Tras 8 meses de estudios, de manera ininterrumpida, el Programa de Investigación “Las Huellas de la Memoria”, hemos llegado a la conclusión de que un 85 % de recursos que pueden ser productivos en Sanlúcar no se aprovechan. Entre ellos destacan el patrimonio ecológico e histórico y el sector agroalimentario. Muchos de estos recursos hemos podido observar que pasan desapercibidos o no se valoran por falta de preparación de nuestros gestores políticos.
A pesar de hablarse mucho del medio ambiente, los recursos que se pueden considerar que competen a este sector están bastante infravalorados en la realidad, a pesar de los numerosos estudios y programas llevados a cabo desde la Administración Pública.
Hay un dato curioso referente a la estética, que para nada se tiene en cuenta, que está considerado un gran valor añadido para una ciudad, el saber conjugar diversos elementos paisajísticos urbanos proporciona una rentabilidad económica que en el diseño de la ciudad de Sanlúcar ni llega a cuestionarse.
En lo que respecta a la historia de la ciudad, cada rincón tiene capítulos interrelacionados con la Historia de España, la actual Europa y América que no se plantea aprovechar como recurso productivo.
En el aspecto agroalimentario no se trabaja lo suficiente para sacar un mayor provecho a los productos hortofrutícolas, pesqueros y vitivinícolas.
Estos sectores, según un equipo de colaboradores a nivel nacional, están faltos de una mayor y mejor planificación, desde sus lugares de origen, -el río, la desembocadura del Guadalquivir, las tierras agrícolas y viñas, hasta su consumo. En los diferentes estadios por los que pasan, sea el caso de captura o recolección, hasta llegar al consumo, hay cuestiones referidas al envasado, denominaciones de origen, de calidad o publicidad que no se contemplan. Las tierras agrícolas están sometidas a un proceso de agotamiento que tiene que plantearse con seriedad por los propios agricultores.
A pesar de hablarse mucho del medio ambiente, los recursos que se pueden considerar que competen a este sector están bastante infravalorados en la realidad, a pesar de los numerosos estudios y programas llevados a cabo desde la Administración Pública.
Hay un dato curioso referente a la estética, que para nada se tiene en cuenta, que está considerado un gran valor añadido para una ciudad, el saber conjugar diversos elementos paisajísticos urbanos proporciona una rentabilidad económica que en el diseño de la ciudad de Sanlúcar ni llega a cuestionarse.
En lo que respecta a la historia de la ciudad, cada rincón tiene capítulos interrelacionados con la Historia de España, la actual Europa y América que no se plantea aprovechar como recurso productivo.
En el aspecto agroalimentario no se trabaja lo suficiente para sacar un mayor provecho a los productos hortofrutícolas, pesqueros y vitivinícolas.
Estos sectores, según un equipo de colaboradores a nivel nacional, están faltos de una mayor y mejor planificación, desde sus lugares de origen, -el río, la desembocadura del Guadalquivir, las tierras agrícolas y viñas, hasta su consumo. En los diferentes estadios por los que pasan, sea el caso de captura o recolección, hasta llegar al consumo, hay cuestiones referidas al envasado, denominaciones de origen, de calidad o publicidad que no se contemplan. Las tierras agrícolas están sometidas a un proceso de agotamiento que tiene que plantearse con seriedad por los propios agricultores.
En este último aspecto también hemos contabilizado, no sólo las posibilidades de producción que cuenta muchos recursos culturales y ecológicos de Sanlúcar, sino el nivel también de destrucción de muchos valores patrimoniales materiales e inmateriales (habla, jergas, oficios)…
A nivel educativo de la población en general existe un casi total desconocimiento de las producciones agrarias o vitivinícolas (ésta última está realizando ciertos programas interesantes), su existencia o proceso de elaboración, además de una preocupante ignorancia del funcionamiento de la Naturaleza. No en el sentido de que se tienen que convertir en naturalistas de campo, con prismáticos y cantimplora, sino en conocer como mínimo la participación del ser humano dentro del ciclo natural. De nada sirve hablar de cambios climáticos, la fiebre actual de molinos de vientos, y conservación planetaria, si no se invierten recursos-no sólo económicos- en una mayor y mejor educación.
El Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria" se presentó oficialmente por Federico Mayor Zaragoza y Javier Castroviejo en 2.006 y sigue su curso hasta el año 2.012. Sus estudios se basan en cuestiones referidas a la Interpretación del Paisaje dentro de la Educación Ambiental.
Manuel J. Márquez Moy
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