Si hubiera sido una entrevista para TV, como tantas que he realizado, no hubiese necesitado preguntarle sobre la poesía, porque parece que nunca hubiera visto tanta poesía en una mirada. Estoy seguro que es ahora más que nunca tiempo para la poesía. Sé que es un tópico, pero creo que nuestros políticos no leen tanta poesía como presumen a veces, ya que los haría más humanos, y no tan fríos y distantes y hartibles. Cecilia Quílez Lucas (Algeciras, 1.965) ha sido uno de los grandes descubrimientos para mi vida. Uno con el paso del tiempo, después de estar tan ligado a la poesía desde muy niño, de leer tanta poesía, de entrevistar a tantos poetas, se encuentra con que Cecilia Quílez es capaz de ponerle palabras y versos a los silencios que uno tuvo de niño, de adolescente y a los que uno mantiene cuando ya tiene la vejez pegada al alma.He encontrado en la poesía de Cecilia Quílez una poesía intensa, pero suave, y con un estilo y definición original de la condición humana. No es fácil, como ya dije en su día, definir la belleza de la desolación, por contradictorio que parezca. Tener ahora a Cecilia Quílez como poeta de cabecera me reconforta y más a un existencialista como yo. Recomendaría sinceramente que todo el que pudiera tuviera siempre a mano alguna poesía de Cecilia.
- Cecilia "Quílez". ¿Sabes el origen de tu apellido? Porque no parece muy corriente.
Según tengo entendido, algunas investigaciones lo centran en Aragón, pero también y mucho antes, en Albacete. Mi tío Enrique, por parte de padre y apellidado obviamente así, dedicó muchos momentos a la recopilación de datos y los orígenes de la familia. Una vez que te pones a indagar, resulta que hay raíces diferentes que complican la procedencia real de uno sólo de los apellidos.
- En el colegio leíamos mucha poesía. Creo que compartimos los dos habernos educado en colegios católicos. ¿Fue en esas tempranas tareas escolares donde descubriste la poesía?
Antes se leía más en los colegios, de hecho teníamos más de una hora a la semana para hacerlo en las aulas. Recuerdo los cuentos de Andersen, Grimm o Perrault, las fábulas de Esopo e incluso El Quijote. Lamentablemente, éste último causó tanta desazón en la comprensión tan limitada en esa edad (tenía 6 o 7 años) que estuve mucho tiempo sin poder volver a leerlo. Fue mi padre el que desde muy pequeña me recitaba sus poemas y me enviaba por cartas los de otros poetas que seleccionaba él mismo.
- ¿Qué tienes de aventurera?
Ahora mismo muy poco, ciertamente. Cuando era joven sí me gustaban los riesgos. Era capaz de planificar una aventura el mismo día y salir en busca de ella sin pensarlo demasiado. Lo que sí ha quedado de ese espíritu impulsivo son escapadas esporádicas hacia otros lugares, sólo que con el único fin de aislarme de todo. Esto me ayuda mucho a poner en orden mis desaciertos y escribir desde el silencio.
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¿Recuerdas tu primer beso?
Sí, lo recuerdo. Era un amigo de mi hermano y se pasó una semana paseando conmigo e instruyéndome sobre la teoría del beso…al final fue sólo eso, nos dimos uno muy casto, pero me bajó tanto la tensión por tan anhelado instante que casi me caigo por las escaleras de casa. Jamás he vuelto a sentir algo parecido.
Cecilia Quílez estuvo hace unas semanas en el Palacio Ducal de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda en un entrañable Recital de Poesías
- ¿Y tu primer dolor físico o emocional?
Ese primer dolor físico está documentado en forma de verso en un poema de mi primer libro. Fue una colisión absurda con mi hermano en el pasillo de la casa de mi abuela. Yo iba viendo un tebeo y él otro y nos encontramos de frente…y en la frente nos hicimos ambos un buen chichón.
