miércoles, mayo 06, 2009

SOBRE EL MERCADO DE ABASTOS DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA Y SU “REHABILITACIÓN"


Entorno de Mercado actual con las Covachas y el Palacio Ducal de Medina Sidonia al fondo


Trato de entender los intereses de todos para que nadie se sienta perjudicado. A veces se hace muy difícil, cuando existe una Ley clarísima sobre lo que significa BIC (Bien de Interés Cultural) de las Covachas y del Palacio Ducal de Medina Sidonia, que protege todo el entorno hasta la Calle Torno, incluyendo todos los edificios de ambos lados de la Calle Bretones, incluído el actual Mercado.

Por otro lado los comerciantes de la Plaza del Mercado de Abastos tienen su derecho de reivindicar las mejoras de las infraestructuras para un mejor funcionamiento del espacio.
“No dejar pasar más proyectos para Sanlúcar”, más o menos es el eslogan que se utiliza para que se haga el nuevo mercado. No podrán imputarme a mí que yo haya tratado de paralizar inversiones para Sanlúcar de Barrameda. Creo que me impliqué bastante donde todos vieron una panacea para la ciudad, como fue Martín Miguel, a pesar de las críticas que me llovieron de mis entonces colegas ecologistas. Y ya ven lo que ha significado Martín Miguel para Sanlúcar. Nada. Yo confié en el Príncipe Alfonso de Hohenlohe, que era con quien yo mantenía una amistad, hasta que aquello se fue convirtiendo en un proyecto fantasma, cosa que le fuí reprochando al polémico magnate. Aun así, una cosa era la amistad y otra el Proyecto que no terminaba de materializarse, como podemos observar hoy día.

Con esto quiero decir que algunos piensan que el Proyecto para “la rehabilitación del Mercado de Abastos” es una auténtica revolución. Muchos se ríen cuando se habla del interés antropológico que tiene nuestro Mercado de Sanlúcar. Son muchos los factores antropológicos que hacen del lugar un Mercado diferente, por ejemplo en el trato de los comerciantes con los clientes, el ambiente desenfadado, los pregones para la venta del pescao o de hortalizas...

La llamada "Trascuesta" con un cartel reivindicativo para que no se paralice el Proyecto del nuevo Mercado.



Juan Marín, Delegado de Comercio de nuestro Ayuntamiento, habla que al igual que en el siglo XVIII se dejó huella del estilo arquitectónico de la Plaza, nosotros también tenemos derecho a dejar nuestra impronta del siglo XXI. Estoy de acuerdo. Pero eso no significa “meter la zarpa”. Me explico. Una cosa es un remozado con detalles contemporáneos, y otra demoler el edificio y convertirlo en una Gran Superficie. Bastante impronta hemos dejado ya en nuestro Patrimonio –Histórico a costa de perder un valor añadido para Sanlúcar, donde impunemente se ha destrozado literalmente un porcentaje difícil de valorar de aquello que caracteriza a nuestra ciudad. La Historia de Sanlúcar se ve reflejada en sus calles y su patrimonio material e inmaterial y no tenemos que dejar “nuestra impronta” del siglo XXI sacrificando un Patrimonio que es de todos, cuando la ciudad tiene otros espacios donde se ha desarrollado bastante nuestro ingenio arquitectónico modernista y contemporáneo. Lo que ocurre es que estamos hablando del Conjunto Histórico-Artístico, al que no se le ha sabido sacar rentabilidad por nuestros gestores políticos.

Grandes Superficies existen en todos los lugares de España, nuestro Mercado de Abastos es inimitable y eso es lo que tiene de particular Sanlúcar de Barrameda. El ir a la Plaza a comprar es como el que va a peregrinar a una Meca de productos frescos, de puestos con sus pescaderos, fruteros, carniceros que lo hacen especial. Nadie niega que haya que remozarlo, pero no demolerlo y construir una Gran Superficie.

La gestión de todo este espacio urbano consiste precisamente en conjugar todo el Patrimonio. No se trata de mantener una ciudad fosilizada, y evolucionar no es necesariamente traspasar los límites del desarrollismo. El desarrollo es lo que esta zona necesita, que es distinto, y pensemos muy en serio que por muchas razones podemos acabar para siempre con el auténtico atractivo que tiene el Mercado de Abastos de Sanlúcar de Barrameda.



Manuel J. Márquez Moy

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