Iberos y turdetanos. La Turdetania de EstrabónPero ¿qué significa Iberia para los autores grecorromanos, quiénes son los iberos y qué debe entenderse hoy por iberos? A estas preguntas, que no son nuevas, han contestado numerosos autores, que han analizado las fuentes clásicas. Para M. Tarradell (1980) el nombre de iberos se aplicó a los habitantes desde el sur de Francia hasta Murcia, incluyendo también la provincia de Albacete. Y en ocasiones engloba a los pueblos del sudeste y sur de la Península, hasta la desembocadura del Guadalquivir (Presedo, 1980).
El análisis más completo de debe a A.J. Domínguez Monedero (1983), para quien el nombre de Iberia e ibero se debe a los griegos, según afirma Estrabón (III,4,19), que también tenía sus dudas de la situación geográfica exacta:
“Con el nombre de Iberia, por ejemplo, los antiguos (griegos) designaron todo el país, a partir del Rhodanós y del isthmo que comprenden los golfos galáticos; mientras que los de hoy día colocan su límite en el Pyréne, y dicen que las designaciones de Ibería e Hispania son sinónimas. Según otros, el nombre de Ibería no designó más que la región de la parte de acá del Íber, a cuyos habitantes, en un principio, llamaban iglétes y ocupaban una región pequeña, al decir de Asklepiádes el Myrleanós. Los rhomaioi han designado a la región entera indiferentemente con los nombres de Ibería e Hispanía, y a sus partes las han llamado ulterior y citerior, reservándose el modificarla aún si las circunstancias exigiesen una nueva división administrativa” (La traducción se debe a A. García y Bellido, España y los españoles hace dos mil años según la “Geografía” de Estrabón, Madrid 1968).
Estrabón, según una recreación moderna. Uno de los Geógrafos griegos más consultados por los estudiosos de la Historia y la Arqueología Hispánica de la época clásica.Según A.J. Domínguez Monedero (1983, 221-223) el término tiene sólo un valor geográfico, no ligado a ningún pueblo concreto, aplicado primero a una zona del litoral durante la segunda mitad del siglo VII a.n.e., y se fue extendiendo más tarde a medida que descubrían el interior. Ibero o ibérico designa a cualquier habitante de Iberia, salvo en el caso donde residían los celtas, a los que se denominó celtíberos. Con la presencia romana, el término se traduce como Hispania, y no conocen ningún pueblo que se denomine específicamente ibero. Lo ibérico viene a ser, pues, un topónimo general con el que los griegos designaron a la mayor parte de la Península, no ligado a ningún pueblo concreto.
L.A. García Moreno (1989) acepta la ecuación Tartessos/Turdetania, como anteriormente lo habían hecho Schulten (ed. 1972) y Tovar (1974), pero con algunas precisiones. La primera es que la forma Turdetania, y sus etnónimos túrdulos y turdetanos, sólo aparece en autores posteriores al siglo III a.n.e., es decir, en escritores posteriores a la presencia y dominación romana en la Península, y la segunda es que el término de Tartessos y tartessios la emplean historiadores y geógrafos griegos más antiguos, anteriores a finales del siglo III a.n.e., que no habían tenido contacto con el mediodía peninsular. No obstante, autores griegos y romanos –Polibio, Apiano, Mela, Plinio, Estrabón y Livio, de época romana– utilizan indistintamente Turdetania/Tartesios. Podría, pues, emplearse el término tartesio/turdetano, en lugar de ibero/turdetano, para los habitantes de la antigua zona tartesia de Andalucía occidental, que corresponde, en mi opinión, al mismo concepto étnico y cultural. De aquí que haya defendido a los turdetanos como los tartesios, en el sentido de la cultura mixta indígena y fenicia, en tiempos posteriores a finales del siglo VI a.n.e. Pues la Turdetania es una realidad cultural distinta a otros pueblos “ibéricos” de la misma época, aunque en muchos casos con raíces comunes provenientes desde la época orientalizante y su expansión hacia el interior y costa peninsulares.
Estrabón, hacia el cambio de Era, es el autor más prolijo en la descripción de la Turdetania y de los turdetanos. Inmerso en un tiempo casi turdetano, sus apreciaciones y descripciones son de indudable interés, dedicando largos y sustanciosos pasajes a una región que nunca visitó, sino que describió a través de fuentes contemporáneas y más antiguas. De ellos voy a destacar los pasajes geográficos, de geografía humana, económicos y de raíz étnica, que constituyen fuentes de primer orden para el análisis del pueblo turdetano.
-Límites de la Turdetania y las ciudades (III,2,1).- Sobre este aspecto, Estrabón escribe que
“La Tourdetania, a la cual riega el río Baítis, extiéndese al interior de esta costa por la parte de acá del Anás; al Oriente, por parte de los karpetanoí y algunos oretanoí; hacia el mediodía, por los bastetanoí, que habitan la estrecha faja costera que se extiende de Kálpe a Gádeira y del Mar Exterior hasta el Anas. También pueden adscribirse a ella los bastetanoí, de los cuales dije ya que habitaban en la Tourdetanía, así como las gentes que ocupan el otro lado del Anas y gran parte de sus vecinos. Tanto en su latitud como en su longitud, el tamaño de esta región excede de los dos mil estadios (unos 400 km. en ambas direcciones axiales). Las ciudades son, empero, numerosísimas, pues dicen ser doscientas. Las más importantes por su tráfico comercial son las que se alazan junto a los ríos, los esteros o el mar. Entre ellas destacan Kórdyba, fundación de Markéllos, y por su gloria y poderío, la ciudad de los gaditanoí... La más ilustre después de esta ciudad y la de los gaditanoí, es Híspalis”. En III, 2, 2, se mencionan a Itálika (Italica), Ilipa (Alcalá del Río), Mounda, Atégoua (Ategua), Oúrson (Osuna), Toukkis (Tucci o Itucci, que García y Bellido localiza en Martos), Oulía (Montemayor) y Aígoua. Resulta curioso que al mencionar a los keltikoí sitúe a Konístorgis –según García y Bellido en el Algarve– y sobre todo a Asta –Mesas de Asta, en los esteros de Jerez de la Frontera– en pleno Bajo Guadalquivir. Todas estas ciudades se originan al menos en el Bronce final y poseen estratos orientalizantes, o al menos hasta ellas llegaron los influjos fenicios o tartésicos.
