menesterosos cómplices del rutinario, fosco y maloliente esquema productivo, le tenía reservada al torero de Galapagar un rosario nuevo de perlas envenenadas. Cuando creyeron que JT no iba a Madrid, comenzaron a urdir el desprestigio definitivo. Mintieron al decir que no iba porque no estaba preparado. Que toreaba novillos afeitados. Que mostraría sus carencias. ¿No será que al ir mostrará las carencias de los demás? ¡Qué poca vergüenza! Ahora que ya saben que va se apresuran a meterle presión diciendo que no hable en público, que lo que tenga que decir lo diga delante del toro. Son tan cretinos, tan superficiales y tan mediocres que lo citan en el tribunal donde les dio, les está dando y les dará sopas con onda. Ellos sabrán.
Joselito. Decía hace nada otro torero madrileño, Joselito, que a él lo de la técnica le parece bien, pero utilizada como argumento redentor de los que tiran del carro suena a falacia. El arte y la técnica son, acaso, complementarios y muchas veces el arte ni la necesita. También decía el de Talavera que a él, ahora, lo que le pone es la emoción, sentir el chisporroteo en las venas, trascender el mínimo detalle de técnica, sentir, oler, elevarse. Entre los toreros de ahora muy pocos te ponen en ese lugar de los sentimientos y uno de los pocos que lo hace es JT.Se equivocan quienes le dan caña porque cuando se vaya, aburrido de la inconveniente y torva camarilla que le achucha con saña para que pierda su posición, tendrán que escuchar sus comentarios, pero ya sin la posibilidad de ver sus actuaciones y de emocionarse con su toreo auténtico. Si JT habla, más allá de los límites del tribunal del toro, y habla claro, se enterarán de primera mano de lo que le han hecho en Sevilla, lo que le querían hacer en Madrid, lo que no le hicieron en Valencia. Se enterarán pero seguro que no se dan por aludidos. A ellos lo que les peta es seguir manejando hilos y beneficiándose de la cosa suya. Muchos de sus voceros seguirán con la mandanga de la técnica, necesaria, y la negación del arte, imprescindible
Pedro Toledano