jueves, febrero 28, 2008

NO SE DEBE ALARMAR EN LOS MEDIOS, AUNQUE NO AGUANTEMOS MÁS













Así se despachaba esta tarde más o menos el Portavoz del Equipo de Gobierno, Víctor Mora, advirtiendo que no se debía alarmar a través de los medios de comunicación.

Esta tarde, en el Pleno Municipal Ordinario del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, me ha faltado poco para perder la paciencia al escuchar al Portavoz del Grupo Socialista, Víctor Mora, declarando que no se debía recurrir a los medios de comunicación, para no alarmar a la gente. Todavía parece que no es suficiente, para que intenten obligarnos a estar silenciados ante la problemática de los presuntos vertidos que nos llegan de todos lados a la desembocadura del Guadalquivir.
Estoy únicamente de acuerdo en que hay que saber cuidar las fuentes y contrastarlas. Desde el 25 de Abril de 1.998, en que se rompe una de las Balsas de Boliden en Aznalcóllar hasta el día de hoy han ocurrido muchas cosas. Se han ocultado en primer lugar información por parte de nuestros gobernantes, cuando tenemos todo el derecho a la información de qué está ocurriendo en nuestras aguas. La Comisión de Expertos que se crea para hacer un seguimiento de las consecuencias ecológicas del vertido de las Minas de Aznalcóllar, compuesta por miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llegan a emitir hasta trece informes: desde el 29 de Abril de 1.998 hasta el 26 de Enero de 2.001.
Desde entonces poco se ha sabido sobre cómo han seguido evolucionando las cosas. Hicieron desaparecer un número amplio de especies de aves acuáticas que en su mayoría contrajeron malformaciones. Algunos se acordarán de un grupo de cigüeñas, terminaron siendo sacrificadas para que dejaran de aparecer en los medios.






Miguel Ferrer era el Director de la Estación Biológica de Doñana cuando ocurrió lo de Aznalcóllar. Su independencia y claridad en sus exposiciones le costaron el puesto, algo de lo que no se arrepiente. Actualmente sigue siendo uno de los científicos más valorados a nivel internacional en Biología de la Conservación, y es uno de los máximo expertos sobre el águila imperial.




No contentos con eso, la Autoridad Portuaria de Sevilla, proyectó ampliar el Puerto de la capital hispalense, con sus respectivas cortas, esclusas, que conllevaban el dragado del río. Pero no una ni dos veces. Sino 20 veces en sus veinte años consecutivos y correlativos. Un dragado por año. Desde la Piedra de Salmedina hasta río arriba. A pesar de que especialmente el Dr. Carlos Fernández Delgado, de la Universidad de Córdoba, alertó sobre la catástrofe que eso supondría para los caladeros, para la economía, para la supervivencia de numerosas especies piscícolas, crustáceos, moluscos, casi nadie atendió sus llamadas de alarma.
Se terminó por aprobar definitivamente los dragados del río, y al menos se consiguió que tras cada dragado se debía hacer un estudio para valorar consecuencias, sobre sedimentación, salinidad, cambios en las líneas de las orillas, situación de las poblaciones estuarinas, muchas más sensibles a los cambios de corrientes y a la naturaleza del agua, por la presencia de sustancias tóxicas.

Y para colmo una empresa canadiense se le ocurre crear a cielo abierto otra nueva mina en el triángulo de las localidades sevillanas de Guillena, Gerena y Salteras, y como punto de vertido al Guadalquivir, el término municipal de la Algaba. La Mina “El Cobre” las Cruces. Y el currículo de esta empresa no es que sea muy brillante. (Infórmense de cómo dejaron el Danubio).

Aun así, ante tanta desinformación, Víctor Mora, y nuestra Alcaldesa nos contesta en el Pleno de hoy que se ha solicitado un análisis quincenal cada 15-20 días hasta el final del verano.

Pero no terminan de comprender que las cosas son más complicadas. Hace 14 años, el Profesor Javier Castroviejo, ya me advirtió que el Guadalquivir, entre diques, cortas, esclusas, más que un río lo habían convertido en un caño, en un canal.

Hoy, hablando con Miguel Ferrer, ex Director de la Estación Biológica de Doñana, y miembro del CSIC, me declara que aquella Comisión de Expertos, a la que él perteneció, que se creó con motivo de la rotura de la Balsa de las Minas de Aznalcóllar terminó desapareciendo cuando se convirtió en un Comité que emitía Informes incómodos para los intereses de la Administración. Incluso se llegó a pedir unas subvenciones, según Miguel Ferrer, para continuar con los Informes y las investigaciones, pero el dinero parece ser que tomó destinos distintos.

Si todo está tan claro y no hay por qué preocuparse no entiendo –ingenuo yo- por qué no se hacen públicos los diferentes análisis que se hayan podido hacer desde 2.001 hasta la actualidad.

La Delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento, Inmaculada Muñoz, puedo considerar que estas cuestiones se escapen a sus conocimientos, pero no se puede declarar que en el río no hay ningún vertido, y que la mayor presencia de lodo se debe al dragado de la Autoridad Portuaria que está construyendo una esclusa. Y se queda tan pancha.

Esto no es crear alarmismo. A ver si somos capaces de darnos cuenta que la desembocadura del Guadalquivir siempre ha sido la cloaca de las poblaciones ribereñas, río arriba, desde Jaén. Y actualmente, desde antes incluso del fatídico 25 de Abril de 1.998, las corrientes de las costa de Huelva con sus residuos de los Polos Químicos también han sido siempre focos relevantes de contaminación. Evidentemente hay diferentes tipos de contaminación, pero basta de ocultar por más tiempo algo que primeramente compete a la salud pública, al comercio, al turismo.
Todos estos temas los analizaremos con todo detalle en una serie de artículos con la colaboración de muchos profesionales que colaboran con el Programa de Investigación “Las Huellas de la Memoria” y otras entidades.

Manuel J. Márquez Moy

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