domingo, enero 17, 2010

EL SHOW por Bárbara Alpuente









Imagino que la realidad tiene tantas caras como individuos existen en el mundo, porque cada uno tiene la suya. ¿Pero qué es real y qué no lo es?. ¿Cómo distinguir nuestra realidad de la realidad de los demás?.Vivimos en un sistema dedicado a conformar una misma idea de realidad para todos. Un sistema que intenta ponernos de acuerdo hasta que lleguemos a creer que existe una realidad objetiva. Como si nuestro universo personal no influyera en el transcurso de los acontecimientos y fuéramos meros espectadores de una representación de la realidad que nada tiene que ver con nosotros. Pero la objetividad es imposible a no ser que seamos objetos en vez de sujetos (esto no lo digo yo, lo dice Kant). Si yo fuera una mesa en vez de ser una persona, mi realidad sería objetiva, pero no soy una mesa (lo he chequeado un momento antes de escribir esta afirmación). Por eso sólo podemos hablar desde la subjetividad (por el momento, quizás algún día seamos capaces de salir de nosotros y levantar el vuelo para mirar el mundo).





Pero una vez que el sistema (que también somos nosotros) consigue que creamos que hay una sola realidad y que además es objetiva, lo que hacemos es castrar nuestras percepciones para adaptarnos a la realidad común impuesta. No hay tal realidad común. Quizás exista una esencia común de la humanidad, el aire es común para todos, pero la realidad no puede serlo. Y al final uno tiene miedo a salirse de la realidad que comparte con el resto, de quedarse solo en su realidad, de que en su realidad esté equivocada porque no coincide con la que le están contando. Ahí se juntan dos de los miedos que más percibo a mi alrededor: el miedo a la soledad y el miedo a la locura. Por culpa de ese miedo perdemos el impulso artístico, el impulso de creación que tiene cada ser humano y que entre todos vamos lastrando.





Siempre se ha tachado a los grandes genios de locos, quizá porque lo fueran, o quizá porque mostraran su realidad única sin miedo a salirse del trazo social impuesto. Pero ahí estamos todos, como inquisidores, esperando a ver quién se sale del lienzo, del verso, de la estrofa que estamos predispuestos a escuchar. Estaría bien predisponerse a lo imprevisible por una vez. Cuando pienso en estas cosas, voy por la calle sintiendo como si estuviera protagonizando El Show de Truman. Y veo que cada persona que me cruzo está inmersa en su Show de Truman particular. Como si nos hubieran inducido a mirar hacia el mismo lado, consiguiendo que no veamos nada más. Como si de verdad nos hubiéramos creído que esta realidad es la única que existe y que debemos vivirla con la mayor sumisión posible.





Recuerdo el diálogo de Ed Harris con Jim Carrey en la última parte de la película. Truman intenta escapar del mundo que han creado para él. Su creador le dice: “Truman, no existe más verdad ahí afuera que en el mundo que creé para ti. Las mismas mentiras y engaños. Pero en mi mundo no tendrás nada que temer” . Ese es el mensaje en el que estamos sumergidos. Si rascamos un poco, descubriremos ese otro lado de la realidad, aunque temamos no saber lo que en él nos espera. ¿Pero acaso no hemos nacido para eso?.


Bárbara Alpuente es Guionista de TV y articulista y columnista de la Revista Yo
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