Granja situada en los Pinares de Bonanza y rodales de encinas muy antiguas en los Pinares también
Llevamos planteando desde 1.992, como mínimo, el desarrollo rural de todo el área de campo que queda en Sanlúcar de Barrameda. No sé qué querrá hacer ahora la Alcaldesa con la Costa Noroeste en lo que ellos llaman Desarrollo Rural, pues esta terminología se presta a muchas interpretaciones. Proyectos hice para el Ayuntamiento, muchos de manera altruísta que se han copiado mal, pero esperemos que se espabilen y hagan por una vez algo fructífero dentro del complejo y apasionante mundo del Desarrollo Rural.
Para que los espacios naturales protegidos no queden aislados de la realidad social en la que se encuentran inmersos y cristalicen proyectos que fomenten un desarrollo sostenible que permitan un uso razonable del medio, habría que actuar en diferentes direcciones. Centrándonos en Sanlúcar de Barrameda, que cuenta con recursos infrautilizados, con una economía deprimida y un índice de desempleo preocupante, sería importante contar con factores como el desarrollo rural, por medio del agroturismo o el turismo rural.
El sector sur del Parque Natural de Doñana, es decir, la Algaida y las Marismas de Bonanza, se encuentra rodeado por un entorno rural que precisa urgentemente de un plan de ordenación del medio, que contribuiría a la interacción de la población rural con el espacio natural protegido. Desde la zona conocida como el Pino hasta las Compuertas, en los límites con el término municipal de Trebujena, y desde el Guadalquivir en su último tramo de recorrido hasta las lomas terciarias que bordean la también carretera de Trebujena en dirección Este, es todo un territorio que carece en estos momentos de una planificación adecuada.
Para que los espacios naturales protegidos no queden aislados de la realidad social en la que se encuentran inmersos y cristalicen proyectos que fomenten un desarrollo sostenible que permitan un uso razonable del medio, habría que actuar en diferentes direcciones. Centrándonos en Sanlúcar de Barrameda, que cuenta con recursos infrautilizados, con una economía deprimida y un índice de desempleo preocupante, sería importante contar con factores como el desarrollo rural, por medio del agroturismo o el turismo rural.
El sector sur del Parque Natural de Doñana, es decir, la Algaida y las Marismas de Bonanza, se encuentra rodeado por un entorno rural que precisa urgentemente de un plan de ordenación del medio, que contribuiría a la interacción de la población rural con el espacio natural protegido. Desde la zona conocida como el Pino hasta las Compuertas, en los límites con el término municipal de Trebujena, y desde el Guadalquivir en su último tramo de recorrido hasta las lomas terciarias que bordean la también carretera de Trebujena en dirección Este, es todo un territorio que carece en estos momentos de una planificación adecuada.
La vera de la marisma en el Espacio Natural de Doñana, en la Algaida de Sanlúcar de Barrameda
En total, algo más de 7.000 has. de superficie que actualmente requieren de un estudio profundo que planifique toda la zona, eminentemente agrícola y rural. Y cuando nos referimos a la planificación estamos pensando en la rentabilidad que puede sustraerse de un entorno que debe contar con el ordenamiento necesario para enmarcar la zona como un referente dentro de lo que hemos dado en llamar “la industria turística rural”.
Por lo pronto cuenta con los elementos precisos que, combinándolos de manera adecuada darán como resultado el modelo y el ejemplo de un área que habrá sido capaz de poner en práctica de forma eficaz un desarrollo sostenible que dinamice la vida económica de todo el área, compatibilizándola con la conservación de sus valores ambientales y culturales.
En apariencia, y sin alejarnos de la realidad, todo el área- donde sería conveniente actuar sin mayor demora por las problemáticas a la que está sometida-, está desvertebrada, sin un claro horizonte que vislumbre un futuro halagüeño para la conservación de las economías básicas (sectores primarios) que hoy dan vida a los habitantes de Bonanza y la Algaida.
Por lo pronto cuenta con los elementos precisos que, combinándolos de manera adecuada darán como resultado el modelo y el ejemplo de un área que habrá sido capaz de poner en práctica de forma eficaz un desarrollo sostenible que dinamice la vida económica de todo el área, compatibilizándola con la conservación de sus valores ambientales y culturales.
En apariencia, y sin alejarnos de la realidad, todo el área- donde sería conveniente actuar sin mayor demora por las problemáticas a la que está sometida-, está desvertebrada, sin un claro horizonte que vislumbre un futuro halagüeño para la conservación de las economías básicas (sectores primarios) que hoy dan vida a los habitantes de Bonanza y la Algaida.
La casi desaparición de la Macaón (Papilio machaon) y de otras mariposas son indicadores básicos del grado de contaminación de las zonas rurales de Sanlúcar de Barrameda.
El ritmo de explotación intensiva de las tierras de cultivo es incluso peligroso, ya que están en un proceso casi irreversible el agotamiento de los suelos agrícolas, con todo lo que ello puede desencadenar; de ahí que insistamos en la situación insostenible de las aguas subterráneas, sin que hasta el momento se hayan realizado estudios serios sobre las aguas superficiales y acuíferos.
