“Aunque la mayoría de los adolescentes que abusan del alcohol no llegan al alcoholismo, no es menos cierto que los alcohólicos comenzaron a beber en su adolescencia”
Al cabo del año se hacen numerosos estudios sobre el mundo de los jóvenes, que derivan en los más peregrinos y rocambolescas conclusiones. Evidentemente todo es muy complejo, porque hay puntos en común en la educación incluso de los adolescentes del siglo XIX en algunos estratos sociales con la que se lleva a cabo hoy día. Hoy quería avanzar en dos conceptos o ideas sobre el mundo de los adolescentes y jóvenes.
Primeramente, dejar claro que a nivel neurobiológico, también en otros aspectos anatómicos, el desarrollo no está completo todavía como el funcionamiento de todo el entramado cerebral de un adulto, sobre todo en la denominado zona prefrontal y las alteraciones de la llamada científicamente materia gris (Ver croquis de abajo). Esta condición es la que hace crear un vacío por lo que muchos adolescentes y jóvenes no tienen desarrollado lo suficiente el sentido de la medida de las cosas, de las acciones, como pudiera tenerla un adulto. Ese poco juicio en situaciones de riesgo viene dada porque las áreas cerebrales que deciden esos actos no están lo suficientemente desarrolladas.
De ahí a la temeridad con la que no pocos jóvenes se entregan sin ser muy conscientes de los riesgos reales, por mucho que nos empeñemos los adultos en darles argumentaciones sobre consecuencias de actos que realizan en la calle. Aunque como siempre suele decirse en estos casos, hay muchas excepciones, por razones biológicas o educacionales en algunos indivíduos que hayan tenido un desarrollo más prematuro o una atención más directa del entorno parental.
La segunda idea que me gustaría apuntar es la del joven que se encuentra vacío emocionalmente, ese deseo de autoafirmarse, de sentir que tiene sentido su vida. Para muchos adolescentes esto es una auténtica tragedia, sobre la que pasamos de puntillas en muchas ocasiones sin querer ver el daño emocional, el sentimiento de soledad que tienen muchos adolescente y jóvenes. Es entonces cuando estos casos se convierten casi en patologías, porque necesitan tal cantidad de adrenalina, que son capaces de realizar cosas a veces inverosímiles, difíciles de creer, con tal de experimentar sensaciones que les satisfagan. Son aquellos que tornan su comportamiento en violencia manifiesta de diferentes formas, rayando la actitud suicida. Las etapas más leves son las borracheras que les hacen coquetear con los comas etílicos. La alta velocidad con vehículos. El consumo de sustancias tóxicas de las más variadas, hasta que entran en un círculo vicioso que le llevan a un completo nihilismo.
Insisto, por ello, que son muchas las situaciones previas que vive el preadolescente o adolescente en el hogar o en sus ambientes cotidianos que no son capaces de conceptuarlas, de asimilarlas con una idea sólida, por lo que actúa la impronta emocional. Y desentrañar para ellos todo ese mundo emocional se hace toda una tarea difícil, cuando no se trabaja también la educación emocional, ayudadándole a interpretarle lo que ocurre a su alrededor y a cómo lo perciben.
Los desafíos que se proponen entonces son cada vez más arriesgados, pudiendo llegar a matar y seguir sintiendo un vacío emocional que no es capaz de llenar. Por esa razón muchas noticias que nos asaltan hoy día, aparentemente no le encontramos lógica alguna. Pero la hay, aunque son auténticas telarañas emocionales.
Pero el adulto necesita simplificar las cosas, buscar un razonamiento y una lógica rápida, y eso no es tan fácil, es simple y llanamente muy difícil. En el siguiente artículo expondré las posibles soluciones en las que se puede ir trabajando.
Las cosas tienen un por qué, pero necesitan su tiempo para entenderlas, y no es nada fácil explicarlas, porque existen muchos puntos coincidentes en ciertos comportamientos juveniles, pero las raíces son muy variadas.
Al cabo del año se hacen numerosos estudios sobre el mundo de los jóvenes, que derivan en los más peregrinos y rocambolescas conclusiones. Evidentemente todo es muy complejo, porque hay puntos en común en la educación incluso de los adolescentes del siglo XIX en algunos estratos sociales con la que se lleva a cabo hoy día. Hoy quería avanzar en dos conceptos o ideas sobre el mundo de los adolescentes y jóvenes.
