domingo, abril 04, 2010

"LOS 10.000 NIÑOS QUE ROBÓ FRANCO" por Vicente Romero


El secuestro de medio millar de hijos de presas políticas, cometido durante la dictadura del general Videla, ha sido objeto de numerosos reportajes y libros. Se puede asegurar que el mundo entero está informado de aquel crimen de lesa humanidad, por el cual todavía están siendo juzgados algunos centuriones argentinos. Sin embargo resulta mucho menos conocido que lo mismo ocurrió en España, durante los primeros años de la posguerra. La diferencia es que aquí el delito fue ‘argumentado’ ideológicamente, que lo ‘legalizó’ una normativa oficial, y que hubo una cifra de víctimas mucho mayor. Pero, aunque algunos historiadores hablen de unos 10.000 niños desaparecidos, el silencio y la impunidad se han mantenido más de sesenta años.




Durante una larga sobremesa en casa de Baltasar Garzón, conversando sobre los imprescriptibles crímenes que reflejó en su frustrado auto contra el franquismo, Eduardo Galeano mostraba su asombro al oírnos hablar de ‘miles de niños arrebatados a sus madres en las cárceles’. Porque en el Cono Sur siempre se cita como modelo de barbarie de sus dictaduras el decreto nazi de noche y niebla, pero la metodología de los militares argentinos y uruguayos tiene un antecedente mucho más próximo en la posguerra española.




Garzón citó algunos datos expuestos por el historiador Ricard Vinyes: a comienzos de los años cuarenta, cuando en España había 280.000 presos políticos, los hijos de las prisioneras no eran inscritos en los libros de registro. No quedaban huellas de su origen y, además, una ley permitía cambiar los apellidos de las criaturas de personas desafectas al Régimen. Recordamos que Vinyes había explicado que ‘cuando una presa política estaba embarazada se aguardaba a que pariera y, al cabo de 48 horas, se la fusilaba; entonces, su niño era enviado a los hospicios de Auxilio Social o a centros religiosos donde se perdía definitivamente su rastro.’




La doctrina del horror quedó ‘científicamente’ formulada por el psiquiatra militar Antonio Vallejo Nájera, cuyas tesis prestaron la imprescindible cobertura ideológico-moral a los verdugos: la mujer es un sujeto tendente al mal, característica inherente que se agrava con su participación activa en política; por lo tanto, para salvar a los hijos de las prisioneras --como parte de la salvación de España-- había que separarlos de ellas.




Algunas de aquellas criaturas robadas aparecerían veinte años después de la muerte del dictador. Dos fueron entrevistadas en Informe Semanal: Carmen Pino y Antonia Rada, víctimas y testigos del viejo horror franquista. De un horror sobre el que todavía no se puede hacer justicia. Al contrario, pretender el esclarecimiento de aquellos hechos históricos puede constituir un delito de prevaricación, según apunta el Tribunal Supremo, que acusa a Garzón de ignorar la ley de Amnistía. Una ley cuyos efectos de impunidad sobre crímenes de lesa humanidad deberían de ser anulados, a la luz de la jurisprudencia internacional. Y por un elemental imperativo ético.


Vicente Romero es Escritor, Reportero, Periodista y Redactor de RTVE, especialmente de "Informe Semanal" y "En Portada", además es colaborador del Programa de Investigación "Las Huellas de la Memoria"

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