Ejemplar de Siluro examinado en la Universidad de Córdoba |
Según el estudio, el espécimen capturado en el Guadalquivir corresponde a la especie Silurus glanis, cuyos ejemplares suelen llegar a medir 2 metros y pesar 100 kilogramos. Los científicos de la UCO advierten al Gobierno andaluz del riesgo que supone su aparición para la supervivencia de otras especies piscícolas, como el barbo o la boga habituales en aguas andaluzas, e incluso otros vertebrados (anfibios, aves y pequeños mamíferos) dada su facilidad para la reproducción y sus hábitos predadores. De hecho, los embalses en los que habita el siluro disminuyen notablemente las aves acuáticas.
Un negocio poco rentable
Ésta no es la primera vez que el siluro aparece en España. El Ebro lleva años acogiendo a este predador que ha terminado convirtiéndose en un reclamo turístico a pesar del daño causado a su ecosistema. Pescadores de toda Europa acuden cada temporada a pescar en aguas del Ebro. En el caso del Guadalquivir, si no se controla a tiempo, el siluro podría acabar con las especies autóctonas que habitualmente atraen a los aficionados a la pesca.
La introducción artificial de una especie en un hábitat que no es el suyo supone, según la Fundación Biodiversidad y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) un serio riesgo no sólo para el medio ambiente, sino para la economía, la sociedad y la salud. En este sentido, advierte la Fundación, la gestión de las especies exóticas sólo en 2010 supuso un gasto de 50,5 millones de euros.
Redacción "La Aventura Humana"
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