Cuántas veces hemos recurrido a la tan repetida frase de “tenemos lo que nos merecemos”, cuando hemos aludido a la situación de la ciudad. Pues ya está bien de tanta complacencia y agarrarnos a esa hartible frase. Tendrá lo que se merece el que haya agachado la cabeza, mirado para otro lado o contribuído con el silencio a la corrupción. Me consta que hay un buen número de ciudadanos que no nos merecemos esto, tanta mediocridad de unos gobernantes ineficaces e ineptos. Y no lo digo gratuítamente, sino que aquí somos muchos los que hemos arrimado el hombro, desde hombres y mujeres en el ámbito rural, con nombres y apellidos, hasta miembros de diferentes colectivos que se dejaron la piel por aportar un gran grano de arena. Me incluyo sin modestia alguna porque son casi 30 años de mi vida que no me he callado, -con errores a veces- pero yo soy la suma de lo que muchos me han ido aportando a lo largo de la vida. Y a esas personas que me refiero, que han dado todo lo que han podido por una tierra sanluqueña más habitable, en su vida han pensado en insignias ni reconocimientos, pero al menos, respeto. Que no te den un puntapié encima.Personas que pusimos un día cimientos para el progreso de esta ciudad en muchas vertientes.
Muchos se preguntarán a qué viene todo esto. Pues que seguimos inmersos en un lodazal de proyectos inconclusos, imaginando castillos en el aire, con gestos y guiños testimoniales de cara a la galería; y encima entrampados hasta los ojos, con 100 millones de euros como mínimo de deuda en las cuentas del Ayuntamiento. Nos salvamos porque ciertas inversiones vienen de Consejerías puntuales de la Junta de Andalucía que intentan poner a la ciudad a la altura que sí nos merecemos.
Muchos se preguntarán a qué viene todo esto. Pues que seguimos inmersos en un lodazal de proyectos inconclusos, imaginando castillos en el aire, con gestos y guiños testimoniales de cara a la galería; y encima entrampados hasta los ojos, con 100 millones de euros como mínimo de deuda en las cuentas del Ayuntamiento. Nos salvamos porque ciertas inversiones vienen de Consejerías puntuales de la Junta de Andalucía que intentan poner a la ciudad a la altura que sí nos merecemos.
Vergüenza debería darnos a estas alturas el acto celebrado el otro día en el Círculo de Artesanos organizado por CIS Sanlúcar. ¿Todavía vamos a seguir dándole vueltas a lo mismo?. Seguimos entreteniéndonos con argumentos obsoletos de hace 15 años y de ahí no salimos. Si el Sr. Juan Marín sabía hace tres años de la crisis internacional, no le escuché nada en su campaña. Cierto que habían Economistas serios que ya me lo advirtieron en el 2.004. ¿El Sr. Yuste va a seguir mareando la perdiz?.
Soy consciente que estamos en Democracia. Pero como decía Luisa Isabel (Duquesa de Medina Sidonia), ¿La Democracia es aguantar?. La Democracia la sostiene el pueblo principalmente, reside en el pueblo principalmente y, ¿ nuestros representantes públicos están haciendo realmente todo lo que son capaces para el común de los ciudadanos?. Miedo me da con la bilocación del núcleo duro del Equipo de Gobierno en la Ejecutiva del PSOE local también recién salida de las urnas de su Congreso Local.
“En democracia- decía Luisa Isabel Álvarez de Toledo- se elige entre unos candidatos, designados por diferentes partidos, en función al criterio o conveniencia de directivas y afiliados. Para conducir, para enseñar o ejercer cualquier profesión de responsabilidad, se exige someter a exámenes y aprobarlos; para obtener un trabajo, pasar por tests y exámenes psicológicos. Pero al candidato a gobernar, sólo se le exige tener presencia y capacidad de convicción, pues el fin se reduce a obtener votos.
Portavoces de programas redactados por publicistas, en función a los que pide el electorado, a menudo imposibles de cumplir, lo que es secundario, pues prometer lo contrario de lo que propone hacer, es habitual en el político, investidos harán lo que les venga en gana, o lo que les dicten sus patrocinadores, pues no tropiezan con más cortapisa que la de un parlamento integrado por subordinados, que sometidos a la disciplina de partido, o de partidos asociados, que ofrecen su colaboración a cambio de prebendas o parcelas de poder, no tienen más utilidad que la de sumar votos a las propuestas enunciadas por la cabeza de partido – la propia, caso de tenerla, queda en casa -, percibiendo a cambio sustancioso salario y prebendas, a cargo del caudal colectivo.
Se nota y es del dominio público, que salvo honrosas excepciones, los políticos de las urnas no cumplen lo que promete, saliendo rico el que entró pobre en el cargo, o más rico el que lo era por su paso, aun siendo la función secundaria y breve el mandato. Pero lo que aún no han aprendido los pueblos, aunque parecen estar en vías de hacerlo, que no pocas leyes justificadas en nombre del “bien público”, tiene por origen cuidadoso estudio de los psicólogos y por fin hacer a los gobernados más dóciles y crédulos, cuando desviar su atención de lo verdaderamente grave, oculto por peligroso, en especial para los responsables.
