El investigador y Filólogo Griego, especializado en Cristianismo Primitivo, Antonio Piñero nos introduce en esta ocasión en un concepto que se supone que entendemos todos, pero que no está mal revisar para comprender cuestiones relativas a nuestra cultura de orígenes clásico-judeo-cristianos. Aplicamos el término helénico normalmente para cuestiones relativas a la historia o al arte, pero sería interesante tener más claro este concepto que en muchas ocasiones utilizamos cuando se ha explicado la influencia primitiva de una cultura orientalizante o helenizante en casos como cuando estudiamos tartesos u otros elementos de nuestra tierra más modernos incluso.(En la foto, tesoro del Carambolo de Sevilla).
La idea general de los “posts” que iniciamos en estos días es preguntarse qué efectos tuvieron en la generación de los últimos estratos de la Biblia hebrea y en el Nuevo Testamento los acontecimientos, la nueva mentalidad, la filosofía y la religión de la época helenística.
Probablemente algunos de los lectores piense que el helenismo sólo influyó en la conformación de la teología cristiana en los siglos II y III. La helenización del cristianismo hay que investigarla –se dice muchas veces- en la teología cristiana de Clemente de Alejandría, Hipólito de Roma, Ireneo de Lyon, Orígenes, Eusebio de Cesarea, etc., gentes todas que se habían formado intelectualmente en la lengua y el espíritu helénicos. Pero opino que el núcleo de la cuestión está antes, en los momentos mismos de la generación del pensamiento cristiano: los años de composición del Nuevo Testamento y sus antecedentes inmediatos en la Biblia judía.
Es decir ya antes del Nuevo Testamento, en el Antiguo, en sus últimos libros cronológicamente, hay contactos con el pensamiento del helenismo que son muy perceptibles en ellos, por lo que los puntos de vista teológicos de esos escritos bíblicos en cuestiones esenciales cambian, y se acomodan a la nueva mentalidad. El Nuevo Testamento en su mismo nacimiento será sencillamente el heredero de un judaísmo previamente muy helenizado.
¿Qué entendemos por "helenismo"?
El término fue acuñado por Johann Gustav Droysen en su obra de 1836 (Hamburgo) Geschichte des Hellenismus (Historia del Helenismo; reeditada por E. Bayer en tres vols., Tubinga 1952-1953). En la introducción al vol. I de su obra (el segundo sería publicado en 1843) consideraba Droysen que la época posterior a la muerte de Alejandro Magno hasta el principado de Augusto se había caracterizado por un encuentro fructífero del Oriente con Occidente en el que la civilización y cultura griegas, transportado por la lengua, había sido el fermento y el alma de una nueva forma de civilización. Droysen pensaba que estos siglos eran "la época moderna del mundo antiguo", y que estaban destinados a desembocar felizmente en el nacimiento del cristianismo.
De acuerdo con las líneas trazadas por este pionero historiador consideramos al "helenismo" en primer lugar como una época histórica que concluye propiamente con la instauración del Imperio Romano por Octavio Augusto como “príncipe de la República” (después de la batalla de Accio en el 33 a. C.), pero cuyos efectos políticos perduraron en el medio Oriente hasta la desaparición de diversas monarquías "helenísticas": la ruina del reino helenístico de Comagene, en Asia Menor, la caída del rey judío Agripa II en Judea, y la desaparición como poder político del reino de los nabateos en la actual Jordania. Estos acontecimientos nos sitúan en el reinado del emperador Trajano (primer cuarto del s. II d.C.). En el ámbito de la cultura, sin embargo, el helenismo continuó aún más adelante cronológicamente.
El helenismo cultural no es fácil de definir. En primer lugar, consideramos "helenismo" a la expansión de la lengua griega, utilizada como lingua franca o idioma del comercio y comunicación entre no griegos fuera de los límites geográficos de la Hélade. Como tendremos ocasión de ver con más detalle, los vocablos hellenismós y hellenízein se referían al principio en griego casi exclusivamente al uso de la lengua y raramente conllevaban un contenido cultural o artístico.
En segundo lugar, "helenismo" significa la aceptación por parte de gentes no griegas de modelos políticos, culturales y artísticos procedentes de Grecia. Esto incluye también maneras de gobernar y estructuras económicas y sociales al modo de los griegos. Significa sin duda la aceptación de un ideal de educación del hombre conforme a unos cánones determinados, lo que implica modelos literarios, conceptos religiosos, ideales filosóficos y artísticos. En tercer lugar helenismo significa fusión de conceptos (sobre todo en el ámbito de la religión) entre Occidente y el Oriente más próximo.
El helenismo no fue el resultado de una mera política cultural de Alejandro Magno y sus sucesores, sino el producto de unos continuos contactos que se fueron haciendo progresivamente más intensos entre el Mediterráneo Oriental y el Próximo Oriente. Representó ciertamente la ruina del ideal antiguo de la ciudad - estado (polis) griega, pero significó también la sublimación de ella en la idea de un imperio universal en el que todos debían entenderse en la misma lengua y compartir modelos de pensamiento análogos.
El helenismo, pues, fue un intento de compenetración de Oriente y Occidente para crear una cultura universal que valiera para todas las gentes de los ámbitos geográficos conocidos. Fue Alejandro Magno el impulsor de este movimiento, pero no su creador primero, ni fue el helenismo el mero resultado de armas victoriosas. La expedición de Alejandro resultó ser el comienzo de un proceso de helenización, pero no su inventor, porque también el Macedonio y su espíritu son un exponente del helenismo. Alejandro y sus sucesores, los denominados Diádocos, crearon el marco para una nueva configuración de la existencia humana, que como posibilidad no fue un hallazgo suyo, sino una herencia de tiempos y pensadores del inmediato pasado.
Los nuevos ideales del hombre en la cultura, la filosofía, el arte y la religión que conllevaba esa expansión de lo griego y la mezcla con otras culturas hubo de influir también en Israel/Palestina y debió de conformar de algún modo su producto intelectual más imperecedero: la Biblia. Uno de los principales mensajes del Antiguo Testamento enseña que la revelación divina se hace palpable en la historia. Los acontecimientos de la época helenística fueron también determinantes en este sentido e influyeron en toda la conformación intelectual del pueblo hebreo… y consecuentemente en el cristianismo.
Antonio Piñero es colaborador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"
No hay comentarios:
Publicar un comentario