Imagen de la Presa de Alcalá del Río, principal sospechosa del excesivo lodo en el río
Según he podido constatar esta mañana, a primera hora, con el Catedrático de Biología Animal, Carlos Fernández Delgado, uno de los máximo expertos que tenemos en la vida del ecosistema fluvial del Guadalquivir, los lodos estacionales siempre han sido normales en épocas de lluvias. En éste caso, Carlos Fernández Delgado apunta que algo está haciendo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que ante la situación caótica que vive este órgano administrativo, no terminan de ponerse de acuerdo.
Todo apunta a alguna obra de vertido de lodo estancado en alguna presa colmatada como la de Alcalá del Río, o cualquier otra, que está vertiendo poco a poco, por lo que ha producido esa mancha durante un periodo largo, desde el 18 de Noviembre hasta la actualidad. En uno de los estudios realizados por Carlos, en 2.006, ya exponía con claridad meridiana los graves perjuicios que habían causado desde siempre la Presa de Alcalá del Río y Cantillana gestionadas de manera deficiente e irresponsablemente por ENDESA, en todo lo que es la ecología fluvial, especialmente de las especies que necesitan desovar río arriba y en los cambios físico-quimicos de la naturaleza del agua. En una de las partes de dicho estudio se afirma:
De forma natural las aguas de los ríos transportan partículas de muy diverso tamaño (desde limos a grandes cantos rodados y rocas) dependiendo de la turbulencia y velocidad de la corriente. Conforme ambas disminuyen, las partículas tienden a depositarse en el fondo tal y como ocurre de forma natural en los tramos bajos y estuarios de los ríos. El mismo fenómeno se presenta cuando el agua entra en los embalses, la disminución de velocidad, hace que la capacidad de transporte disminuya y las partículas se depositen, constituyéndose así en sumideros de sedimentos procedentes de la cuenca de recepción. La colmatación es uno de los
grandes problemas que poseen los embalses de nuestro país (Libro Blanco del Agua, 2000).
La tasa de captura de sedimentos de un embalse depende i) del tamaño de la cuenca de recepción; ii) de las características de la cuenca relacionadas con la producción de sedimentos (i.e. geología, tipos de suelos, topografía, vegetación y perturbaciones humanas) y iii) la capacidad del embalse.
Bajo condiciones naturales, los sedimentos alimentan las llanuras de inundación, crean sucesiones dinámicas y mantienen la variabilidad e inestabilidad del ecosistema. Los cambios en la tasa de transporte de sedimentos se consideran como uno de los impactos ambientales más importantes de los embalses. La reducción del sedimento transportado aguas abajo influye en la dinámica del cauce, la llanura de inundación y la morfología litoral alterando el hábitat de la flora y la fauna.
La suelta selectiva de aguas turbias desde el embalse se utiliza con frecuencia para reducir la sedimentación en él. La brusca liberación de toneladas de sedimentos puede ser catastrófica para el río. La suelta de material fino sobre sustratos de gravas permeables puede tener catastróficas consecuencias sobre los huevos y larvas de peces. De esta manera, aunque los embalses atrapan sedimentos, la forma de operar con ellos desde el embalse puede generar gran estrés en los ecosistemas acuáticos río abajo.
Recordamos que aparte de sus labores docentes en la Universidad de Córdoba, Fernández Delgado pertenece a varias comisiones científicas que trabajan en la desembocadura del río. Aunque no está afectando en demasía a la vida de las distintas especies que pueblan el río, insiste que hay que hallar lo antes posible el origen real. Eso sí, mantenemos ambos que nada tiene que ver con la esclusa de la Autoridad Portuaria, por lo que seguiremos informando ante el silencio administrativo que existe.
Manuel J. Márquez Moy
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