La democracia pudo mantenerse, cuando menos como el menos malo de los sistemas, en tanto se respetó y sobre todo ejerció le libertad de expresión. Individuos dotados de criterio, sin más interés ni deber que el de buscar y difundir la verdad, la exponían en el contexto del “¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿por qué?”, para que el receptor pudiese captarla en toda su ampliando, obrando o elucubrando a consecuencia, al tener los medios para formar un criterio personal por la práctica.
Pese a ser muchos los intelectuales que fueron liquidados, abiertamente o en accidentes simulados, por haber hecho públicas verdades, desagradables para individuos poderosos, nadie imagino, en país demócrata, la posibilidad de amordazar a la prensa, directa o indirectamente. No estando perdido el sentido común, los ciudadanos de entonces sabían que de no tener a su alcance una información completa y veraz, su voto carecía de valor, pues lo emitirían a ciegas o engañados. Pero enterrado el comunismo soviético y perdido el miedo, los que tienen razones sobradas para temer a la opinión, han instaurado la solapada de la extorsión económica, judicial y policíaca, haciendo perder utilidad política a los derechos de reunión, asociación y manifestación. Los grupos de presión utilizan los partidos para colocar a sus hombres en el poder; la reunión para difundir ideario a su conveniencia o detectar disidentes, quedando la manifestación en algarada, que permite encauzar el descontento hacia lo inocuo, cuando no para minar la autoridad del poder político, si por accidente imprevisto viene a caer en manos de los que se pliegan a las exigencias del poder económico.” Esto viene ocurriendo en Sanlúcar de Barrameda.
Portavoces de programas redactados por publicistas, en función a los que pide el electorado, a menudo imposibles de cumplir, lo que es secundario, pues prometer lo contrario de lo que propone hacer, es habitual en el político, investidos harán lo que les venga en gana, o lo que les dicten sus patrocinadores, pues no tropiezan con más cortapisa que la de un parlamento integrado por subordinados, que sometidos a la disciplina de partido, o de partidos asociados, que ofrecen su colaboración a cambio de prebendas o parcelas de poder, no tienen más utilidad que la de sumar votos a las propuestas enunciadas por la cabeza de partido – la propia, caso de tenerla, queda en casa -, percibiendo a cambio sustancioso salario y prebendas, a cargo del caudal colectivo.
Se nota y es del dominio público, que salvo honrosas excepciones, los políticos de las urnas no cumplen lo que promete, saliendo rico el que entró pobre en el cargo, o más rico el que lo era por su paso, aun siendo la función secundaria y breve el mandato. Pero lo que aún no han aprendido los pueblos, aunque parecen estar en vías de hacerlo, que no pocas leyes justificadas en nombre del “bien público”, tiene por origen cuidadoso estudio de los psicólogos y por fin hacer a los gobernados más dóciles y crédulos, cuando desviar su atención de lo verdaderamente grave, oculto por peligroso, en especial para los responsables.
La democracia pudo mantenerse, cuando menos como el menos malo de los sistemas, en tanto se respetó y sobre todo ejerció le libertad de expresión. Individuos dotados de criterio, sin más interés ni deber que el de buscar y difundir la verdad, la exponían en el contexto del “¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿por qué?”, para que el receptor pudiese captarla en toda su ampliando, obrando o elucubrando a consecuencia, al tener los medios para formar un criterio personal por la práctica.
Pese a ser muchos los intelectuales que fueron liquidados, abiertamente o en accidentes simulados, por haber hecho públicas verdades, desagradables para individuos poderosos, nadie imagino, en país demócrata, la posibilidad de amordazar a la prensa, directa o indirectamente. No estando perdido el sentido común, los ciudadanos de entonces sabían que de no tener a su alcance una información completa y veraz, su voto carecía de valor, pues lo emitirían a ciegas o engañados. Pero enterrado el comunismo soviético y perdido el miedo, los que tienen razones sobradas para temer a la opinión, han instaurado la solapada de la extorsión económica, judicial y policíaca, haciendo perder utilidad política a los derechos de reunión, asociación y manifestación. Los grupos de presión utilizan los partidos para colocar a sus hombres en el poder; la reunión para difundir ideario a su conveniencia o detectar disidentes, quedando la manifestación en algarada, que permite encauzar el descontento hacia lo inocuo, cuando no para minar la autoridad del poder político, si por accidente imprevisto viene a caer en manos de los que se pliegan a las exigencias del poder económico.” Esto viene ocurriendo en Sanlúcar de Barrameda.
Creo que queda bien clarito lo que Luisa Isabel había llegado a captar de lo que es el sistema democrático. Por lo tanto, ya está bien de admitir como dogma que tenemos lo que nos merecemos.
Manuel J. Márquez Moy
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