Como bien sabemos ya, el Ministro del Interior de este Gobierno de Zapatero, comenzó por Sanlúcar de Barrameda una serie de visitas a la provincia de Cádiz. Tengo que decir que Rubalcaba no es cualquier político. Es un hombre que ha tenido que lidiar con muchos avatares en esta democracia nuestra, tanto en su etapa con Felipe González, como Portavoz en la oposición en la era Aznar, como ahora al lado de Zapatero. Es un político con fondo, con muchas cosas que decir. El viernes pasado, antes del acto mitinero del PSOE, hizo una visita institucional al Ayuntamiento, donde fue agasajado por una gran parte de la Corporación Municipal, con la Alcaldesa, Irene García a la cabeza, el Senador Luis García Garrido, la Diputada en el Congreso Mamen Sánchez y la Parlamentaria Andaluza, Lola Cañero.
Tras una serie de actos protocolarios, pasó al despacho de Irene García. Posteriormente se trasladó a la Bodega donde iba a tener lugar el acto anunciado donde intervendrían por este orden, Irene García, Francisco González Cabañas, Luis Pizarro y Alfredo Pérez Rubalcaba.
Hace unas semanas que advierto en Irene García que se la nota distinta. Sinceramente se le nota que está dispuesta de nuevo a coger el timón del Gobierno de la ciudad, aunque para ello tendrá que soltar mucho lastre de actitudes, tics, que ha ido incorporando a su manera de proceder en muchos asuntos de la ciudad que no la han beneficiado a ella ni a la gestión de Sanlúcar.
En la puerta de la Bodega varios colectivos liderados por Aula Gerión, protestaban por el derribo del tradicional Mercado de Abastos de Sanlúcar de Barrameda. No es mal momento para rectificar y revisar el proyecto recuperando entonces esas actitudes que llevaron a Irene García a ganar las elecciones. Sería un grave error imponer en pleno casco histórico una Gran Superficie. Nadie se plantearía en el Barrio de la Judería de Córdoba tal agresión. Nuestro Barrio donde la Alcaicería, las vendejas, la Puerta de la Mar, que seguimos sin valorar por abandono, no se merece tal agresíón urbanística.
La pancarta que desplegaron a las puertas de la Bodega Aula Gerión y otros colectivos
La visita de Rubalcaba, que es un zorro de la política, sin duda, le ha dado un respaldo, un apoyo humano y político que Irene García necesitaba. Porque a pesar de ser un zorro, Rubalcaba también es un hombre ponderado, con una veteranía que le hace medir muy bien los tiempos y los espacios, que es un valor hoy día en política que no todos tienen. Y a Irene se la notó más ilusionante e ilusionada.
Rubalcaba junto a Irene García, firmando en el Libro de Honor del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda
El aparato del partido socialista ha tomado buena nota a nivel nacional de que existe un caos, quizás no tanto en la gestión de la crisis, como en trasladar a la ciudadanía lo que se está haciendo desde que empezamos a sufrir, unos más que otros, la enorme debacle financiera y política. La gente está ya muy cansada de que se tiren los trastos unos a otros. Rubalcaba vino el otro día a poner un poco de cordura a todo lo que se estaba viviendo desde que aparece la crisis financiera hasta la actualidad. Y es que la ciudadanía agradece que le expliquen qué se está haciendo con sus dineros, los que están en bancos y cajas de ahorros y el de la Tesorería Pública del Estado, con un preocupante déficit del 12% sobre el PIB (de esto no dijo nada). Lo que en otros términos se podría denominar pedagogía política. Sin aspavientos, sin insultos. A Alfredo Pérez Rubalcaba se le puede criticar muchas cosas, pero su oratoria, serena, sin dogmatismos exagerados, con autocrítica, me mereció un respeto como mínimo.
Cronológicamente fue repasando las etapas de la crisis, donde es evidente que cabían muchos matices que hubiera sido interesante preguntar por ellos, pero sustancialmente se entendió que dentro del crash había que apuntalar el sistema financiero antes que nada, como se hizo en todo el mundo y atender y proteger posteriormente al ciudadano. Lo esencial, desde mi punto de vista, fue cuando llegó al punto de ese difícil equilibrio entre el gasto público para la protección social o la contención que otros exigían. Optaron por un mayor gasto público para la protección social, teniendo que llegar al extremo de tocar los sistemas impositivos. Subir “moderadamente los impuestos, incluso el IVA”, para poder equilibrar el presupuesto.
En cuanto a Francisco González Cabañas y Luis Pizarro permítanme que pase de largo a discursos vacuos, rancios, de gresca de barrio contínua, como mi amigo Luis Fuentes define a Pizarro: chusquero, iletrado, urdidor, más manijero que político, sin otra profesión posible que la de zurcir los bajos del partido. Los escuché a los dos atentamente, pero creo que esos mítines no hacen ya historia.
Pues eso es lo que pedimos aquí en Sanlúcar, porque cuando llamamos transparencia a las gestiones, no está de más aplicar pedagogía política.
Cronológicamente fue repasando las etapas de la crisis, donde es evidente que cabían muchos matices que hubiera sido interesante preguntar por ellos, pero sustancialmente se entendió que dentro del crash había que apuntalar el sistema financiero antes que nada, como se hizo en todo el mundo y atender y proteger posteriormente al ciudadano. Lo esencial, desde mi punto de vista, fue cuando llegó al punto de ese difícil equilibrio entre el gasto público para la protección social o la contención que otros exigían. Optaron por un mayor gasto público para la protección social, teniendo que llegar al extremo de tocar los sistemas impositivos. Subir “moderadamente los impuestos, incluso el IVA”, para poder equilibrar el presupuesto.
En cuanto a Francisco González Cabañas y Luis Pizarro permítanme que pase de largo a discursos vacuos, rancios, de gresca de barrio contínua, como mi amigo Luis Fuentes define a Pizarro: chusquero, iletrado, urdidor, más manijero que político, sin otra profesión posible que la de zurcir los bajos del partido. Los escuché a los dos atentamente, pero creo que esos mítines no hacen ya historia.
Pues eso es lo que pedimos aquí en Sanlúcar, porque cuando llamamos transparencia a las gestiones, no está de más aplicar pedagogía política.
Manuel J. Márquez Moy
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