Primeramente, dejar claro que a nivel neurobiológico, también en otros aspectos anatómicos, el desarrollo no está completo todavía como el funcionamiento de todo el entramado cerebral de un adulto, sobre todo en la denominado zona prefrontal y las alteraciones de la llamada científicamente materia gris (Ver croquis de abajo). Esta condición es la que hace crear un vacío por lo que muchos adolescentes y jóvenes no tienen desarrollado lo suficiente el sentido de la medida de las cosas, de las acciones, como pudiera tenerla un adulto. Ese poco juicio en situaciones de riesgo viene dada porque las áreas cerebrales que deciden esos actos no están lo suficientemente desarrolladas.
De ahí a la temeridad con la que no pocos jóvenes se entregan sin ser muy conscientes de los riesgos reales, por mucho que nos empeñemos los adultos en darles argumentaciones sobre consecuencias de actos que realizan en la calle. Aunque como siempre suele decirse en estos casos, hay muchas excepciones, por razones biológicas o educacionales en algunos indivíduos que hayan tenido un desarrollo más prematuro o una atención más directa del entorno parental.
La segunda idea que me gustaría apuntar es la del joven que se encuentra vacío emocionalmente, ese deseo de autoafirmarse, de sentir que tiene sentido su vida. Para muchos adolescentes esto es una auténtica tragedia, sobre la que pasamos de puntillas en muchas ocasiones sin querer ver el daño emocional, el sentimiento de soledad que tienen muchos adolescente y jóvenes. Es entonces cuando estos casos se convierten casi en patologías, porque necesitan tal cantidad de adrenalina, que son capaces de realizar cosas a veces inverosímiles, difíciles de creer, con tal de experimentar sensaciones que les satisfagan. Son aquellos que tornan su comportamiento en violencia manifiesta de diferentes formas, rayando la actitud suicida. Las etapas más leves son las borracheras que les hacen coquetear con los comas etílicos. La alta velocidad con vehículos. El consumo de sustancias tóxicas de las más variadas, hasta que entran en un círculo vicioso que le llevan a un completo nihilismo.
Insisto, por ello, que son muchas las situaciones previas que vive el preadolescente o adolescente en el hogar o en sus ambientes cotidianos que no son capaces de conceptuarlas, de asimilarlas con una idea sólida, por lo que actúa la impronta emocional. Y desentrañar para ellos todo ese mundo emocional se hace toda una tarea difícil, cuando no se trabaja también la educación emocional, ayudadándole a interpretarle lo que ocurre a su alrededor y a cómo lo perciben.
Los desafíos que se proponen entonces son cada vez más arriesgados, pudiendo llegar a matar y seguir sintiendo un vacío emocional que no es capaz de llenar. Por esa razón muchas noticias que nos asaltan hoy día, aparentemente no le encontramos lógica alguna. Pero la hay, aunque son auténticas telarañas emocionales.
Pero el adulto necesita simplificar las cosas, buscar un razonamiento y una lógica rápida, y eso no es tan fácil, es simple y llanamente muy difícil. En el siguiente artículo expondré las posibles soluciones en las que se puede ir trabajando.
Las cosas tienen un por qué, pero necesitan su tiempo para entenderlas, y no es nada fácil explicarlas, porque existen muchos puntos coincidentes en ciertos comportamientos juveniles, pero las raíces son muy variadas.
Y para terminar, estos dos conceptos hacen que adolescentes y jóvenes sean a veces fácilmente manipulables o decidan por ellos mismos participar en grupo normalmente en cuestiones relativas a políticas extremas, revueltas callejeras utilizando como bandera cualquier motivo, grupos ultras en el deporte, carreras ilegales de motos o coches, violaciones en grupo de jóvenes, venta de sustancias tóxicas, agresividad y violencia escolar con otros compañeros o profesores.
Por ello, recuerdo una vez más que estos casos lo producen nuestros hijos, sobrinos, vecinos, nietos. No son extraterrestres. Es una respuesta, queramos o no, más incisiva o menos, a los mensajes que han ido percibiendo desde niños y ellos lo transforman a su modo.
El cerebro de los adolescentes funcionan de manera diferente que en el adulto. Debido a que la corteza frontal es una de las últimas áreas del cerebro en madurar durante el desarrollo, el adolescente tiende a usar otras áreas – en este caso áreas emocionales – del cerebro para la toma de las decisiones. Por ejemplo, la actividad cerebral, vista con imagen de resonancia magnética, muestra que cuando juzgamos la emoción representada en la cara, la amígdala cerebral (parte más primitiva de nuestro cerebro) del adolescente (derecha) está activada, reflejando más una reacción visceral más que una razonada, mientras que el cerebro de un adulto (izquierda) es activada en un área de la corteza prefrontal involucrada más en el razonamiento y la reflexión.
Manuel J. Márquez Moy