El emocional también tiene que ver con él. Vivimos la separación de nuestros padres y la decisión de dividirnos también a nosotros. Ese hecho marcó mucho mi infancia como “falsa hija única”. Aún sigo indagando en los recuerdos para comprenderlo. Otras veces, los golpes emocionales se convierten en títulos como en Un mal ácido.
- ¿Crees en la resurrección? Según el epílogo de tu último libro "El cuarto día", sí.
Tal y como quiero transmitirlo en el poemario, confío en la capacidad que tenemos todos para rehacernos y superar cualquier envite fatal sobre determinadas circunstancias. El poeta no se suicida porque luego no podría contarlo, pero sí es necesario que muera un poco para poder seguir escribiendo.
- ¿Cuándo crees que sentiste que eras poeta, al mirar un día las cosas de manera distinta ó escribiendo?
Vuelvo a remitirme a mis primeros años para responder esta pregunta. Mi perspectiva del mundo no era tan idílica como la del resto de los niños que conocía. Ellos vivían un presente que yo soñaba como futuro. En las cartas que le escribía a mi padre se vislumbraba ya un espíritu poético debido a esta situación. Sólo había que esperar un poco para que empezara a contar mi propia historia desde la cuestión incomprensible del porqué a mí me había tocado tal papel. Acudo con frecuencia al rescate de esa niña atrapada en el Reino de la Infancia, como lo denomina Luis Mateo Díez, e intento darle las respuestas que posiblemente esperaba en forma de poema.
- Los poetas somos todavía "bichos raros"?
Personalmente me niego a que se nos vea así, pero tenemos un bagaje histórico de trovadores, privilegiados y canallas que resulta complicado desterrar. No entro a justificar a los que se sienten cómodos en el trono de “intocables” pero entiendo que cometeríamos un error si no hacemos lo posible por acercarnos al lector con todos nuestros defectos. Lo que es raro es que la gente se extrañe de que todavía siga escribiéndose poesía. Sería bueno que empezáramos a enseñar el rostro y la identidad en los medios y, si me apuras, que aparezcamos en los libros asociados a una imagen. Hay que desempolvar el misterio de la curiosidad visual aunque no tengamos un perfil perfecto. Necesitamos símbolos para seguir creyendo. Démoslos.
- ¿Es más difícil desnudar el cuerpo o desnudar el alma?
El pudor puede ser por ambas cosas, pero yo el primero lo tengo superado. En el segundo caso, estoy en ello
- ¿Para quién escribes?
La cuestión no es para quién sino para qué. Escribo para creerme cada día más lo que me resulta difícil asimilar o, simplemente, no creer.
- ¿Te imaginas leyendo tus poesías en un estadio de fútbol con 80.000 espectadores?
Siempre le digo a mis amigos poetas que cuando recitas tienes el compromiso de hacerlo de igual manera delante de 3 como de 1000 personas. La cifra que me indicas es impensable…¿no habrás querido decir 80? No, en serio, creo que la convocatoria donde había más números de oyentes fue en un recital con 400 almas y el mérito no fue sólo mío porque éramos más poetas, la mayoría de ellos mucho más conocidos que yo, o como decía Aute: “Pasaba por allí…”
- ¿Tienes "musas"?
Antes tenía más, pero se aburrieron de mí y me cambiaron por otros poetas más dispuestos a dejarlas siempre “bonitas”. Ahora me tomo los pacharanes con dos muy benévolas cuyos nombres son “Imaginación” y “Memoria”. Las provisiones en época de sequía me las suministra “Deseo”.
- ¿Qué supuso para tí la Mención Especial del Premio Francisco de Quevedo por tu libro "Un mal ácido"?
Debería decir que una satisfacción muy grata, pero más bien fue una sorpresa. Cuando me llamaron para comunicármelo pensé que se habían confundido porque nunca me he presentado a un premio, al menos por ahora. Pereira, sin duda, merecía el premio. No quiero imaginarme al jurado deliberando entre él y yo…me sonrojo sólo de pensarlo. Desde luego, queda muy bien el nombre de Quevedo al lado de mi curriculum. Es un honor, sí.