Imagen tradicional de muchas casas dedicadas al mundo agropecuario, en este caso en los Pinares de Bonanza, con el plástico resguardando las alpacas
Los momentos por los que está pasando el sector pesquero tampoco son nada óptimos, por lo que a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando a nivel político, no sería exagerado pensar en ir buscando alternativas en los cultivos marinos y la acuicultura en general para dar una salida airosa a estos trabajadores del mar, aunque siempre como una actividad complementaria, algo que hicimos ya seriamente en el año 2.000 y se quedó en los cajones.
El turismo rural podríamos decir que es el motor que puede impulsar la economía de la zona, minimizando las agresiones de la agricultura, limitando y regulando eficazmente el desarrollo urbanístico, potencializando la presencia de espacios naturales como el Espacio Natural de Doñana (con su monte y marismas) y los Pinares de Bonanza con una gestión adecuada, e incorporando y utilizando las infraestructuras necesarias para posibilitar un amplio abanico de atractivos que sean impulsados por los propios lugareños.
La red de alojamientos rurales, el acondicionamiento de vías y caminos, la creación de una granja escuela, o el museo vivo del navazo son sólo algunos ejemplos. Hay que entender que el desarrollo del turismo en un espacio rural, debe ser un complemento a las economías agrarias y no un sustituto de éstas. También hay que tener en cuenta que cuando el turismo rural es ya una actividad en pleno auge en multitud de rincones de España, Sanlúcar de Barrameda nunca se planteó la posibilidad de desarrollarlo, pues infravaloró siempre sus propios recursos. Hoy, por fin, ya se empieza al menos a confiar en las perspectivas que tienen las zonas rurales que afortunadamente quedan en el término municipal.
Un componente importante de todo este entramado de ideas que tendríamos que desarrollar convenientemente en un estudio definitivo, es el de la formación de los habitantes por medio de muchos cauces. Para ello tenemos previsto un exhaustivo programa de investigación sociológica que nos aproxime a la realidad de los habitantes de estos pagos. Somos conscientes de las grandes dificultades con las que nos toparemos (recordemos la gran economía sumergida y el narcotráfico presentes en el lugar), pero eso no debe ser óbice para confiar que en cinco años se vean los resultados esperados, corrigiendo en la medida de lo posible las circunstancias referidas anteriormente.
Queremos hacer especial hincapié en las buenas perspectivas que tiene toda esta superficie, pero las actuaciones que hay que llevar a cabo dependen principalmente de una buena planificación del territorio, de una buena gestión y , evidentemente , de la voluntad de los políticos. Esta buena gestión incluye también la capacidad de atraer y aprovechar los recursos económicos disponibles en diferentes administraciones para la consecución de proyectos de esta índole y muy especialmente en la Unión Europea.
Los invernaderos que inundan gran parte de nuestras zonas rurales
El turismo rural podríamos decir que es el motor que puede impulsar la economía de la zona, minimizando las agresiones de la agricultura, limitando y regulando eficazmente el desarrollo urbanístico, potencializando la presencia de espacios naturales como el Espacio Natural de Doñana (con su monte y marismas) y los Pinares de Bonanza con una gestión adecuada, e incorporando y utilizando las infraestructuras necesarias para posibilitar un amplio abanico de atractivos que sean impulsados por los propios lugareños.
La red de alojamientos rurales, el acondicionamiento de vías y caminos, la creación de una granja escuela, o el museo vivo del navazo son sólo algunos ejemplos. Hay que entender que el desarrollo del turismo en un espacio rural, debe ser un complemento a las economías agrarias y no un sustituto de éstas. También hay que tener en cuenta que cuando el turismo rural es ya una actividad en pleno auge en multitud de rincones de España, Sanlúcar de Barrameda nunca se planteó la posibilidad de desarrollarlo, pues infravaloró siempre sus propios recursos. Hoy, por fin, ya se empieza al menos a confiar en las perspectivas que tienen las zonas rurales que afortunadamente quedan en el término municipal.
Un componente importante de todo este entramado de ideas que tendríamos que desarrollar convenientemente en un estudio definitivo, es el de la formación de los habitantes por medio de muchos cauces. Para ello tenemos previsto un exhaustivo programa de investigación sociológica que nos aproxime a la realidad de los habitantes de estos pagos. Somos conscientes de las grandes dificultades con las que nos toparemos (recordemos la gran economía sumergida y el narcotráfico presentes en el lugar), pero eso no debe ser óbice para confiar que en cinco años se vean los resultados esperados, corrigiendo en la medida de lo posible las circunstancias referidas anteriormente.
Queremos hacer especial hincapié en las buenas perspectivas que tiene toda esta superficie, pero las actuaciones que hay que llevar a cabo dependen principalmente de una buena planificación del territorio, de una buena gestión y , evidentemente , de la voluntad de los políticos. Esta buena gestión incluye también la capacidad de atraer y aprovechar los recursos económicos disponibles en diferentes administraciones para la consecución de proyectos de esta índole y muy especialmente en la Unión Europea.
Los invernaderos que inundan gran parte de nuestras zonas rurales
Por último, volver a recordar que lo que aquí presentamos son sólo algunas ideas sobre la planificación territorial que haría falta para obtener un aprovechamiento racional de todos los recursos que ofrecen Bonanza y la Algaida, algo que las nuevas generaciones podrán agradecernos.
Manuel J. Márquez Moy, Coordinador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"
Manuel J. Márquez Moy, Coordinador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"
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