El activista Hu Jia, que quizá a nadie le interese ni siquiera su vida, pero lucha por la libertad de expresión en China y se merece una mínima atención y que se respeten los derechos humanos y su integridad física.
Ante las crecientes violaciones de los derechos humanos en China, y la sangrante falta de libertad en el país, Reporteros sin Fronteras hace un llamamiento a los jefes de Estado, jefes de gobierno y miembros de familias reales, a boicotear la ceremonia inaugural de Pekín 2008, el próximo 8 de agosto.
“China no ha respetado ninguna de las promesas que hizo en 2001 cuando fue elegida para organizar las próximas olimpiadas. Por el contrario, el gobierno reprime brutalmente las manifestaciones tibetanas e impone un black-out informativo. Hu Jia, ese incansable defensor de los derechos humanos, podría ser condenado a cinco años de cárcel, en un juicio expeditivo y nada equitativo. Los responsables políticos del mundo entero no pueden seguir guardando silencio ante una situación así. Les llamamos a manifestar su desaprobación de la política china, anunciando la intención de no asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. En Gran Bretaña, el príncipe Carlos ya ha dicho que no irá a Pekín el próximo 8 de agosto. Otros deberían seguir su ejemplo”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
“Pedir el boicot total de los Juegos Olímpicos no es una buena solución. El objetivo no es privar a los atletas de la mayor competición deportiva mundial, ni al público de un espectáculo como ese. En cambio, resultaría escandaloso no manifestar firmemente el desacuerdo con la política gubernamental china, y no dar apoyo a los miles de víctimas de ese régimen autoritario”, ha añadido la organización.
“La única mejora constatada en el terreno de la libertad informativa era la flexibilización, en enero de 2007, de las reglas de trabajo impuestas a los periodistas extranjeros. El black-out del Tibet, y la expulsión de algunos enviados especiales extranjeros presentes en el lugar, representan un cambio de actitud en la única medida positiva adoptada hasta ahora”, ha precisado Reporteros sin Fronteras.
“Llamamos también a cuantos piensan que los Juegos Olímpicos van a la par con el respeto de los derechos humanos para que exijan que el Comité Olímpico Internacional también se movilice, a su vez. Es cierto que esa instancia, garante del espíritu olímpico, no es un instrumento político, pero no puede seguir dando muestras de pasividad ante las violaciones que se están haciendo de los derechos fundamentales de un pueblo. Continuar por esa vía acabará por representar una cierta complicidad con el gobierno chino”, ha concluido la organización de defensa de la libertad de expresión.
Reporteros sin Fronteras recuerda que un centenar de periodistas, internautas y ciberdisidentes, están encarcelados en China, tan solo por expresarse pacíficamente. Desde el 12 de marzo de 2008, los periodistas tienen prohibida la estancia en Tibet y se les expulsa de las provincias vecinas. La represión de las manifestaciones tibetanas se ha llevado a cabo a puerta cerrada.
Los periodistas chinos siguen trabajando bajo los diktats del Departamento de Publicidad (antiguo Departamento de Propaganda), que impone la censura sobre muchos temas. El Estado mantiene un control general de la información y dispone de leyes autoritarias para castigar a los contraventores. Las acusaciones de “subversión”, “difusión de secretos de Estado” o “espionaje”, se utilizan en contra de los periodistas y ciberdisidentes. En las redacciones impera la censura. Los medios independientes en chino, con sede en el extranjero, están bloqueados, acosados o interferidos, impidiendo que emerja un pluralismo informativo.
“China no ha respetado ninguna de las promesas que hizo en 2001 cuando fue elegida para organizar las próximas olimpiadas. Por el contrario, el gobierno reprime brutalmente las manifestaciones tibetanas e impone un black-out informativo. Hu Jia, ese incansable defensor de los derechos humanos, podría ser condenado a cinco años de cárcel, en un juicio expeditivo y nada equitativo. Los responsables políticos del mundo entero no pueden seguir guardando silencio ante una situación así. Les llamamos a manifestar su desaprobación de la política china, anunciando la intención de no asistir a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. En Gran Bretaña, el príncipe Carlos ya ha dicho que no irá a Pekín el próximo 8 de agosto. Otros deberían seguir su ejemplo”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
“Pedir el boicot total de los Juegos Olímpicos no es una buena solución. El objetivo no es privar a los atletas de la mayor competición deportiva mundial, ni al público de un espectáculo como ese. En cambio, resultaría escandaloso no manifestar firmemente el desacuerdo con la política gubernamental china, y no dar apoyo a los miles de víctimas de ese régimen autoritario”, ha añadido la organización.
“La única mejora constatada en el terreno de la libertad informativa era la flexibilización, en enero de 2007, de las reglas de trabajo impuestas a los periodistas extranjeros. El black-out del Tibet, y la expulsión de algunos enviados especiales extranjeros presentes en el lugar, representan un cambio de actitud en la única medida positiva adoptada hasta ahora”, ha precisado Reporteros sin Fronteras.
“Llamamos también a cuantos piensan que los Juegos Olímpicos van a la par con el respeto de los derechos humanos para que exijan que el Comité Olímpico Internacional también se movilice, a su vez. Es cierto que esa instancia, garante del espíritu olímpico, no es un instrumento político, pero no puede seguir dando muestras de pasividad ante las violaciones que se están haciendo de los derechos fundamentales de un pueblo. Continuar por esa vía acabará por representar una cierta complicidad con el gobierno chino”, ha concluido la organización de defensa de la libertad de expresión.
Reporteros sin Fronteras recuerda que un centenar de periodistas, internautas y ciberdisidentes, están encarcelados en China, tan solo por expresarse pacíficamente. Desde el 12 de marzo de 2008, los periodistas tienen prohibida la estancia en Tibet y se les expulsa de las provincias vecinas. La represión de las manifestaciones tibetanas se ha llevado a cabo a puerta cerrada.
Los periodistas chinos siguen trabajando bajo los diktats del Departamento de Publicidad (antiguo Departamento de Propaganda), que impone la censura sobre muchos temas. El Estado mantiene un control general de la información y dispone de leyes autoritarias para castigar a los contraventores. Las acusaciones de “subversión”, “difusión de secretos de Estado” o “espionaje”, se utilizan en contra de los periodistas y ciberdisidentes. En las redacciones impera la censura. Los medios independientes en chino, con sede en el extranjero, están bloqueados, acosados o interferidos, impidiendo que emerja un pluralismo informativo.
Reporteros Sin Fronteras
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