- Los demás no sé. ¿Tú eres poeta las 24 horas del día?
Si no las 24, creo que 23 más o menos. He escrito poemas hasta en la cocina mientras preparaba la comida. Hay algunos que tienen claras referencias a mi recetario particular. Es un acto que asumo con naturalidad y que me aporta más satisfacciones que incomodidades.
- No sé de qué poetas has bebido, pero en tí se nota una total originalidad, por mucho que se intente encasillarte o emparentarte con Pessoa o César Vallejo u otros.Creo que lo tuyo es haber vivido mucho en tan poco tiempo.
El riesgo de escribir y que te publiquen tiene estas cosas. No me molesta que me comparen con Pessoa o Vallejo u otros poetas. Peor sería ser una copia de cualquiera de ellos exclusivamente. Tengo muchos maestros, claro, pero cuando compongo algo propio los dejo en la tasca de abajo de casa con la barra libre a su disposición.
- ¿Qué es la poesía?
Reinventar una y otra vez aquello que nadie tiene la patente de haber descubierto para conseguir no olvidarlo
- (Si se puede decir) ¿A quién invitarías a cenar esta noche?
A los que ya no están. Es una tortura pensar que hubieras dicho o hecho mucho cuando los tenías a tu lado y que ya no puedes hacer nada. Con los amigos, al menos tienes otra oportunidad de zanjar cuentas pendientes, de equivocarte y pedirles perdón. Pero si me permites frivolizar un poco y no ponernos demasiado serios, pon a Bruce Springsteen…a ver si con un poco de suerte lo lee
- Vislumbro que en tu poesía le das un revolcón a nuestra cultura clásico-judeocristiana que siempre ha visto la negatividad y el tabú en la muerte, en la desolación, en la depresión, sin explorar otras perspectivas. Quizás no buscas ninguna intencionalidad, pero es como si contribuyeras a quitarnos una costra de prejuicios milenarios para ver que seguimos siendo humanos, a pesar de los artilugios que hemos inventado.
La muerte siempre resulta desoladora, es cierto. Pero el sentimiento de pérdida no necesariamente está relacionada con ella. Hay destrucciones que van a paso lento y que son mucho más apocalípticas que dejar de existir. A veces, en el fin está la liberación. En mi obra mantengo esta teoría. Es más cruel morirse poco a poco que recibir el tiro de gracia. Me resulta difícil no creer que exista un mínimo rastro de compasión en los ojos del verdugo.
- ¿Para cuándo tu próximo libro de poesía?
Espero que antes de que de el hombre del tiempo se equivoque en predecir una tormenta. He escrito mucho desde que se presentó El cuarto día…ahora sólo queda aclararme y dejar que se enfríen para hacer una selección que dé forma a un nuevo libro.
- ¿Te da vértigo esta vida?
Más que vértigo lo que me da es mucho respeto. Cada día que pasa soy más consciente de lo que estamos presenciando, y, aunque soy una inconformista, no me queda otra que asumirlo y tomar apuntes desde la trinchera.
- ¿Qué es la Vida?
Cuando miro a mi perro me pregunto lo mismo. Le ha tocado estar conmigo y supongo que a él no le crea ninguna duda existencial más allá de la que le dé de comer y le permita dormir a mis pies. Creo que la vida es eso, y lo que pasa entre medias, es puro entretenimiento.
- Como última cosa. ¿Los poetas tienen que ser contestatarios y reivindicativos ?
Hablo por mí: Los poetas tienen que ser poetas, aunque caigan chuzos de punta. El recurso de la pataleta lo tengo dominado en una serie de poemas que algún día, espero, verán la luz. O no, quién sabe…quizás necesite meterlos en la nevera y someterlos a una cura de congelación.
- Gracias, de todo corazón, un beso
A tí también.
Manuel J. Márquez Moy