Hubo un instante en que creí
que la felicidad era un mar cristalino
donde nunca se veía el horizonte.
Daba vueltas sumergida
mientras la tierra sucumbía lejana
y comprendía el lenguaje del silencio.
Hubo un segundo en que creí
que alguien se había equivocado
cediéndonos el lugar más hostil del universo.
Porque no era justo que una niña dando vueltas
y vueltas bajo el agua
se diera cuenta del error
y envidiara la suerte de los peces.
Cecilia Quílez es Escritora y Poeta
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