Su límite occidental es el río Guadiana, y a oriente son los carpetanos y oretanos los pueblos que limitan la Turdetania, es decir, la antigua frontera de Tartesos como recientemente han mantenido A. Ruiz y M. Molinos (1995, 239ss). La costa es bastetana, cuyos pobladores habitan en la Turdetania, y podrían ser algunas de las antiguas factorías o colonias fenicias, como Morro de Mezquitilla, que ha proporcionado restos urbanos y cerámicas de esta época.
Pese a estas intromisiones como los celtas y bastetanos en la Turdetania, Estrabón parece tener claro que el núcleo principal se centra en el Guadalquivir, y esta región
“se llama Bética, del nombre del río, y Turdetania, del nombre del pueblo que lo habita; a estos habitantes se les llama turdetanos y túrdulos que unos creen que son los mismos; más según otros dos pueblos distintos. Polibio está entre estos últimos, pues dice que los turdetanos tenían como vecinos por el norte a los túrdulos. Hoy día no se aprecia diferencia entre ambos” (III, 1, 6). Hay que tener en cuenta que Polibio estuvo en España en 133 durante la guerra numantina y recorrió la Meseta y otros lugares, conociendo y describiendo a Cartagena. Tenía, pues, un conocimiento más directo que Estrabón. Entre los túrdulos cita Estrabón a la ciudad de Augusta Emerita (Mérida). Lo que no es demasiado extraño, debido a las relaciones intensas que la zona extremeña mantuvo con Tartesos, al menos desde comienzos del siglo VII a.n.e. Mas las contradicciones se advierten en el capítulo III, 2, 5, pues en la región tartésica habitan los túrdulos. El problema no está muy claro, y es probable que turdetanos y túrdulos vinieran a ser una misma etnia y una misma cultura, enraizada desde la época orientalizante tartésica. Según comunicación verbal de los colegas portugueses que trabajan en Mértola, una ciudad fronteriza en el Algarve portugués, a la altura del Andévalo onubense, los hallazgos turdetanos son muy frecuentes y futuras excavaciones mostrarán que se trataba de algún punto de importancia dentro de esta región.
- Fenicios e indígenas: carácter fenicio de la Turdetania (Estrabón, III, 2, 13).- Estrabón tenía muy claro el carácter fenicio de la Península, o al menos de su mitad meridional, aunque no lo dice y los describe genéricamente:
“Pero es mejor aún lo que vamos a recordar: la expedición de Heraklés y la de los phoinikes a estos parajes diéronle (a Hómeros), de sus habitantes, la idea de un pueblo rico y de buena condición; así, pues, su sujeción a los phoinikes fue tan completa, que hoy día la mayoría de las ciudades de Turdetanía y de las regiones vecinas están habitadas por aquellos”. Y poco más adelante
, “pero las primeras noticias fueron debidas a los phoinikes, que dueños de la mejor parte de Ibería, de la Libyé, desde antes de la época de Hómeros, quedaron en posesión de estas regiones hasta la destrucción de su hegemonía por los rhomaíoi”. Aunque los acontecimientos no fueron de este modo, es significativo el hecho de que Estrabón, en época de Augusto, y movido por autores más antiguos, reconociese la antigüedad de la presencia fenicia en Occidente antes de la época de Homero, el impacto que causaron entre las poblaciones indígenas y su influjo hasta la llegada de los romanos a la bahía gaditana. Reconoce así el carácter fenicio, orientalizante o tartésico de las poblaciones turdetanas, que es el punto al que queríamos llegar. Siendo Estrabón un griego, y mencionando acontecimientos míticos y heroicos griegos, como las hazañas de Heracles en estos parajes, no reconoce el influjo helénico, sino el fenicio en el momento de aludir al carácter cultural de los turdetanos. Es una información de gran valor, pasado ya mucho tiempo desde la presencia fenicia y el tiempo en el que escribe, que aún se rememore a los fenicios como un factor principal de la protohistoria del Bajo Guadalquivir.
- Cuestiones económicas (Estrabón III, 2-8).- Aquí le dedica un extenso espacio, que voy a resumir en pocas líneas. Enumera con pormenores sus riquezas agrícolas, ganaderas, pesqueras y mineras como causas del intenso poblamiento de la Turdetania y de la importancia de esta región. Claro es que habla en tiempos romanos, pero los mismos productos podrían aplicarse a la economía tartésica y turdetana. No es necesario entrar en más detalles para extrapolar la producción romana a la turdetana, que sería objeto de un estudio más detallado, y en parte me referiré cuando trate de los aspectos arqueológicos turdetanos.
Diego Ruiz Mata, Catedrático de Prehistoria y Arqueólogo