El curso Neuroestética, cerebro, mente y belleza analiza desde este lunes en El Escorial los mecanismos cerebrales del proceso artístico. Javier de Felipe, del Instituto Cajal y miembro del proyecto Blue Brain de la Universidad Politécnica de Madrid, buscará las conexiones entre ciencia y arte.
El proyecto internacional Blue Brain, que cumple diez años de existencia, ha puesto a Javier de Felipe (Madrid, 1953) en la vanguardia de la investigación cerebral. El equipo español que lidera dentro del Cajal Blue Brain, integrado por científicos de la Universidad Politécnica de Madrid y del CSIC, explora los circuitos que intervienen en el proceso de envejecimiento del cerebro y en las enfermedades neurológicas.
“Queremos que Blue Brain funcione como un gran laboratorio multidisciplinar”, puntualiza De Felipe.
-Ante avances como el Blue Brain, ¿qué impide que el cerebro siga siendo aún hoy una incógnita?
-Sin duda, su gran complejidad y la dificultad que existe para su estudio. A pesar del gran número de estudios morfológicos, fisiológicos y moleculares existentes desde los tiempos de Cajal, todavía no se conoce con exactitud la microorganización anatómica y funcional de la columna cortical, bloque de construcción que conforma la corteza cerebral. Por estos motivos, el estudio de esta zona constituye el gran reto de la ciencia en los próximos siglos.
-El curso de El Escorial aborda el cerebro y su relación con la belleza, ¿cómo la definiría desde la neuroestética?¿Es el cerebro el máximo responsable de la expresión artística?
-Definiría la belleza como la capacidad del cerebro humano para deleitarse psíquicamente mediante un estímulo sensorial. Es una lectura, una interpretación. La creatividad artística es sin duda un producto de la mente humana. Ya Balzac decía que el arte nace en el cerebro y no en el corazón. El cauce de la voluntad
-¿Puede localizarse el lugar donde se desarrolla la experiencia estética?
-En los últimos años ha habido un crecimiento enorme en el número de publicaciones centradas en las bases neurales de la experiencia estética de la belleza, sobre todo en el arte visual. Las conclusiones alcanzadas incluyen diversas regiones corticales y subcorticales implicadas en la activación de circuitos emocionales y cognitivos. La corteza cerebral y, en particular la corteza prefrontal, parece tener un papel clave. Santiago Ramón y Cajal describió con estas bellas palabras el fascinante misterio y atracción por su estudio en su libro Recuerdos de mi vida: “Sentía yo entonces vivísima curiosidad -algo novelesca- por la enigmática organización del órgano del alma. Conocer el cerebro -nos decíamos en nuestros entusiasmos idealistas- equivale a averiguar el cauce material del pensamiento y de la voluntad”.
-En la evolución, ¿el tamaño del cerebro y el arte han ido siempre unidos?
-Bueno, uno de los acontecimientos más notables ocurridos durante la evolución del cerebro humano es su aumento de tamaño y, particularmente, el gran desarrollo y diferenciación de la corteza cerebral. Al aumentar el tamaño del cerebro, se multiplica el número de neuronas y de conexiones sinápticas, incrementándose la complejidad del cerebro. Gracias a este proceso ha sido posible el desarrollo espectacular de las funciones cognitivas y de las habilidades artísticas. Sin embargo, este razonamiento es solamente una simplificación del problema, ya que existe una enorme variabilidad en el tamaño del cerebro de las distintas especies de mamíferos. Un placer intelectual
-¿Es el arte una necesidad del ser humano?
-El origen del placer intelectual que produce la observación de una obra de arte y la del artista que la crea es todavía un misterio; aunque no necesitamos la belleza o la percepción estética para sobrevivir, virtualmente todo lo que el hombre crea tiene una repercusión estética. Música, pintura, literatura. El proceso de creación se desarrolla en nuestras autopistas cerebrales sin tener una conciencia clara de su funcionamiento. Pero, ¿hay una ruta para cada área artística? “Éste es uno de los temas actuales de estudio -señala De Felipe-. Es posible que compartan circuitos cerebrales pero debe de existir uno “específico” que intervenga más directamente durante el hecho creativo en cada una de las disciplinas”.
-Se habla de musas, de intuición pero también de un entorno que nos condiciona y que nos inspira. ¿Qué papel juega el aprendizaje en el desarrollo cerebral?
-El cerebro es muy dinámico, con una enorme capacidad para el cambio (plasticidad), como resultado del aprendizaje o como respuesta a lesiones o procesos degenerativos. Las neuronas corticales están conectadas entre sí, formando circuitos sinápticos de gran complejidad, cuyas conexiones definitivas se establecen principalmente durante el desarrollo postnatal. Por otra parte, sabemos que si el cerebro no se expone a formas normales de estímulos (sensoriales, motores y psíquicos) no se desarrolla normalmente. Ciertos factores ambientales tienen una gran influencia en la formación de los circuitos sinápticos del cerebro adulto. Además, algunos estudios indican que la educación produce un cambio permanente en la organización funcional del cerebro. También el entorno, la historia “cerebral” de cada individuo, juega una papel crucial en el proceso creativo.
-Genio y mediocridad. ¿Podría determinarse en qué se diferencia el cerebro de Mozart del de Salieri?
-El notable desarrollo y evolución del cerebro humano, su relación con las funciones cerebrales superiores, junto con las grandes diferencias en las capacidades intelectuales entre diversos individuos, fue el punto de partida para estudiar en el siglo XIX y principios del siglo XX si los cerebros de personas con capacidad intelectual superior se podían o no distinguir de los cerebros ordinarios mediante características anatómicas especiales. A primera vista, dentro de nuestra especie no está claro el significado de las diferencias en el tamaño. Lord Byron tenía un gran cerebro, que pesaba 2.238 g. También Oliver Cromwell tenía un cerebro que pesaba entre 2.233 y 2.330 g. Por el contrario, el escritor francés Anatole France, que fue Premio Nobel de literatura en 1921, tenía un cerebro que pesaba solamente 1.100 g. Es decir, una diferencia de casi un 50% de masa cerebral, por lo que no parece que el peso tenga importancia funcional. Explicación fisiológica
-Entonces, ¿qué es lo que hace a una persona ser más inteligente o ser un genio?
-Sobre esto le diría que la investigación no ha podido llegar a estudiarlo completamente. Lo más probable es que dependa de las conexiones. Cada cerebro tiene su propia historia y unas características muy concretas. Seguro que existe una explicación fisiológica/estructural. No obstante, gracias a los nuevos métodos de análisis, y especialmente al desarrollo de las técnicas neurofisiológicas y de neuroimagen, podrán aclararse en un futuro algunas de estas preguntas.
Precisamente Javier de Felipe está colaborando con el Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria" en la parte fundamental de lo que es la interpretación del paisaje con todos sus elementos. La percepción personal y colectiva. He ahí la cuestión.
Javier López Rejas/Manuel J. Márquez Moy
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