Zapatero y Rajoy con el moderador Manuel Campo Vidal, antes de comenzar el debate.
Mucha expectación ante uno de los debates más esperados desde hacía tiempo en un plató de televisión y en directo. El debate que han protagonizado esta noche Zapatero y Rajoy, se contagió en un principió de lo excesivamente esquematizado , calculado hasta extremos casi maniáticos, que ha supuesto la puesta en escena de ambos ante la audiencia.
Siempre en estos casos, las empresas dedicadas a las encuestas van a aumentar sus dividendos en estos días, no sólo por los debates cara a cara, sino por la campaña, donde se trata de buscar porcentajes que se atribuyen a un ganador y a un perdedor. Depende lo que se analice, pero en la forma ha sido demasiado la rigidez, con escasa naturalidad y espontaneidad por ambos. En el fondo han sido demasiado reiterativos. Han vuelto a trasladar los mismos mensajes de toda una legislatura al debate, aunque evidentemente limitados por el tiempo. Rajoy ha defendido su política de Estado, basándose más en argumentos del presunto estropicio del otro, pero sin aportar sus contenidos propios, sus alternativas, sus propuestas nuevas
Empezó queriendo enmendar los errores de Pizarro en el anterior debate con Solbes, tratando de ganarse con lenguaje coloquial a la gente sencilla, que podría entender el batiburrillo de los precios del pollo, de la leche y otros elementos básicos para la economía doméstica. Aunque a medida que fue progresando el debate se perdió en los mismos mensajes catastrofistas de siempre, en cuanto al terrorismo, la inseguridad ciudadana atribuida a los inmigrantes, la España estatutaria insostenible y el fracaso de la educación, basándose en el ya famoso Informe PISA.
Zapatero se le vio más apagado al principio insistiendo en que España está preparada más que nunca para afrontar la desaceleración que asocia a problemas externos, y ha terminado volviendo a acusar de la falta de apoyo durante la legislatura por parte de Rajoy en lo que él considera los grandes logros sociales, reaccionando posteriormente con mayor convicción y contundencia.
Sinceramente esperaba más de ambos, sin que mareen a la audiencia con innumerables porcentajes de paros, de víctimas, y de otros muchos datos estadísticos que hacen demasiado árido el debate. Quizás es más ilustrativo y didáctico explicar la gestión sin recurrir a veces a apuntes peregrinos. Pero como muchos indican, ha ganado la democracia, aunque esperemos que el debate de vuelta sea más ameno y digerible para el gran público.
Siempre en estos casos, las empresas dedicadas a las encuestas van a aumentar sus dividendos en estos días, no sólo por los debates cara a cara, sino por la campaña, donde se trata de buscar porcentajes que se atribuyen a un ganador y a un perdedor. Depende lo que se analice, pero en la forma ha sido demasiado la rigidez, con escasa naturalidad y espontaneidad por ambos. En el fondo han sido demasiado reiterativos. Han vuelto a trasladar los mismos mensajes de toda una legislatura al debate, aunque evidentemente limitados por el tiempo. Rajoy ha defendido su política de Estado, basándose más en argumentos del presunto estropicio del otro, pero sin aportar sus contenidos propios, sus alternativas, sus propuestas nuevas
Empezó queriendo enmendar los errores de Pizarro en el anterior debate con Solbes, tratando de ganarse con lenguaje coloquial a la gente sencilla, que podría entender el batiburrillo de los precios del pollo, de la leche y otros elementos básicos para la economía doméstica. Aunque a medida que fue progresando el debate se perdió en los mismos mensajes catastrofistas de siempre, en cuanto al terrorismo, la inseguridad ciudadana atribuida a los inmigrantes, la España estatutaria insostenible y el fracaso de la educación, basándose en el ya famoso Informe PISA.
Zapatero se le vio más apagado al principio insistiendo en que España está preparada más que nunca para afrontar la desaceleración que asocia a problemas externos, y ha terminado volviendo a acusar de la falta de apoyo durante la legislatura por parte de Rajoy en lo que él considera los grandes logros sociales, reaccionando posteriormente con mayor convicción y contundencia.
Sinceramente esperaba más de ambos, sin que mareen a la audiencia con innumerables porcentajes de paros, de víctimas, y de otros muchos datos estadísticos que hacen demasiado árido el debate. Quizás es más ilustrativo y didáctico explicar la gestión sin recurrir a veces a apuntes peregrinos. Pero como muchos indican, ha ganado la democracia, aunque esperemos que el debate de vuelta sea más ameno y digerible para el gran público.
Manuel J. Márquez Moy
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